La diferencia es el sitio
Abajo y arriba son distintos. Es más que sabido pero no siempre asumido
Un ejemplo muy peculiar son los dirigentes de izquierda que tanto pregonan por la equidad, la justicia social y toda la larga lista de reclamos que engrosan sus discursos diarios. Eso es abajo.
Arriba hay que buscar la forma de justificar beneficios irritantes que al parecer solo son malos cuando otros los disfrutan.
En un vivo ejemplo de eso, el diputado Fidel Santana defendió, aunque de manera indirecta, pero igual defensa, su derecho a aprovechar la exoneración para vehículos de lujo que reparte el Poder Ejecutivo, claro con el desangramiento del erario, como en otros casos.
Ese es solo una cuestión. Ese afán de sacar provecho está reflejado incluso en los pactos de los “socialistas” con los partidos que sí son opción de poder. Unos del lado del oficialista y otros del Revolucionario Moderno.
De una u otra forma han cerrado filas y sumado sus voces a las de gente apegadas a un tradicionalismo que tanto criticaron pero que les ofrece la oportunidad de ascender allá, a ese cuasi olimpo que representa el manejo de la cosa pública.
Será porque al final no es más que falsa pose el clamor por un colectivo que está lejos de su vista pero son incapaces de mostrar el más mínimo gesto de solidaridad con el que tienen al lado.
Quizás porque el objetivo real es llegar, con o sin los argumentos de cambios profundos y críticas a un sistema que a la postre los mantiene en palestra y al que sacan provecho hasta con las críticas.
Ojalá, que en la medida en la que asciendan no los enferme el mal de Hybris, no sea que borrachos de poder vayan a gotear de algún lugar muy alto.
JPM