La guerra en las elecciones y los medios de comunicación
La democracia contemporánea nos lleva a escenarios donde las elecciones se asemejan a un campo de guerra, donde los contrincantes luchan no solo contra el oponente, sino también por conquistar la mente del votante. En este contexto, la utilización de todos los recursos posibles, desde el uso de las ciencias sociales, instrumentos tecnológicos, hasta los signos y símbolos, como el lenguaje, imágenes, figuras, colores, sonidos y formas, se convierten en herramientas clave para construir contenidos persuasivos.
En la batalla por la mente del electorado, los medios de comunicación de masas se transforman en el escenario donde se libra una confrontación intensa entre diferentes actores mediáticos. La propaganda, la manipulación y el control de la narrativa se disfraza en forma de tácticas y estrategias como recursos para revertir o construir percepciones, control información y obtener la atención e influencia deseadas, en ese actuar y de aparataje construido verbalmente con el que expresan intenciones y deseos y confundir, o posicionarse en el cerebro del ciudadano no alimenta la vida democrática.
Sin embargo, esta temporada de entretenimiento político, de presentación y desarrollo de contenidos políticos, de desmedida competencia por el voto, tiene consecuencias negativas. La calidad del debate público se ve afectada, el acceso a información objetiva y confiable se dificulta y se fomenta la polarización y la desconfianza en los medios de comunicación, opinantes y comunicadores.
En este escenario, cualquiera puede decir cualquier cosa para impresionar y ganarse el favor del votante, de esta manera este tiempo se convierte espacio para las chácharas políticas, donde la verdad se vuelve relativa y la ética y la moral suelen ser sacrificadas.
Al iniciarse las campañas electorales, presenciaremos la exhibición de mensajes y narrativas políticas. Los precandidatos y candidatos a las elecciones generales del 2024 nos mostrarán cómo los recursos son utilizados sin mesura. El derroche en las campañas, el uso engañoso del lenguaje, de escuchar frases vacías y promesas sin fundamentos serán moneda de uso corriente.
Durante esta coyuntura veremos por todo el país actos de magia verbal para engatusar e ilusionistas de la palabra hablada que intentarán llevar a la gente a votar sin importar la forma.
La guerra de información se hará evidente en este proceso de consolidación democrática. En este juego, los partidos y sus candidatos se comunicarán con el público para transmitir mensajes políticos, influir en las opiniones y comportamientos de los ciudadanos, y promover sus agendas políticas. Si el voto es en gran medida emocional, como se ha afirmado, entonces la batalla será una guerra cognitiva.
Este teatro electoral se desarrollará en los espacios de los medios de comunicación de masas, tanto tradicionales como digitales, en donde se utilizarán contenidos engañosos para cautivar al electorado. Lamentablemente, la Junta Central Electoral premia a los ganadores por obtener la mayoría de los votos, sin importar si en el camino hayan vendido sus almas al diablo para obtener o preservar el poder político. Además, es una lucha de vida o muerte, donde las viejas figuras políticas en estado agónico intentarán marear, sabiendo que su tiempo político se agota y que cada torneo electoral desplaza y da lugar a nuevas figuras políticas.
Ante estos desafíos, es crucial fomentar la alfabetización mediática y promover la educación en el pensamiento crítico, para que las personas puedan discernir entre la información veraz y la desinformación, y resistir la manipulación cognitiva. La Junta como órgano gestor tiene que impulsar más y mejores mecanismos de controles eficaces, desarrollar estrategias y políticas para contrarrestar y prevenir los efectos asociados a la guerra cognitiva, y de esa forma proteger la salud de la democracia.
En fin, la contienda electoral actual, la batalla por la mente del votante, se libra en los medios de comunicación de masas. La utilización de tácticas y estrategias para influir en la opinión pública y controlar la narrativa de los acontecimientos o informaciones, como la propaganda, la manipulación y el control de la narrativa, se han convertido en parte del juego político.
Sin embargo, es fundamental salvaguardar la ética, la verdad y la calidad del debate público y fomentar las habilidades críticas y responsables en la sociedad. Solo así podremos contrarrestar los efectos negativos de esta guerra en los medios y preservar la integridad de nuestra democracia.
jpm-am
los medios de comunicación «relacionadores publico de las elites y los partidos, hacen su agosto en tiempo de campaña recibiendo sumas astronómicas en efectivo y sin pagar impuestos por su labor de ingeniería social tratándonos de vender un mal producto . la alfabetización mediática es una materia que se da en las escuelas de los países desarrollados donde los políticos no tienen miedo y están bien formados.
los medios de comunicación dan asco en nuestro pais, no se les pueden llamar comunicadores sino unas partidas de politiqueros baratos hablando basura y haciendose millonarios con los politicos.