La ciudad posible puede terminar en pesadilla

 
El Distrito Nacional ha crecido y avanzado bastante. Sería mezquino de nuestra parte dejar de reconocerlo. Ejemplo de ello son los más recientes resultados del índice Cities in Motion (ICIM), que refleja que de las más de 3000 ciudades que existen en el mundo, Santo Domingo se encuentra en la posición número 145.
 
Sin embargo, esta mejora del territorio no se corresponde para nada con la vida  citadina. Así como ha crecido la ciudad, ha crecido el parque vehicular y han ido disminuyendo los derechos de quienes amamos ser peatones o lo somos por necesidad.
 
La ciudadanía necesita poder desplazarse de un lugar a otro sin ninguna dificultad, y sin importar nuestra condición física; esto es  algo justo y necesario. Para ello, debemos hacer conciencia de que cuando transitamos por las calles de nuestras ciudades, no estamos solos; existen otros ciudadanos con los que compartimos las calles, y que tienen exactamente los mismos derechos que nosotros; sin importar el medio de transporte que usen ya sean peatones o conductores de vehículos de motor, bicicletas, patinadores, etc.
 
La Educación Vial “es el aprendizaje de conocimientos, hábitos y actitudes en relación con las reglas, normas y señales que regulan la circulación de vehículos y personas. Permite a los ciudadanos y ciudadanas dar una respuesta adecuada -segura y fluida- en las distintas situaciones de tráfico en las que se pueda ver inmerso, ya sea como peatón, pasajero o conductor”.
 
Sin embargo,  en Santo Domingo por ejemplo carecemos de programas de Educación Vial no solo para el peatón;  está ausente también la educación en ese orden dirigida a los conductores de vehículo de motor; y cuyas flotilla en esta ciudad ha ido creciendo y evolucionando con el tiempo arrastrando la misma carencia de Educación Ciudadana y respeto a los derechos de las y los ciudadanos. 
 
Santo domingo ha pasado a ser de una ciudad posible a una ciudad imposible para quienes la habitamos; y ante esta imagen de desorden en la circulación es la que se llevan los turistas que nos visitan. El desconocimiento de los derechos y la falta de autoridad es evidente a la vista de todos.
 
La ausencia de programas de Educación Ciudadana en el territorio, nos ha llevado a desconocer los derechos que todos tenemos como peatones. La falta de autoridad en la ciudad de Santo Domingo trajo como consecuencia la pérdida de prioridad que supone tener el peatón sobre los vehículos para atravesar la vía por el espacio destinado para el cruzado peatonal. 
 
Tanto hemos perdido los peatones, que los conductores ya olvidaron que deberían -al aproximarse a la señal de cruce peatonal en las calles- reducir la velocidad; peor aún, han olvidado las señales que indican el paso peatonal en las calles, porque ese espacio que esta designado para el cruce de peatones, hoy se han convertido en el alto de los vehículos para esperar el cambio de luz del semáforo; si lo respetan.
 
Hace tiempo que el conductor de todo tipo de vehículo, parece haber olvidado la época de peatón que también vivió, se hacen los desconocedores de que en las intersecciones sin semáforo -cuando sea necesario- deben detener por completo el vehículo para ceder espontáneamente el paso a los peatones, para que estos puedan atravesar las calles siguiendo su marcha normal.
 
Las estadísticas que comprenden los períodos 2011-2014, reflejan que en República Dominicana tuvimos un total de 29,892 víctimas de tránsito; 3,509 de estas fueron peatones y ni hablar de las estadísticas de crecimiento de nuestro parque vehicular.
 
Hoy, la ciudad de Santo Domingo ha cambiado y evolucionado. Pero hay más que evidencia de que ha faltado un proyecto estratégico que tome en cuenta esta evolución y de respuestas a prácticas negativas que afectan el normal desenvolvimiento cotidiano referido a la circulación o transito en general.
 
Es evidente también que las diferentes administraciones han aportado en la evolución de la ciudad, pero no se ha implementado iniciativas exitosas de propuestas frescas e innovadoras que puedan aportar soluciones al desorden existente. 
 
Inyectar sangre nueva en un cabildo que quedó atrapado en el tiempo y no evolucionó con ella pudiera ser una salida pertinente y eficaz. Santo Domingo necesita de ideas nuevas. Necesitamos una nueva alcaldía que de respuestas a las necesidades de esta nueva ciudad.
 
La ciudad posible puede terminar en pesadilla, es nuestra responsabilidad no permitir que lleguemos a ella. Ha llegado la hora de contar con autoridades con la que compartamos el sueño de una ciudad inclusiva, un Santo Domingo que sea para todos, una ciudad que comprenda que debemos respetar los derechos del peatón y que lo reconozca también como medio de transporte, que se ocupe de mejorar la infraestructura peatonal y que genere políticas públicas en sintonía con el peatón y para el peatón. Es hora de avanzar como la ciudad.
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