Homilía del Papa en Cuba
La plaza de la revolución, antigua Plaza Cívica, se vistió de banderillas, sombreros, pencas, abanicos manuales, personajes que acudieron a un paisaje distante del reinado de las palmas, pero cargado de espiritualidad y esperanza, un paisaje condenado al ostracismo y a la inmovilidad pero iluminado por la fe.
«Cuidemos de la fragilidad del hermano.» Sentencias como tal, le confieren a las palabras del papa Francisco, un profundo carácter filosófico, abierto a toda especulación y aplicable a sí mismo, de acuerdo a los intereses de cada cual.
¿Quién es el más importante?
Se refiere al diálogo que sostuvo Jesús cuando le formuló una pregunta indiscreta a los discípulos.
¿De qué discutían?
De quién era el más importante. Aquel que sirva más a cambio de servir, no de obtener ganacias por lo servido, será el más importante.
La enseñanza o parábola de la servidumbre no exime al servidor de su carácter honorable, lo cual le confiere al mensaje del papa un tono aleccionador.
Trasmite el ejemplo de la virtud, nacida del desapego, desinterés, sin que el servidor por ello sea humillado.
Abogó por la reconciliación de los cubanos, por aquellos que viven en el más absoluto aislamiento, los separados por barreras políticas, los separados por el olvido.
Enfatizó en la fragilidad del hermano, invocó a la virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. Concluyó el papa Francisco su homilía con la máxima humanística siguiente, ¡Quien no vive para servir, no sirve para vivir!
Demuestra una vez más su alto sentido de la filosofía, pensamiento provocador de criterios disímiles en cuanto a los intereses de cada cual.
La humanidad se debate entre la provocación y la duda, esperemos que el pensamiento provocador del papa Francisco, origine los mejores frutos para el planeta y para los cubanos, como ejemplo de una nación única, insertada en la comunidad de naciones civilizadas.
De lo contrario, seríamos los mismos dispersos por el planeta, marginados por la duda, el desarraigo, el absolutismo de los que disponen del sartén por el mango.
«Cuidemos de la fragilidad del hermano.» Sentencias como tal, le confieren a las palabras del papa Francisco, un profundo carácter filosófico, abierto a toda especulación y aplicable a sí mismo, de acuerdo a los intereses de cada cual.
¿Quién es el más importante?
Se refiere al diálogo que sostuvo Jesús cuando le formuló una pregunta indiscreta a los discípulos.
¿De qué discutían?
De quién era el más importante. Aquel que sirva más a cambio de servir, no de obtener ganacias por lo servido, será el más importante.
La enseñanza o parábola de la servidumbre no exime al servidor de su carácter honorable, lo cual le confiere al mensaje del papa un tono aleccionador.
Trasmite el ejemplo de la virtud, nacida del desapego, desinterés, sin que el servidor por ello sea humillado.
Abogó por la reconciliación de los cubanos, por aquellos que viven en el más absoluto aislamiento, los separados por barreras políticas, los separados por el olvido.
Enfatizó en la fragilidad del hermano, invocó a la virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. Concluyó el papa Francisco su homilía con la máxima humanística siguiente, ¡Quien no vive para servir, no sirve para vivir!
Demuestra una vez más su alto sentido de la filosofía, pensamiento provocador de criterios disímiles en cuanto a los intereses de cada cual.
La humanidad se debate entre la provocación y la duda, esperemos que el pensamiento provocador del papa Francisco, origine los mejores frutos para el planeta y para los cubanos, como ejemplo de una nación única, insertada en la comunidad de naciones civilizadas.
De lo contrario, seríamos los mismos dispersos por el planeta, marginados por la duda, el desarraigo, el absolutismo de los que disponen del sartén por el mango.
diosdado 0811@hotmail.com
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