La corrupción pública se maximiza
No
basta con formular un presupuesto equilibrado como mandan las técnicas
presupuestales sino se actúa con prestezas para poner coto o corregir los
escapes voluntarios y de mala fe con que en República Dominicana se ejecutan o
aplican los fondos financieros que las autoridades nacionales recaudan a través
de los impuestos, gravámenes y tasas cobrados a los contribuyentes.
Es
frecuente leer, escuchar y ver, cómo los distintos medios de comunicación tratan
a diario temas relativos a las diferentes manifestaciones de corrupción que coexisten con los habitantes de la nación
dominicana al extremo de que ya se consideran como parte de su diario vivir, que
ya no producen el asombro y los temores que en años pasados ocasionaban.
La
escala de valores de muchos dominicanos se ha invertido; la moral y la ética se
han dejado a un lado o se han olvidado y en muchos habitantes estos aspectos nunca
han formado de su estilo de vida.
Se
quiere justificar en muchas ocasiones la no observancia de los valores morales
y éticos en el estado de descomposición
con que hoy se vive de forma deportiva u olímpica, donde se actúa de espaldas a las reglas,
tradiciones y buenas costumbres de una nación.
Hoy,
nada es nada, e inclusive ya no se respetan las palabras empeñadas, los
compromisos, los juramentos y a veces ni los acuerdos escritos hechos de buena
fe. Se dice una cosa y se practica otra de manera rauda y veloz.
La
Cámara de Cuentas de la República Dominicana, en cumplimiento de la Ley que le
sustenta No.10-04 del 23 de enero de 2004, practica periódicamente a las
diferentes instituciones del gobierno auditorías financieras con el propósito
de conocer el buen manejo que se les da a los fondos públicos que se les han consignado
en el Presupuesto General del Estado.
Como
parte de dichas fiscalizaciones, con frecuencia se detectan irregularidades de
procedimientos, mala aplicación de normas y principios financieros que llevados
como se estipulangarantizarían el buen manejo de los fondos públicos.
La
exorbitante cantidad de irregularidades detectadas en dichas auditorias llegan
al extremo de que trascienden hasta
descubrirse fraudes o desviaciones de fondos públicos.
Estas
desviaciones han sido detectadas hasta en los ayuntamientos o alcaldías de
diferentes provincias y municipios tales como Bayaguana, San Francisco de Macorís,
San Pedro de Macorís y San Cristóbal, provocando la repulsa de las poblaciones,
que ya no soportan más.
Han
sido tan claras las acciones corruptas que dichas
poblaciones se sienten indignadas y con persistencia reclaman justicia, pues se
pasan el tiempo pagando impuestos para que estos ediles se encarguen de usufructuar
dichos fondos en asuntos personales.
Por
eso, no es extrañoque uno de los actuales miembros de la Cámara de Cuentas de
la República Dominicana y personalidades de los diversos sectores económicos,
políticos, religiosos y sociales, alarmados por tales desmanes, aprovechen algunos
foros y escenarios para denunciar esos actos de corrupción que van carcomiendo
los cimientos mismos de la sociedad dominicana e impidan que muchas comunidades
se vean constreñidas o privadas de las
obras que se les presupuestó.
Recientemente,
Monseñor Agripino Núñez Collado, rector de la Pontificia Universidad Católica
Madre y Maestra (PUCMM), manifestó que la sociedad dominicana esta compelida a
ser transparente donde quienes ejerzan las funciones públicas no vayan a los
cargos a servirse del erario sino a servir a los demás.
La
corrupción distrae fondos del erario presupuestado anualmente, aleja la
inversión extranjera, aumenta la pobreza, aumenta la delincuencia, aumenta el déficit
fiscal o desequilibrio presupuestal, aumenta la evasión fiscal por la falta de
confianza en las autoridades, se sobrevaluan las obras, aumentan las nominillas
ocultas, se cobran comisiones a contratistas del Estado, pervierten a las
personas, las corrompen y prostituyen, socavan la legitimidad de las
instituciones públicas, atentan contra la sociedad y la justicia y contra el
desarrollo integral de los pueblos, se desnaturaliza el individuo, entre otros
efectos.
En
el 2013, en el Ranking Mundial de la corrupción, la República Dominicana ocupó
la posición 123 de 177 países y el índice de percepción de la corrupción fue un
29%, ,uno de los países más altos de
América Latina, conforme la Organización Transparencia Internacional (OTI), la
cual cada año evalúa el índice de la percusión de la corrupción en una escala
de cero (0) (menor corrupción) a cien (100) (mayor percepción de corrupción).
La
corrupción en la República Dominicana se ha convertido en una enfermedad o
patología, vicio, adicción. Se estima que el 20% del Presupuesto General del
Estado forma parte de los actos de corrupción y lo grande de todo lo anterior
es que lamentablemente se combate, se denuncia, se acusa pero no se castiga,
pues hasta ahora no hay personas detrás de las rejas por este delito.
Conforme
estudios, las áreas más propensas o vulnerables a la corrupción son los partidos políticos, la policía y los
sistemas judiciales por lo que en esta dirección deben enfocarse el remedio a aplicar
a través de la concientización y la penalización de los actos de corrupción. Sin
lugar a dudas hoy hay más actos de corrupción en la nación dominicana, lo cual
contribuye a un mayor déficit presupuestal.