Junio 2012 sangriento en la memoria de Salcedo
Próximo a las 8 de la noche estalló la primera bomba de fabricación casera por las inmediaciones del parque Duarte. Estremeció la población urbana. “Definitivamente mañana habrá huelga”, recuerdo que le dije a mi esposa y me dispuse a llamar a los compañeros fotorreporteros para que me informaran de lo que estaba pasando. Vivo en una parte no muy céntrica de la ciudad.
Miguel Paulino, recuerdo que me dijo, “Rafael, están quemando gomas en toda la zona del parque, y ya el Hoyo y Rabo Duro se prendieron”. Acto seguido llamo a Edward Liriano (Gatagá), quien también me confirma lo dicho por Miguel y quien además me envía fotos y videos de lo que se vivía en esos momentos en toda la zona céntrica.
5 minutos después ya todas las redes sociales anunciaban al mundo que “Salcedo se estaba acabando” y que exigía entre otras cosas, el esclarecimiento de la muerte del deportista Héctor Ramón Medina, acaecida el sábado 10 de mayo, en un incidente tapado de maneras groseras y burdas por quienes eran autoridades electas en ese momento.
Al otro día temprano, Salcedo amaneció militarizado con tropas de las llamadas “Elite” del Ejército y la Nacional, en donde el tableteo y los enfrentamientos tan pronto el día comenzó a clarear, también comenzó a calentase la cuestión, razón por la que los primeros heridos no se hicieron esperar y la sangre, como dice el comunicador Pily Liriano comenzó a correr por las calles de este pueblo.
Los militares trasladados no pudieron contener la rabia del pueblo. A eso de las 10 de la noche, se nos informó de la llegada de Los Topos, unidad del EJRD especializada en algo más que disturbios urbanos, lo que, al asegurar de la especie, dimos a conocer nuestro punto de vista alertando que en esta ciudad se podría producir una cacería humana, y así fue, bien temprano en la mañana nos enteramos de la primera víctima y ya muy próximo al medio día de la segunda y en la tarde la tercera.
Salcedo era motivo de primera plana en El Nacional y firmada por quien escribe, con fotos que me eran cedidas por algunos de los amigos fotorreporteros y otras que corriendo el riesgo la tomaba desde los mismos lugares de los hechos. Salcedo era un verdadero campo de batalla.
Una masacre sinigual se daba ante la indiferencia de ciertas autoridades que más que solucionar el crimen de Héctor Ramón, trabajaban para dividir el movimiento popular de Salcedo, el cual para esos días se convertía en una fiera amenaza para las autoridades de ese entonces.
El día 14, en el hospital de Salcedo, en pleno parqueo, frente a la emergencia del Pascasio Toribio, llevan mal herido uno joven, quien fue captado por el lente de fotorreportero Nelson Medina, y el cual murió minutos más tarde.
En ese mismo lugar se dan discusiones entre quien escribe y un militar de los Swats, el cual, al parecer obedeciendo las órdenes, intenta primero impedir que los comunicadores tomen imágenes de los dantescos hechos que allí se vivían y segundo, agredir un joven cuya portada de la Revista La Prensa de ese mes, le dio la vuelta al mundo.
En el referido medio una madre sufrible y espantada de un miedo atroz, no desamparó a su hijo, quien herido iba a ser trasladado a otro lugar, lo que provocó en mí una ira inusual y con cámara en mano me armé de valor y le reclamé a ese sádico militar el por qué delante de su madre, esposado y con un suero puesto maltrataba a ese joven , lo que provocó en el militar (creo que capitán), que nos enfrascáramos en una discusión que gracias a Dios fue disuelta por el Coronel Almánzar, quien intervino y por eso la estoy contando.
El día 15 ya se contaban entre 5 y 6 los muertos, lo que, junto a los medios locales, los nacionales y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, llamaban a una solución urgente al caso Salcedo, el cual amenazaba con irse a pueblos como San Francisco de Macorís, Nagua, Bonao, Navarrete y Licey, que esperaban entrar en acción en las próximas horas.
De esos sucesos se recuerdan las muertes de además de Héctor, las de Dilenia Quezada Ulloa, de 23 años y embarazada, la cual oraba en la capilla San Antonio cuando cayó una bomba lanzada por la policía; Rafael Antonio Cáceres (El Vico), que evidenciaba trastornos mentales, falleció luego de ser herido por la espalda, Jonathan Paulino, quien murió tras recibir un disparo en el rostro cuando se encontraba en el patio de su casa, en momentos que según moradores, no se producían protestas sector Los Magos; y José Hernández Guzmán, de apenas 19 años, entre otros que como periodista no pudimos contactar y que a lo mejor murieron de manera clandestina………