La juramentación de Lula
Lula asumió el poder el pasado domingo, muy compungido (lágrimas hubo) por la situación social de su gran país, caracterizada por una enorme desigualdad que es lo que permite ver a muchas personas durmiendo en las calzadas, mientras otros pocos pueden comprar carros de lujo.
Por cierto, este contraste mencionado, se profundizó más en el gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro. En ese sentido, Lula anunció el fin del autoritarismo y el retorno de la democracia, no únicamente política, sino también social.
Precisamente, quien ha vuelto al poder es el considerado por cerca del 40% de los brasileños de ser el mejor presidente en toda la historia de Brasil. Naturalmente, como aseveró el mismo Lula en su discurso, no se trata de dos países, sino de un solo Brasil. Por tanto, la polarización derivada del proceso electoral reciente, no debe seguir dividiendo más, y mucho menos debe servir de «caldo de cultivo» para los que quieren sembrar el odio y la violencia
Es que así es la democracia real, la que ofrece la alternabilidad en el poder, independientemente de credo político, ideológico y religioso. En efecto, el sistema democrático implica la dialéctica gobierno y oposición, donde esta última debe tener chance, en algún momento, de ejercer el poder. Y nadie está llamado a eternizarse en el poder «en aras» de ningún proyecto político o ideológico.
Ayer fue Bolsonaro, hoy es Lula y mañana será otro u otra Finalmente, reiterar que «la suerte está echada» en el país más grande de
América Latina, y como exclamó Lula en su discurso: «Viva la Democracia». Sí señor!!!
jpm/am