REPORTAJE: Hitos del desarrollo cervecero
A finales de los años 40 del siglo pasado, el norteamericano James A. Stuart sucedió a Charles Wanzel en la presidencia de la Cervecería Nacional Dominicana, fundada en 1929. Su gestión, realizada junto a un grupo de directivos liderados por Pilindo Bonetti e integrado por Julio Montolío, Rafael Menicucci, Luis del Toro, Frank Columna, Jorge Pesquera y Mariano Defilló, incorporó nuevos equipos y edificaciones para la modernización de la planta. Proyectándose a mediados de los 50 en un aumento del capital (RD$3 millones) y de la producción: 8.2 millones de litros en 1956, para un consumo per cápita de 3 litros. Una década después, en 1964, estas cifras ascendieron a 19 millones y 5.5 litros, respectivamente.
Fueron años difíciles, de perseverancia y delicado equilibrio. Lidiar con los celos de Trujillo, voraz en su vocación monopólica para los negocios que ofrecieran atractiva rentabilidad y renombre en el mercado, no fue tarea fácil. La transición hacia la democracia, en los años 60, estuvo igualmente marcada por tensiones sociales y políticas, que a ratos erosionaron la economía. La guerra civil de 1965 y la intervención norteamericana representaron una prueba de fuego para la Cervecería. Con la progresiva normalización de las actividades del país, a partir de 1966, se inició una nueva etapa de desarrollo, en la cual la empresa ha sido protagonista.
En esa nueva fase Jimmy Stuart prosiguió el trabajo de su padre y en 1978 aumentó la capacidad de CND con la instalación de neveras, tanques de fermentación, calderas, protectores de gas, acueductos, plantas eléctricas, nuevas líneas embotelladoras, envasadoras de cerveza en lata y barricas. La habilitación de un centro de cómputos, un sistema de prevención de incendios y un edificio para mercadeo y ventas, culminando un ciclo expansivo.
Al finalizar los 70 el consumo cervecero llegó a los 12 litros por persona (66 millones de litros). Diez años luego, las ventas montaron a 146 millones litros, duplicándose el consumo. A esa altura, la única competencia en el horizonte que tenía Presidente provenía de Cervecería Vegana, una empresa que envasaba Quisqueya, que aún persiste disminuida. Asentada en La Vega, esta compañía surgió en 1977 a consecuencia de la asociación de la Casa Bermúdez –fabricantes de ron- con antiguos socios de la Cervecería Cibao, que operó entre 1966-72 con la marca Criolla.
En 1983 la historia de este desarrollo tomó un nuevo giro, al incursionar E. León Jimenes en el negocio cervecero, tras relacionarse con Miller Brewing Co., establecida en Milwaukee en 1855. Una subsidiaria de Philip Morris, con la cual la familia León Asensio mantenía una exitosa asociación desde 1969 en el cultivo de tabaco rubio y la producción de cigarrillos, a la cabeza Marlboro. El resultado de esta simbiosis fue una planta cervecera de tecnología de punta instalada en el sector Las Caobas y Bohemia, un verdadero hito en el mercado de bebidas, lanzada con una pegajosa campaña publicitaria que enfatizaba en jingle virtuoso “la vida bohemia”.
La Cervecería Bohemia, inaugurada bajo el liderazgo de Eduardo León Asensio, obtuvo ese mismo año la medalla de oro por calidad mundial y la Monde Selection que se concede en Roma. Tres años más tarde, el grupo León Jimenes, mediante una hábil negociación con la familia Stuart, sorprendió al mundo económico dominicano al adquirir la mayoría de las acciones de su competidora, la Cervecería Nacional Dominicana, consolidando por esta vía a Presidente como la marca líder. A la sazón, CND embotellaba la excelente cerveza danesa Carlsberg, retirada luego del mercado. En la planta de Las Caobas se producían también la mundialmente afamada cerveza holandesa Heineken y la malta alemana Löwenbräu.
En esta década de crecimiento y diversificación de opciones, CND tuvo al frente de sus operaciones a sendos ejecutivos que conjugaron dos tradiciones empresariales: José León Asensio (1986-93) y Rafael Menicucci (1993-2010), mi querido Rafaelito lasallista, quienes presidieron la empresa. El primero, con la experiencia acumulada en la industria tabacalera y en el exitoso proyecto de Cervecería Bohemia, ha sido pionero en la promoción de las modernas técnicas de marketing en el país, egresado de Babson Institute. Reconocido profesional en esta rama por sus eficaces estrategias, el afable y apreciado José –un melómano consumado propulsor del proyecto radiofónico Raíces y el Centro Cultural León- ha presidido desde el 93 el grupo empresarial ELJ.
El segundo, ingeniero industrial, ha desplegado toda su vida ocupacional en la CND, participando en diversas posiciones técnicas y gerenciales, desde director de ingeniería, gerente general y vicepresidente ejecutivo. Su vinculación laboral con la empresa durante medio siglo tiene su origen en el seno del hogar, al desempeñarse su padre como gerente de mercadeo y ventas de la Cervecería.
