Hijos e hijas son un regalo de Dios

Con mucha certeza, precisión y realidad la Biblia afirma en el Salmo 127 versículo 3,  que los “los hijos son un regalo de Dios”. Un regalo muy hermoso, muy gratificante, muy aleccionador, pero también muy difícil de entender y complacer en muchas oportunidades.

Pero son un regalo especial y venerado del Supremo Creador del Universo,  quien nos da todo sin pedirnos nada a cambio. El nos regala y nos permite estar con ellos un tiempo juntos, hasta que se hacen adultos y llega el tiempo de irse a caminar con su propias familias. La Biblia, que es la palabra de Dios,  lo establece muy claro en el libro de Génesis capítulo 2 versículo 24: “Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”.

Esa gran realidad que Dios establece la hemos vivido con mucha intensidad mi esposa Zinayda yo, pues Dios nos regaló dos hermosas hijas: Amelia y Cheizi. Amelia ya es una mujer adulta y formada profesionalmente, y nos ha dado tres hermosos nietos que son una bendición en esta etapa de nuestras vidas: Ianna, Juan Fernando e Isabella.

Y para complementar esa felicidad, nuestra hija menor, Cheizi Lavinia, esta semana se casó con un hombre extraordinario, el ciudadano inglés Chris Beard. Con nuestra hija Cheizi hemos vivido muchos momentos alegres y esperanzadores. Ha sido una oración respondida por Dios y la cristalización de un gran sueño que se albergaba en nuestros corazones.

La preocupación principal de todos los padres y madres que tenemos hijas que se hacen adultas, es que cuando decidan casarse encuentren un compañero que las cuiden, las protejan, las amen intensamente, se entreguen totalmente por ellas y nunca las maltraten.

Y nosotros hemos sentido que con nuestra hija ha sido así, pues Chris, su ahora esposo, ha sido todo eso para ella. El es no solo un galante caballero inglés que sabe bailar merengue y bachata, sino que es un hombre entregado plenamente a nuestra hija, que se desvive por ella y que la quiere y la protege de manera especial y permanente.

Damos gracias a Dios por hacer realidad este gran regalo de la boda de nuestra hija menor. Y como su padre y como su madre, elevamos una oración para que lluvias de bendiciones caigan de manera permanente en el jardin de amor que están construyendo de manera cotidiana, y que este semana alcanzó una dimensión extraordinaria.
euricabral07@gmail
jpm

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