Insultos y agresiones físicas a médicos

 

            Cada vez es más frecuente escuchar que médicos de guardia en el Servicio de Emergencias de algún hospital son agredidos de manera física o con insultos no publicables, independientemente del sexo de estos.

            Muchas veces, los autores de estas agresiones son personas afectadas de algún mal durante días, que no se dan tiempo de acudir a su médico en el horario regular de consultas.

Pero que después de media noche de juergas, sienten que se les incrementan las molestias y, entonces, acuden al Servicio de Emergencias durante la madrugada, exigiendo ser atendidos de inmediato y que se les aplique un tratamiento super efectivo, que haga desaparecer sus síntomas en segundos.

            Otras veces, son padres que no se ocupan de sus hijos durante la semana y los fines de semana o días festivos que los atienden, se alarman en exceso hasta por una picada de mosquito y acuden al Servicio de Emergencias a medianoche exigiendo a los médicos, a gritos, atención rápida y tratamiento certero, cuyo efecto se evidencie al instante, allí mismo.

Con sus exigencias y gritos quieren dejar entrever un cuidado y esmero que no tienen con sus hijos,  como forma de aquietar los reclamos interiores de sus conciencias.

            Los hospitales públicos y muchos de los centros médicos privados carecen de un adecuado servicio de seguridad y protección al personal de salud, lo que hace a los médicos vulnerables ante las agresiones tanto verbales como físicas de que son objeto, en ocasiones por un grupo de familiares o amigos que acompañan al enfermo y se envalentonan en turba.

            Los médicos de emergencias, que deben dedicarse con esmero a la atención y estudio de los enfermos que llegan a su servicio, con frecuencia se ven abrumados por la gran cantidad de enfermos que se aglomeran en la emergencia y les resulta imposible atenderlos a todos con la premura con que estos desean recibir el servicio.

En ocasiones, incluso, tienen que alterar el orden de las atenciones, al margen del orden de llegada de los enfermos, discriminando entre los afectados con mayor severidad, cuya vida puede peligrar y los que llegan, simplemente, porque se les hace más cómodo acudir a emergencia, que a la consulta normal o tienen un padecimiento banal.

            Pero estas particularidades no son tomadas en cuenta y los familiares de los enfermos exigen atención inmediata y si no la reciben así, agreden a los médicos y al resto de personal de salud.

            Sobre esta situación particular, existe una jurisprudencia española, en la cual en un juzgado de instrucción de Jaén, se dictó un auto en el que se califica como desacato la ofensa verbal realizada contra un médico. El magistrado basa su argumentación en que el facultativo, cuando ejerce sus funciones en un hospital público, tiene la consideración de una autoridad pública.

Y faltar al respeto y consideración debida a la autoridad pública o a sus agentes, es considerado como un delito penal; falta esta que se encuadra dentro de las que el Código Penal recoge contra el orden público, que debe ser castigada con multa  y privación de la libertad.

            Es tiempo ya de que en nuestro país, cada vez que se menosprecie o agreda a un médico, de forma verbal o física en un Servicio de Emergencias, o cualquier otro servicio de un centro de salud, se reclame a los tribunales una sentencia penal que implique multa y privación de la libertad. 

De ese modo se aprenderá en el país a respetar al médico como se debe y a reconocerle su esfuerzo denodado a favor de los enfermos.

jpm

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