GUATEMALA: Condenan a 90 años al exjefe de Policía por el asalto a la embajada española

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Pedro García Arredondo

Un tribunal penal ha condenado este lunes al exjefe de la extinta Policia Nacional de Colombia, Pedro García Arredondo, a 90 años de prisión por el asesinato de 37 personas quemadas el 31 de enero de 1980 en el incendio de la embajada de España en Guatemala.

El acusado «utilizó los medios para asegurarse de la muerte de quienes se encontraban dentro de la embajada«, ha expresado el Tribunal B de Mayor Riesgo durante la lectura de la sentencia, en la tarde de este lunes.

Con esta decisión, el tribunal penal valida las conclusiones del Ministerio Público (MP) en el debate oral y público, en las que describieron la tragedia como «una operación policial clandestina», ejecutada por la PN, que «evitó el ingresó de la Cruz Roja, los cuerpos de socorro y periodistas» a la representación consular.

El general dirigía un comando de la ahora extinta Policía Nacional de la dictadura del general Romeo Lucas a principios de los años 80 y, de acuerdo al fallo, fue el exfuncionario quien dio la orden de incendiar la representación consular.

García Arredondo, que ya fue condenado a 70 años de cárcel por la desaparición de un estudiante en 1981se había declarado inocente de esta matanza en la última sesión de la vista oral que se inició a principios del pasado mes de octubre. “Soy inocente de lo que se me acusa”, afirmó el acusado, de 69 años, frente a la jueza Irma Valdés, que preside el tribunal.

Masacre en la embajada española

La masacre tuvo lugar cuando las fuerzas de seguridad del régimen militar de Guatemala que dirigía el general Fernando Romeo Lucas García (1924-2006) asaltaron la embajada española, después de que fuera ocupada por campesinos guatemaltecos.

En el asalto murieron quemadas 37 personas, entre ellas tres españolas el cónsul, Jaime Ruiz del Árbol Soler, y dos empleados de la delegación, Luis Felipe Sanz y María Teresa Vázquez.

El embajador de España en Guatemala en aquel momento, Máximo Cajal y López, y el campesino guatemalteco Gregorio Yujá fueron los únicos supervivientes del asalto.

Sin embargo, Yujá fue secuestrado dos días después de la masacre y su cuerpo apareció, con signos de tortura, el 2 de febrero de 1980 en la rectoría de la estatal Universidad de San Carlos de Guatemala, símbolo de la izquierda estudiantil en aquel momento.

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