En los 90 CND contaba con más de 2,500 empleados y dos plantas de producción, con capacidad conjunta de 2 millones 652 barriles. Mercadeando, además de las marcas referidas, Malta Morena, una bebida de amplia aceptación entre la población infantil. En 1995, pese a la apertura comercial de los 90 que inundó el mercado local de cervezas enlatadas norteamericanas que se vendían a bajo precio en los colmados, Presidente mantuvo el 96% del mercado cervecero (217 millones de litros, para un consumo por cabeza de 30 litros), convirtiéndose en uno de los fenómenos más consistentes de lealtad de marca, al cumplir entonces su 60 aniversario.
En ese tiempo los consumidores la han identificado como una cerveza fuerte, de cuerpo, con características organolépticas bien definidas: una buena graduación alcohólica y el sabor amargo medio que la singulariza. Una verdadera tipo pílsener, como fuera publicitada por mucho tiempo. Tomada bien fría, suele acompañar las tertulias populares que se verifican en bares, centros cerveceros, cafeterías y colmadones, por demás en los hogares. Cuando el calor tropical castiga inclemente, se distingue en las playas, entre jóvenes y viejos, el inconfundible “verde botella” de sus envases de 12, 22 y ahora 33 onzas. En las excursiones de turismo interno, el dominicano lleva como equipaje una neverita en el automóvil repleta de Presidente.
Encuentros y comidas familiares incluyen la verde botella, como también lo hacen los jóvenes en los establecimientos de comida rápida, al realizar el maridaje de la refrescante bebida con pizzas, hamburguesas, sándwiches, empanadas y tacos. En cualquier competencia deportiva reluce la presencia infaltable de la fría, ahora también en su versión Ligth que ya representa el 37% del consumo.
En 2012, CND se unió al conglomerado cervecero Ambev –que adquirió el 51% de su paquete accionario- en una alianza estratégica que la vinculó al mayor complejo de producción y comercialización de cerveza del mundo, Anheuser-Busch InBev. Agregando a su nutrido portafolio –Presidente, Presidente Ligth, Bohemia Especial, Bohemia Ligth, The One, Malta Morena, Extracto de Malta Löwenbräu, Malta Bohemia– la oferta de la marca brasileira Brahma, que diera la batalla en cuanto a competencia desde que Ambev Dominicana se instalara con planta propia en 2004, alcanzando el 13% del mercado. Así como las belgas Stella Artois y Hoegaarde, la francesa Leffe, la alemana Beck’s, la mexicana Corona, la americana Budweiser y la cubana Bucanero.
Como diría el locuaz narrador cubano Rafael Rubí, al ponderar una jugada maestra: “Ave María, chico, se la comió”.
A finales de los años 40 del siglo pasado, el norteamericano James A. Stuart sucedió a Charles Wanzel en la presidencia de la Cervecería Nacional Dominicana, fundada en 1929. Su gestión, realizada junto a un grupo de directivos liderados por Pilindo Bonetti e integrado por Julio Montolío, Rafael Menicucci, Luis del Toro, Frank Columna, Jorge Pesquera y Mariano Defilló, incorporó nuevos equipos y edificaciones para la modernización de la planta. Proyectándose a mediados de los 50 en un aumento del capital (RD$3 millones) y de la producción: 8.2 millones de litros en 1956, para un consumo per cápita de 3 litros. Una década después, en 1964, estas cifras ascendieron a 19 millones y 5.5 litros, respectivamente.
Fueron años difíciles, de perseverancia y delicado equilibrio. Lidiar con los celos de Trujillo, voraz en su vocación monopólica para los negocios que ofrecieran atractiva rentabilidad y renombre en el mercado, no fue tarea fácil. La transición hacia la democracia, en los años 60, estuvo igualmente marcada por tensiones sociales y políticas, que a ratos erosionaron la economía. La guerra civil de 1965 y la intervención norteamericana representaron una prueba de fuego para la Cervecería. Con la progresiva normalización de las actividades del país, a partir de 1966, se inició una nueva etapa de desarrollo, en la cual la empresa ha sido protagonista.
En esa nueva fase Jimmy Stuart prosiguió el trabajo de su padre y en 1978 aumentó la capacidad de CND con la instalación de neveras, tanques de fermentación, calderas, protectores de gas, acueductos, plantas eléctricas, nuevas líneas embotelladoras, envasadoras de cerveza en lata y barricas. La habilitación de un centro de cómputos, un sistema de prevención de incendios y un edificio para mercadeo y ventas, culminando un ciclo expansivo.
Al finalizar los 70 el consumo cervecero llegó a los 12 litros por persona (66 millones de litros). Diez años luego, las ventas montaron a 146 millones litros, duplicándose el consumo. A esa altura, la única competencia en el horizonte que tenía Presidente provenía de Cervecería Vegana, una empresa que envasaba Quisqueya, que aún persiste disminuida. Asentada en La Vega, esta compañía surgió en 1977 a consecuencia de la asociación de la Casa Bermúdez –fabricantes de ron- con antiguos socios de la Cervecería Cibao, que operó entre 1966-72 con la marca Criolla.
