La injerencia impide conquistar la Independencia Dominicana

Debemos reflexionar ante la celebración del día de la Independencia Nacional el 27 de Febrero de 1844 y ante los festejos del día de la restauración el 16 de agosto de 1863 porque no están contribuyendo a preservar la memoria histórica.

Nuestra nación, la RD, es la suma de todos sus hechos históricos, del sentimiento patrio, de la preservación del territorio, del orgullo de ser dominicano, del amor por nuestra historia, por su cultura, y por sus tradiciones, y de sentirnos honrados por la lucha que libraron nuestro antepasado por la independencia.

Tanto la celebración del día de la independencia dominicana como del día de la Restauración que hace el gobierno han perdido el sentido de la historia. De igual manera, el olvido de la independencia efímera, el desembarco de Constanza, Maimón y Estero Hondo y la guerra de abril de 1965 resulta ser indignante.

De honrar a nuestros fundadores Duarte, Sánchez y Mella en la Puerta del Conde el 27 de Febrero, hemos caído en el carnaval con desfiles de carosas, discursos vacios, paradas militares, los diablos cojuelos, misas, fiestas, romos y cherchas.

Se ha perdido el significado de muchos de estos hechos históricos. Algunos solo se mención en los periódicos. Otros se festejan en las playas bajo el alcohol y el juego de domino.

Mientras muchos enarbolan la bandera tricolor en sus casas y negocios y otros realizan actos públicos para resaltar el sacrificio, el valor y el sentimiento patrio, el gobierno realiza el tradicional desfile militar y el discurso de informe a la nación.

De hecho, hay grupos conservadores que desde hace tiempo  tratan de borrar la memoria de aquellos que se sacrificaron y murieron para que nuestro país sea libre e independiente.

Mediante la manipulación mediática y educativa han logrado que una parte de la población no recuerde a sus grandes héroes ni sus grandes hazañas que le permite preservar su identidad.

Además, han hecho que muchos que ayer defendieron los peores intereses, al lado de Buenaventura Báez, de Santana, de Lili, de Trujillo y de Balaguer, hoy sean presentados como patriotas y aquellos que realmente lucharon por la patria le llamen traidores.

Son los mismos que no les importa la vida y obra de Juan Pablo Duarte, que lo abandonaron en Venezuela, que han borrado de la historia a José Núñez de Cáceres, que mataron a los trinitarios, que permitieron la muerte moral de los héroes del 30 de Mayo y que han olvidado a Luperon, a Caamaño, y a Manolo.

Han pasado 172 años de la separación dominicana de Haití, 153 años del grito de capotillo, 195 años de la independencia efímera, 55 años de la muerte del tirano y 51 años de la rebelión de abril.

Y el propósito de vivir en una patria libre como la soñamos todavía no se ha cumplido. La victoria para construir la patria ha sido arrebatada por desleales internos y por el imperio.  

Luego de meses de declararse la separación de la isla, un grupo de infieles hicieron pedazos la conquista independentista, tomando el poder por la fuerza, extrañando a los padres de la patria, matando a nuestros patriotas, y anexando la isla a España.

Tras la guerra restauradora rescatar nuestro territorio del dominio extranjero español logrando conquistar la segunda independencia otra vez los traidores nos vendieron al invasor.

La guerra de Abril del 1965 la cual se convirtió en una lucha por la independencia y la soberanía fue frustrada por la intervención militar norteamericana y sus gobiernos lacayos el 28 de abril.

La lucha de ayer de los dominicanos fue contra la colonización española y la invasión haitiana que duro 22 años. Sin embargo, el problema de hoy en RD no es otro que la subordinación económica de nuestro país a EU y a las potencias Europeas.

Todavía en pleno siglo 21 estamos sometidos a la política de saqueo y expropiación de nuestros recursos naturales. E igualmente a la explotación de nuestros recursos mineros.

Mientras no podamos derrotar la injerencia y la traición, la celebración de la independencia duartiana, y efímera de José Núñez de Cáceres, así como también la guerra restauradora de Gregorio Luperon, la sublevación de Manolo Tavares Justo y la rebelión del coronel Francisco Alberto Caamaño Deño seguirá postergada y relegada para las futuras generaciones.

JPM