José Silié Gatón
Por JOSE SILIE RUIZ
La Dra. Aracelis Oviedo Colón es una inteligente y refinada dama, odontóloga de profesión y que por ser hija del maestro Ramón Oviedo tiene en sus genes la perspicacia del primoroso arte. A raíz de la muerte de mi padre ella nos envió esta sentida elegía. En razón de que si mi padre estuviera entre los terrenales, el próximo martes 30 hubiera cumplido noventa y tantos. Es por eso que hoy pido la compasiva venia de mis siempre benévolos lectores, para poder compartir con ustedes sus condescendientes juicios sobre mis padres. Todo es de su gentil autoría.
“Un humanista que está durmiendo hasta la resurrección, quien aún en su ausencia física ha dejado en la tierra dominicana tantos sonidos, sonidos no detenidos en el horizonte, seguir sus pasos es: saber convivir con decencia, interactuar con un correcto proceder social, conducirse por caminos de moral y de ética, como él tituló muchos de sus libros. Es desprenderse de todas las mezquindades y malezas de este presente incierto; José Silié Gatón, hombre insigne, de recto proceder, de elegantes modales, excelente amigo, que en los momentos tan inestables de esta agitada vida moderna nos dejó consejos morales de dimensiones permanentes. Conversar con él era encontrar esas cosas hoy perdidas y que tanto anhelamos; como son: la decencia, la mansedumbre, el respeto mutuo, la conducencia moral, la solidaridad y la alegría; recibimos esas charlas con tanto comedimiento, que se convirtieron para mí en un testimonio para meditar. Su corazón siempre estaba en calma, era un hombre muy sabio, incorruptible, culto como pocos y siempre muy firme en sus criterios morales y éticos, con la colosal valentía de los justos. Formó junto a su esposa, doña Vaganiona, una ilustre descendencia, una verdadera prosapia, con unos lazos familiares de extraordinarios conceptos de vida digna. En ese hogar santo, donde se respiraba permanentemente un respeto señorial, donde el cariño y la poesía estaban siempre presentes. Puedo afirmar que ellos conocieron el amor verdadero con toda su fuerza y esplendor, pero aunque hoy no los tenemos físicamente, ambos están con nosotros en forma de ángeles, mis recuerdos de ellos están llenos de sensibilidad.
La “Ética del buen vivir” es el libro que deben leer y asimilar los muchos que hoy dan rienda suelta a las pasiones más equivocadas de sus convulsos corazones, provocando la infelicidad de tantos. Los recordaré por siempre; los visité una tarde, al llegar a ese bellísimo y distinguido hogar, una dulce y preciosa señora llamada doña Vaganiona, me tenía preparada una elegante bandeja de plata con un finísimo paño de ganchillo, con dulces de varias frutas y con aquel gesto tan simpático y afable que nos los brindó, y ese señor don José, buscando todas las formas de hacernos sentir bien. Fui en busca de sus orientaciones jurídicas y con bondadosa disposición él me sirvió. Me detuve a observar con detenimiento la inmensa belleza que rodeaban los espacios de esa linda casa, en uno, objetos antiguos en combinación con lo clásico para embellecer el presente, en otro espacio una mesita llena de figuritas de cristal de Bacarat, donde caían los rayos solares sobre rosas, me transportaron a mi infancia, a la casa de mi abuela a su patio con olor a azucenas; en otro espacio, el álbum familiar de los Silié-Ruiz donde aparece su hijo, el Dr. José Silié Ruiz, eminente neurólogo, que me ha brindado al igual que a toda mi familia los mejores servicios médicos, valiosísimo ser humano, es un gran honor para el país tenerlo en ejercicio médico y contar con él, es como un buen amigo, al igual su primo psiquiatra, el Dr. Enrique Silié Valdez. Son una familia muy prestante, personas de un aristocrático trato, de un correcto proceder y todos muy inteligentes.
En mí queda la gran satisfacción, que Dios me brindó y es la oportunidad de haber conocido y compartido con ese ser tan extraordinario en su perspectiva humana y como prohombre, ejemplo indisoluble de ética, de moral y de inmensa “jurisprudencia” en el ámbito personal y profesional, don José Silié Gatón, él es sin dudas el verdadero padre de la -ética dominicana-, paz a su alma”.
De nuestra parte, ¡gracias desde el hondón de nuestros corazones doctora Oviedo! Y a todos mis gentiles y magnánimos lectores, un cálido y fraterno abrazo, con deseos de gran dicha, mucho amor y premien ente salud para el 2015.