La humanidad está preparada para un mundo nuevo
Si usamos la historia como guía, veremos que las epidemias y cuarentenas nos dejaron muchísimos beneficios, claro, pagamos con muchas vidas humanas, porque nada importante es gratis.
Las cuarentenas no sólo nos ayudaron a controlar las epidemias, también nos dejaron incalculables avances científicos, tecnológicos y culturales.
La Peste Bubónica empezó en 1347 y de manera intermitente duró unos 400 años, mató unos 50 millones de europeos, catapultó avances científicos, tecnológicos y sanitarios.
Los confinamientos produjeron profundas reflexiones, grandes obras creativas y descubrimientos científicos.
Durante la Peste, Juan de Gutenberg inventó la imprenta de tipografía móvil. Martin Lutero usó el poder de la palabra impresa, desafía a El Vaticano y crea la iglesia protestante.
Cristóbal Colón se entrega a estudiar geografía, cartografía y la navegación, luego atravesó el Atlántico en 1492, en medio de la Peste Bubónica.
La gravedad
Cuando la Peste Bubónica llegó a Londres en 1663, arrasó la ciudad. La Universidad de Cambridge cerró, profesores y estudiantes se fueron a casa.
Es así como en 1665 Sir Isaac Newton, en cuarentena, entregado al estudio y la observación científica, elabora la teoría de la gravedad. Muchas de las ideas más brillantes de Newton, que han controlado la ciencia hasta hoy, salieron de aquel confinamiento.
Como la peste se llevó más de un tercio de la población europea entre 1347-1349, para 1700 Europa estaba básicamente despoblada y desolada.
Ahí es donde se recomponen los grupos sociales y económicos, la burguesía asume el control, además de Newton, otros contribuyeron con avances tecnológicos, el resultado fue la Revolución Industrial.
En los arbores de la Revolución Industrial Betoven, Bach, Vivaldi y Mozart escribieron sus grandes obras musicales.
Después de la Peste, la humanidad tenía claro que no la envió un Dios iracundo, sino que vino de las pulgas de las ratas.
Ahí nació el concepto moderno de Salud Pública e higiene para la prevención de las enfermedades.
La humanidad recurre al confinamiento obligatorio por múltiples razones, no sólo por epidemias, también por fenómenos naturales ocurridos en tierras lejanas.
Años Sin Verano
Aquel 10 de abril era un día normal, hasta que se produjo una explosión gigantesca, que se escuchó en 2,000 kilómetros a la redonda. Toneladas de rocas fundidas se elevaron unos 40 kilómetros hacia el cielo.
Cuando miraron arriba, una nube de polvo, azufre y rocas fundidas, cubría un millón de kilómetros cuadrados en el firmamento.
Los evangélicos de hoy estarían seguros, aquello era el fin del mundo tal como lo describe el Apocalipsis.
Entre el 10 y el 11 de abril del 1815 el volcán Monte Tambora, en Indonesia, tuvo la erupción más potente registrada en los últimos 500 años. El cielo se oscureció, los ultravioletas tardaron más de un año en atravesar la cortina de humo y cenizas, en 1815 y 1816 no hubo verano.
En Florida se congelaron las Naranjas.
Un grupo de artistas aristócratas que se divertían a una villa en los Alpes Suizos fueron sorprendidos.
Ademas la oscuridad, torrenciales e incesantes aguaceros los mantuvieron confinados durante varios meses.
La escritora londinense Mary Shelley, su compatriota poeta Lord Byron, John Polidori estaban en el grupo y decidieron escribir historias de horror para asustarse mutuamente.
Ahí Shelly escribió su clásico: Frankeinstein, Byron su poema La Oscuridad. Ahí John escribió Polidori su novela Vampyres, hablando de los aristócratas chupa sangre, constituídos en clase dominante que emergieron de la Revolución Industrial.
En el segundo verano que nunca fue, el verano helado de 1816, Joseph Smith, un granjero de Vermont, se mudó a Palmyra, Nueva York, donde se entregó a sus meditaciones y reflexiones. De ahí nació la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días, los Mormones, que luego trasladaron a Utah.
Más reciente, en 1931, Henri Charrière, apodado Papillon (significa mariposa en francés, llevaba una tatuada en el pecho) fue condenado por un crimen que alegó no haber cometido.
La historia de todo lo que pasó en esa cárcel de la Guyana francesa hasta su fuga en 1941 es una de las grandes joyas de la literatura. Fue un fruto del confinamiento, más de 10 años de prisión.
Un Mundo Nuevo
Cuando Colón atravesó el Atlántico, nadie sabía lo que era la “gravedad”.
El mundo en el que inició la Peste Bubónica fue muy diferente al que dejó al final, lo mismo puede ocurrir ahora.
Los nuevos Newton, Shelly y Byron hoy andan por ahí, trancados en sus casas, quizá ni sepan que tienen esa cita con el destino.
¿Cuántas cosas están ocultas hoy, que serán de conocimiento público cuando pase esta nueva peste y su cuarentena?
Las mentes creativas y productivas tienen todo lo necesario, tiempo, tranquilidad y un mundo esperando con avidez nuevas ideas y creaciones, sólo faltan excusas para no trabajar.
La humanidad está preparada para un mundo nuevo.
JPM
malone, interesante datos, aunque poca gente, sobre todo nosotros mismos los periodistas lo ponderen porque tenemos la tendencia a darle méritos a lo que exponen los que están de acuerdo con nuestras ideas política, y más si vives en el exterior y no estás involucrados en perversas cofradías; hay que admitirlo, así es nuestro sector. somo egoistas y le damos créditos a lo que nos gusta, no a los mensajes que construyen. por ello verás, pocos comentarios de reconocimiento, como el maccoy..
buen artí**** cocolo. excelentes reflexiones.