Irma: una estela de aprensiones y perplejidad
Irma llega a poner la tapa al pomo a estas semanas que nos han flagelado con tantos incidentes tan desagradables como continuos y quizás viene a recordarnos que pese a todo nuestro lado humano, demasiado humano está ahí todavía.
Por eso logra colarse y preocuparnos entre la violencia que a veces nos espanta y que otras tantas nos deja indiferentes, porque ya estamos acostumbrados y la inseguridad nos arrebata la capacidad de asombro.
Ese corre corre y las previsiones “ante el inminente paso del fuerte huracán” y las manos en la cabeza después, nos retrotraen un poco a nuestra realidad, a nuestros miedos ante lo impredecible y perpetúan esa vulnerabilidad pendiente en todos los programas de gobierno de todos los partidos.
Por más ligero que sea, no todos salen ilesos de un fenómeno natural. Las condiciones de fragilidad en las que habitan tantos y tantos seres humanos los convierte en blanco obligado, al que no salvan ni las oraciones de los creyentes sumadas a la buena voluntad de los que no.
Irma es también una forma de violencia que refuerza la desesperanza de mucha gente sumida en esa negatividad impuesta por las diarias tragedias que nos ensucian las manos cada vez que leemos el periódico o accedemos a una pantalla en esta realidad tan tecnologizada como estancada en ciertas materias vitales.
Lo mismo que los asaltos, las violaciones sexuales, la violencia intrafamiliar y todas las manifestaciones de agresión, este ciclón deja a su paso por el Caribe una estela de aprensiones y perplejidad.
Es para decir en esa onda pesimista que ya nos permea pese a las risas, como si no nos faltara una.
jpm