Ganan fama artistas haitianos que reciclan materiales
PUERTO PRINCIPE.- Entre numerosos talleres mecánicos de la capital haitiana, Andre Eugene coloca un viejo neumático que encontró en la calle al tope de una escultura que está construyendo con partes de motores oxidadas, resortes y otros desechos.
«A esto me dedico: trabajo con la basura del mundo», dice Eugene, mientras observa la escultura más grande que exhibe en la entrada de su estudio, un museo al aire libre junto a una calle que cruza algunos de los barrios más pobres de Puerto Príncipe.
El escultor haitiano es uno de los fundadores de Atis Rezistans, un colectivo de artistas que reciclan todo lo que encuentran para darle un contorno físico al mundo espiritual del vudú, como se conoce a la religión en Haití, y que opinan sobre los problemas políticos y económicos del país.
Si bien las galerías haitianas ignoraron al principio estas esculturas hechas con desechos por artistas del barrio pobre de Grand Rue, donde abundan los negocios de muebles y otros artesanos, estos escultores que aprovechan materiales reciclados han ganado reconocimiento internacional.
En la última década el trabajo de Atis Rezistans ha sido exhibido en ciudades como París, Londres y Los Angeles. Algunas esculturas han sido incorporadas a las colecciones permanentes de museos, incluido el Museo Frost Art de Miami.
Haití siempre ha tenido fama por la imaginación de sus artistas y acaudalados coleccionistas extranjeros, como Jacqueline Kennedy Onassis y el cineasta Jonathan Demme, han comprado obras de estos artistas autodidactas que representan con mucho colorido la vida diaria de los haitianos y describen escenas de ensueño.
Los entendidos, no obstante, aseguran que nunca ha habido manifestaciones artísticas tan provocativas como las de Atis Rezistans.
«Atis Rezistans toma viejas prácticas y busca nuevas direcciones, ampliando la variedad de materiales usados y buscándole nuevos significados a objetos de la vida diaria», expresó Marcus Rediker, coleccionista de arte haitiano y profesor de historia de Atlántico de la Universidad de Pittsburgh.
Los materiales usados en las esculturas incluyen pedazos de autos, maderas talladas, televisores rotos, juguetes descartados y cráneos humanos encontrados en cementerios y mausoleos saqueados por delincuentes.
Muchas de sus obras son un homenaje de Baron Samedi, el dios vudú de los muertos, y a su inquieto hijo Gede. Otras son un caleidoscopio de imágenes discordantes de una película de la serie Mad Max: esculturas de caras con espinas, figuras enmascaradas que parecen cuerpos con mortajas. Muñecas rotas fundidas con placas madre de computadoras.
No todo es oscuro. También hay cierta irreverencia, como una figura con una calavera, un estetoscopio, esculturas de víboras con tapas de botellas y muchas imágenes sexuales.
FUENTE: el Nuevo Herald
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