La corrupción política

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El autor es profesor universitario. Reside en Santo Domingo.

Por JOSE DIAZ NIN

El solo hecho de que la población perciba altos índices de corrupción en las esferas gubernamentales conlleva a la desconfianza en los inversionistas y a la pérdida de fe en el  sistema democrático para resolver los grandes males sociales.

La corrupción política ha sido definida por Wikipedía como  término que se refiere al abuso del poder mediante la función pública para beneficio personal.

Otros autores como Javier García Espinal, de la Fundación  Acción Por el Desarrollo Humano, sostiene que «El fenómeno de la corrupción constituye una vulneración de los derechos humanos por cuanto que generalmente entraña una violación del derecho a la igualdad ante la ley, y en ocasiones, llega a suponer una vulneración de los principios democráticos”.

No se puede esperar del corruptor que acuse a sus vástagos de corruptos como la inmensa razón de una madre: yo sé que es malo; pero es mi hijo.

Para La Biblia la corrupción es un pecado  y el pecado es todo acto  contrario a la razón  o a la conciencia.

Es sinónimo de corrupción: depravar, echar a perder, sobornar, traficar con influencias, abuso de poder, mala conducta, falta de transparencia, putrefacción,  pervertir, dañar,  vicio o abuso y violentar.

Para la Contabilidad la corrupción es violar las leyes, reglamentos, manuales, políticas administrativas, controles internos y otras disposiciones emanadas de las altas instancias.

La corrupción política en la República Dominicana esta matizada por el abuso de poder, tráfico de influencia, despilfarro del dinero del pueblo, evasión y evitación de impuestos, el soborno a funcionarios para obtener favores, el uso de las arcas del Estado para beneficio de particulares o para realizar actividades que no son propias del Estado.

En este país no se sancionan a los corruptos, pero tampoco se enaltecen a los funcionarios públicos que tienen y han tenido una hoja de servicio encomiable, como por ejemplo un Jorge Martínez Lavandier, Miguel Cocco, Doña Zaida Ginebra, Don Quico Tabar, Luis Eduardo Tonos y muchos otros que han escrito bellas páginas en la administración Pública sin ostentar grandes riquezas.

Los dominicanos  consientes tenemos que enfrentar este flagelo, si queremos sobrevivir en esta sociedad con paz y esperanza en el destino, si queremos igualdad entre todos y sobre todo si queremos mantener este sistema democrático que es sin lugar a dudas, el más apropiado para la convivencia humana y el respeto a los derechos de cada uno.

Cada dominicano debe ser un celoso guardián de las ejecutorias del Estado y oponerse rabiosamente a cualquier asomo de corrupción, impidiendo, limitando, denunciando y reprobando sin importar  las consecuencias.

No se puede permitir que los funcionarios públicos abusen del dinero del pueblo: en gastos desproporcionados en viajes, teléfonos, sueldos, publicidad,  combustibles y otros, sin dejar de mencionar el pago a personal que no realización ninguna función al gobierno.

La consecuencia de la corrupción, cuando se hace generalizada, ha sido, entre otros hechos, el incremento de deuda externa, el narcotráfico,  la pobreza, el aumento del costo del dinero, el desempleo, la inflación, de la incapacidad para adquirir, con los sueldos, lo básico para vivir.

Es por eso que estamos mal en nuestro país y es por eso, como decía la canción, por lo nunca progresamos.

 

 

 

 

 

 

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