En 1983 la historia de este desarrollo tomó un nuevo giro, al incursionar E. León Jimenes en el negocio cervecero, tras relacionarse con Miller Brewing Co., establecida en Milwaukee en 1855. Una subsidiaria de Philip Morris, con la cual la familia León Asensio mantenía una exitosa asociación desde 1969 en el cultivo de tabaco rubio y la producción de cigarrillos, a la cabeza Marlboro. El resultado de esta simbiosis fue una planta cervecera de tecnología de punta instalada en el sector Las Caobas y Bohemia, un verdadero hito en el mercado de bebidas, lanzada con una pegajosa campaña publicitaria que enfatizaba en jingle virtuoso “la vida bohemia”.
La Cervecería Bohemia, inaugurada bajo el liderazgo de Eduardo León Asensio, obtuvo ese mismo año la medalla de oro por calidad mundial y la Monde Selection que se concede en Roma. Tres años más tarde, el grupo León Jimenes, mediante una hábil negociación con la familia Stuart, sorprendió al mundo económico dominicano al adquirir la mayoría de las acciones de su competidora, la Cervecería Nacional Dominicana, consolidando por esta vía a Presidente como la marca líder. A la sazón, CND embotellaba la excelente cerveza danesa Carlsberg, retirada luego del mercado. En la planta de Las Caobas se producían también la mundialmente afamada cerveza holandesa Heineken y la malta alemana Löwenbräu.
En esta década de crecimiento y diversificación de opciones, CND tuvo al frente de sus operaciones a sendos ejecutivos que conjugaron dos tradiciones empresariales: José León Asensio (1986-93) y Rafael Menicucci (1993-2010), mi querido Rafaelito lasallista, quienes presidieron la empresa. El primero, con la experiencia acumulada en la industria tabacalera y en el exitoso proyecto de Cervecería Bohemia, ha sido pionero en la promoción de las modernas técnicas de marketing en el país, egresado de Babson Institute. Reconocido profesional en esta rama por sus eficaces estrategias, el afable y apreciado José –un melómano consumado propulsor del proyecto radiofónico Raíces y el Centro Cultural León- ha presidido desde el 93 el grupo empresarial ELJ.
El segundo, ingeniero industrial, ha desplegado toda su vida ocupacional en la CND, participando en diversas posiciones técnicas y gerenciales, desde director de ingeniería, gerente general y vicepresidente ejecutivo. Su vinculación laboral con la empresa durante medio siglo tiene su origen en el seno del hogar, al desempeñarse su padre como gerente de mercadeo y ventas de la Cervecería.
En los 90 CND contaba con más de 2,500 empleados y dos plantas de producción, con capacidad conjunta de 2 millones 652 barriles. Mercadeando, además de las marcas referidas, Malta Morena, una bebida de amplia aceptación entre la población infantil. En 1995, pese a la apertura comercial de los 90 que inundó el mercado local de cervezas enlatadas norteamericanas que se vendían a bajo precio en los colmados, Presidente mantuvo el 96% del mercado cervecero (217 millones de litros, para un consumo por cabeza de 30 litros), convirtiéndose en uno de los fenómenos más consistentes de lealtad de marca, al cumplir entonces su 60 aniversario.
En ese tiempo los consumidores la han identificado como una cerveza fuerte, de cuerpo, con características organolépticas bien definidas: una buena graduación alcohólica y el sabor amargo medio que la singulariza. Una verdadera tipo pílsener, como fuera publicitada por mucho tiempo. Tomada bien fría, suele acompañar las tertulias populares que se verifican en bares, centros cerveceros, cafeterías y colmadones, por demás en los hogares. Cuando el calor tropical castiga inclemente, se distingue en las playas, entre jóvenes y viejos, el inconfundible “verde botella” de sus envases de 12, 22 y ahora 33 onzas. En las excursiones de turismo interno, el dominicano lleva como equipaje una neverita en el automóvil repleta de Presidente.
Encuentros y comidas familiares incluyen la verde botella, como también lo hacen los jóvenes en los establecimientos de comida rápida, al realizar el maridaje de la refrescante bebida con pizzas, hamburguesas, sándwiches, empanadas y tacos. En cualquier competencia deportiva reluce la presencia infaltable de la fría, ahora también en su versión Ligth que ya representa el 37% del consumo.
En 2012, CND se unió al conglomerado cervecero Ambev –que adquirió el 51% de su paquete accionario- en una alianza estratégica que la vinculó al mayor complejo de producción y comercialización de cerveza del mundo, Anheuser-Busch InBev. Agregando a su nutrido portafolio –Presidente, Presidente Ligth, Bohemia Especial, Bohemia Ligth, The One, Malta Morena, Extracto de Malta Löwenbräu, Malta Bohemia– la oferta de la marca brasileira Brahma, que diera la batalla en cuanto a competencia desde que Ambev Dominicana se instalara con planta propia en 2004, alcanzando el 13% del mercado. Así como las belgas Stella Artois y Hoegaarde, la francesa Leffe, la alemana Beck’s, la mexicana Corona, la americana Budweiser y la cubana Bucanero.
Como diría el locuaz narrador cubano Rafael Rubí, al ponderar una jugada maestra: “Ave María, chico, se la comió”.