Hillary enfrenta polémica antes de anunciar su candidatura
WASHINGTON.- Hasta ahora Hillary Clinton estaba midiendo los tiempos para evitar el desgaste de entrar en la carrera presidencial de 2016 demasiado pronto, pero esta semana ya tuvo que enfrentar la primera crisis por su gestión del correo electrónico como secretaria de Estado.
La polémica comenzó el lunes, cuando el New York Times reveló que Clinton usó exclusivamente su correo electrónico privado para sus comunicaciones como jefa de la diplomacia estadounidense (2009-2013), con un servidor propio instalado en su casa de Nueva York.
La ley estadounidense no prohíbe el uso del correo privado pero obliga a los funcionarios que prefieren ese tipo de cuentas a enviar al Gobierno todos los mensajes profesionales para que queden archivados.
Clinton, que dejó el cargo en febrero de 2013, no envió sus 55.000 páginas de correos diplomáticos hasta octubre del año pasado, cuando el Departamento de Estado pidió a los últimos secretarios todos los mensajes de trabajo enviados desde sus cuentas privadas durante sus años en el cargo.
Una de las razones por las que el Departamento hizo esa petición fue la investigación de un comité del Congreso sobre el atentado al consulado estadounidense en Bengasi (Libia) de 2012, en el que murieron el embajador y tres empleados.
El mismo comité pidió el pasado miércoles que se publiquen todos los correos relacionados con el caso. Esa misma noche Hillary Clinton hizo su primera y hasta la fecha única declaración sobre este tema a través de Twitter.
«Quiero que los ciudadanos vean mi correo. He pedido al Departamento de Estado que los publique y me han dicho que los revisarán para publicarlos lo antes posible», escribió.
Pocos minutos después el Departamento confirmaba que revisaría los correos, no sin advertir de que ese proceso -con las 55.000 páginas de correos electrónicos en papel- llevará meses.
El goteo de noticias sobre una polémica que vuelve a cuestionar la transparencia de los Clinton no es el contexto que imaginaba el equipo de Hillary Clinton para oficializar la candidatura que todos en Estados Unidos dan por segura.
En principio estaba previsto que esperaran hasta el verano, para retrasar su exposición a los ataques republicanos, pero tras este revés se especula en los círculos políticos con que puedan adelantar el anuncio a abril.
Las informaciones sobre los correos electrónicos de Clinton, que han copado portadas y debates durante toda la semana, han puesto nerviosos a algunos demócratas, que se preguntan si no han arriesgado demasiado jugándolo todo a una candidata fuerte pero con un gran bagaje político del que rendir cuentas.
«(Esta crisis) es una razón más para involucrar a más gente en el proceso, para asegurarnos de que tenemos otros candidatos buenos y fuertes compitiendo. Porque, ¿quién sabe? Ella podría derrumbarse completamente», dijo esta semana Larry Hogden, líder de los demócratas en el condado de Cedar, en el estratégico estado de Iowa.
No obstante, nadie en el partido se ha lanzado a la crítica abierta, lo que evidencia la posición de absoluto liderazgo que ostenta Clinton en las primarias demócratas menos disputadas en décadas.
Aunque no ha sido su mejor semana, Clinton recibió el martes el espaldarazo de las mujeres más poderosas de su partido en la gala del 30 aniversario de EMILY’S List, una organización que desde 1985 ha preparado a 9.000 candidatas demócratas.
Su presidenta, Stephanie Schriock, salió en defensa de Clinton y fue la única en todo el evento que hizo referencia, aunque velada, a la polémica de los correos electrónicos.
«Nadie en la historia política de Estados Unidos ha enfrentado más ataques injustos, más oposición desesperada, más adversidad abrumadora que Hillary. Ella nos ha enseñado a todas cómo superar los reveses», dijo.
Sólo han pasado dos semanas desde que Clinton reapareció en la escena pública tras un inicio de año con perfil bajo y ya ha tenido que afrontar dos polémicas: la crisis de los correos electrónicos y las suspicacias sobre las donaciones de Gobiernos extranjeros a la Fundación de su familia.
Su pasado como primera dama, senadora y secretaria de Estado es un arma de doble filo: le otorga un reconocimiento que no tiene ninguno de los potenciales candidatos a la Casa Blanca en 2016 y al mismo tiempo proporciona a los republicanos abundante munición para torpedear su campaña.
jt/am