Grecia y Puerto Rico

Plasmar en un programa de gobierno ideas y aspiraciones sin contar con los recursos para esos fines,  hace del ejercicio del poder una quimera. Contar con los capitales a la hora de iniciar una determinada obra de gobierno,  se hace  fundamental para lograr que algún país tenga niveles de desarrollo  que permitan el progreso de la gente. Sin embargo,  la crisis en que se desenvuelve el mundo de hoy  reduce al mínimo  la posibilidad de tener fuentes que suministren dinero a los estados por la vía de los empréstitos, lo que ha generado   una gran especulación en el   sector prestatario. Como ejemplo están los llamados Fondos Buitres argentinos, los cuales  eran deudas adquiridas en un 20 ó 30 por ciento y luego en base a la presión y el chantaje, buscar el reconocimiento de la misma deuda por un monto superior al 100 por ciento.

Los países acuden al endeudamiento  fruto de no contar con otras fuentes que le permitan  recursos. La miseria por el que deambulan los mercados de capitales, están impidiendo  inversiones capaces de generar riquezas en los pueblos. Todo esto es el resultado de la crisis que abate al mundo desde hace más de 20 años.

Grecia y Puerto Rico están en el candelabro y su situación económica  las amenaza con la desaparición  luego de  acumular una descomunal  deuda que le está acarreando grandes inconvenientes al nivel de vida de su ciudadanía. El futuro es incierto para estas dos naciones.  Los affaire tanto griego como puertorriqueño demuestran  la necesidad de que los organismos internacionales, y el capitalismo a escala planetaria,  contribuyan a quitar de encima de los pueblos esa espada de Damocles, que únicamente lleva a la miseria total a sociedades completas. El trato a países endeudado debe ser otro, y no un constante hostigamiento que solo los conduce  al patíbulo.

A la población griega,  los organismos europeos, como son la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional (la Troika), le  impusieron  unas inaceptables  condiciones de vida, como forma de  “honrar” los compromisos crediticios impuestos.

 Syriza, la coalición  triunfadora  de las últimas elecciones en Grecia entiende llegado el momento para  darle un nuevo giro a la política económica que imponen las autoridades  europeas, lo que  ha generado gran expectativas en todo el mundo, pues los helénicos deben pagar 6,000 millones de euros al Banco Central de Europa  en el mes de junio, a lo que el gobierno griego se opone, buscando un acuerdo que evite el salto  de la gente hacia las piedras del Taigeto.  La política económica del gobierno de  Syriza luce inteligente, pues  primero buscó alianza con un partido ultraconservador, pero que coinciden en el planteamiento de la deuda helénica. Luego, la agrupación que lidera Alexis Tsipras como primer ministro,  persigue  que la deuda griega se asuma dependiendo de la evolución del PIB nominal, y que la Troika acompañe a Grecia en su crecimiento, nunca contribuyendo a  su miseria y su liquidación como pueblo.

En el  caso del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, la deuda   es de suma preocupación, pues esta se creía  era de 72,000 millones de dólares, pero que un diario de gran importancia ha demostrado que la misma    asciende a 168,000 millones de dólares. El prestigioso periódico boricua  El Nuevo Día, refiriéndose a la astronómica deuda de la Isla del Encanto editorializa diciendo: “La complicadísima situación fiscal que enfrenta el gobierno ha llegado a un nivel insostenible. El tiempo de las soluciones parciales terminó”. El caso puertorriqueño se hace más  grave aún, debido a su estatus, el cual impide buscar un tratamiento de nación soberana. 

La delicada situación de Grecia  y  Puerto Rico debe llevar  tanto a los organismos internacionales como los clubes de acreedores a entender que no  pueden contribuir a  la bancarrota de estos países. Y es que como muy acertadamente dicen algunos economistas, la crisis del 2008  afectó el buen desenvolvimiento del capitalismo a escala mundial,  lo que de alguna manera incrementó los problemas de muchas naciones del mundo que vieron disminuir sus transacciones económicas como resultado de esa situación devastadora. El afamado economista y premio Nobel Joseph Stiglitz reconoce que la condonación de una deuda a cualquier país contribuye a su bienestar. De ahí que tanto los boricuas como los helénicos  necesitan un respiro, y sus  acreedores no pueden poner la paz de esos pueblos en peligro.      

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