La espina junto a la flor
No hay felicidad completa; esta es una verdad absoluta. Por más que en apariencia a una persona le sonría la vida, por muchos que sean los bienes materiales que posea, por más que sea el poder que detente, por muchas que sean las personas que estén bajo su mando directo, siempre habrá en su vida un motivo de infelicidad o de tristeza. Es como con mucha sabiduría lo dice la gente del pueblo: “Siempre hay un pelo en el sancocho”.
Hay muchas personas que, en apariencia, tienen razones excesivas para ser felices, que ante los ojos de los demás lo tienen todo: belleza, salud, una pareja envidiable, hijos hermosos, un buen trabajo, un automóvil de lujo en su último modelo, una casa amplia y costosa en un residencial de clase alta, pero que en el fondo son ellas las que envidian a quienes pueden caminar libremente por las calles sin que nadie los moleste, a quienes disfrutan su humilde bocado, a quienes duermen en paz toda la noche.
Con frecuencia recuerdo mis años de médico en el Teatro Nacional. Los bailarines, después de concluir una pieza de gran intensidad, ante los aplausos del público salían al escenario aparentemente sonrientes, pero al bajar el telón se dejaban caer pesadamente en el suelo extenuados por la fatiga y manifestaban su cansancio con respiraciones ruidosas y prolongadas.
No todo lo que brilla es oro, dice un viejo refrán. Muchas cosas se maquillan con el afán de lograr dar una apariencia a veces muy distante de la realidad. La gente en su afán de aparentar lo que no siempre tienen incurre en acciones penosas. Hay quienes van a su trabajo con vestimentas costosas, pero con el estómago vacío.
Hay quienes proclaman que conforman el matrimonio más feliz del mundo, que en sus muchos años de unión nunca han tenido con su cónyuge un sí ni un no. Y esa sola afirmación contradice lo que ellos aparentan, porque si nunca han tenido un sí ni un no es porque entre ellos no hay comunicación. Esas personas llegan a sus casas obligadas por las circunstancias, como tienen que regresar a la cárcel aquellos con autorización de salir durante el día.
El caso es que la vida está llena de complejidades, que nunca se inclina hacia un solo lado, que ante la abundancia de dinero llega la enfermedad, que aun en las casas más lujosas un día aparece comején, que ante las parejas más idóneas con frecuencia se asoma el desamor, que en las familias con mayor formación moral suele aparecer alguien que desentona.
La vida que yo vivo no es vida, es un simulacro de existencia, suelen expresar muchos en su desesperación, que a no pocos conduce al infortunio. Recuerdo la historia de alguien que llegó exiliado a Estados Unidos con cinco dólares en el bolsillo. Trabajó duro con constancia y acierto, llegando a convertirse en un gran millonario. Tiempo después le fue mal en sus negocios y cuando solo le quedaban 50 millones de dólares decidió suicidarse temiendo llegar a la ruina.
No se entiende la vida: mezcla la risa con el llanto, la felicidad con la tristeza, la miel con la amargura, el placer con el dolor, la oscuridad con la luz, la lluvia con el arco iris, la vida con la muerte. Es como lo dibujó el poeta Moreno Jiménez en sus versos cuando pidió vehementemente: “No entristezcas el amor, que el amor es siempre triste, en este mundo en que existe la espina junto a la flor”.
jpm-am
precioso,gracias primo
gandi decía que los bienes que produce la tierra, dan y sobran satisfactoriamente para toda la humanidad, pero la codicia de un grupo generan infelicidad en los demás
los utilitarios,los vividores,los corruptos,los que prefieren tomar atajos/ shortcuts,que son muchos, les gusta oler y apreciar la belleza de las rosas,sin tocar las espinas.
excelente arti**** y muy a tono con la realidad.gracias por ese aporte .
ese galeno de la medicina: dr. domingo pen~a nina,?parece conocer la realidad de la vida terrenal, pues esa es la pura axiomas,y realidad de la vida terrenal, pero hay que ver que sin los interno, no se puede a hacer nada con externo, pues los que’ cometen esa acciones de quistarse la vida, es porque no conocen los interno, que se’ llama; «ven a mi que yo soy».,..gracia dr. domingo pen~a nina, por su bellos y reales punto de «todos vamos de paso»
el hedonismo,da pena que nuestro país y el mundo,hoy se haya vuelto tan materialista,con tanta vanidad de vanidades.tantas gentes que se las pasan 24/ 7 agonizando por aparentar lo que no son,generalmente porque hoy si que es cierto,de que si nada tienes,nada vales,y tristemente así han sido formadas la mayorías,en las nuevas generaciones. de ahí que consultorios de psicólogos y psiquiatras no den abasto,teniendo hoy que usarse robots terapeutas
excelente artí****. un afectuoso saludo, dr nina