Falsificación de medicamentos

Fue en los años 1986
y 1987, cuando trabajábamos en nuestro país, en el departamento de mercadeo de
una compañía farmacéutica internacional, que por primera vez nos
enteramos que en una provincia situada en la zona del Cibao Central había
un amplio mercado de medicamentos falsificados, el cual afectaba rigurosamente
las ventas de los productos elaborados y/o importados por la misma desde su
casa matriz en los Estados Unidos. Y es que, desde que
éramos un mozalbete, sabíamos que habían productos medicinales semejantes en
cuanto al objetivo de aliviar determinada enfermedad o dolencia, pero que su
calidad y precio dependía de la compañía que lo fabricara en el país o lo
importara desde el exterior, pero nunca nos podíamos imaginar que marcas
«premium» de prestigio mundial podían ser tan fácilmente fabricadas y
comercializadas en nuestro país sin que las autoridades competentes, ante los
reclamos de las compañías perjudicadas, tomen cartas en el asunto. Con el transcurrir de
los años, desde aquel entonces, y con nuestra incursión en el mundo de la
comunicación escrita, hemos podido seguir viendo cómo la práctica de la
comercialización de medicamentos falsificados se ha mantenido causando no
solamente daños económicos a las compañías que se ven perjudicadas, sino que
hasta ponen en peligro la propia salud de los enfermos que recurren al uso
de los mismos, en la mayoría de las veces ignorando que estos son falsificados,
pues son fabricados con materiales hasta tóxicos y desperdicios humanos. El auge en la comercialización
de estos medicamentos no solamente deja buenos beneficios económicos a los
fabricantes, sino que, aunque muchas veces son adquiridos por los pacientes a
más bajo precio que los productos originales, los que lo comercializan obtienen
mejor margen de beneficio que si compraran el producto original para vendérselo
al enfermo, y hasta algunas autoridades son partícipes de estos
beneficios, por lo que su «clandestinidad» seguirá vigente por muchos
años más. Pero este negocio de
falsificación de medicamentos, con la característica
complicidad de las autoridades de turno a través de los años, no es
exclusivamente de nuestro país. También en los Estados Unidos, Canadá,
Europa y la mayoría de los países latinoamericanos se registran numerosos casos
de medicamentos falsificados, vendidos en lugares públicos o por
medio de sitios en el internet, y enviados al comprador por compañías con
servicio de entrega de paquetes y hasta por medio del correo
gubernamental. En la primavera del
año 2011, un agente encubierto del Departamento de Seguridad Interna de los
Estados Unidos colocó una orden de «Viagra», el nombre
comercial de las pastillas de sildenafil de la casa Pfizer, en el sitio de
internet «hardtofindrx.com»; un sitio que promete
precios bajos y entrega rápida de medicamentos sin la necesidad de
recetas médicas emitidas por doctores en medicina, tratando de sacar ventaja, pues
esas pastillas cuestan aproximadamente 15 dólares con la receta médica, y en el
sitio de internet la ofrecían a sólo un dólar por pastilla. Después de dos
semanas, según documentos depositados en la corte, el agente recibió 67
pastillas azules, con forma de diamantes, con una dirección de remitente
prácticamente inexistente. Estas pastillas fueron enviadas al
departamento de investigación y desarrollo de la compañía Pfizer en
Connecticut, Estados Unidos para su análisis. Sorpresivamente,
estas pastillas falsificadas ofrecidas a través del internet, por un
precio menor en casi un 150% del precio en el mercado de la pastilla original
de la casa Pfizer, contenían componentes de tiza, polvo de ladrillos, pintura y
hasta pesticidas. Otras pastillas del
mismo producto, ofrecidas por compañías establecidas en China, a clientes
de Corea del Sur, han sido analizadas hasta conteniendo elementos de
fetos humanos; pero la misma compañía no ha podido negar que algunas
marcas del producto que han sido analizadas ofrecen en casi un 80%
las características del producto original. El mercado de los
medicamentos falsificados representa un ingreso de más de 75 mil millones de
dólares para los que lo operan a nivel mundial, pero estos medicamentos
falsificados causan más de 100 mil muertes a nivel mundial porque su contenido
es más tóxico que hasta los mismos medicamentos caseros que tantos
inconvenientes les causan a los que padecen de alguna enfermedad. Nos gustaría saber si
nuestras autoridades conocen el monto económico que representa el mercado
clandestino de los medicamentos falsificados que se comercializan en nuestro
país, pero lo más importante es saber si hay alguna preocupación del
Ministerio de Salud por los muertos que estas medicinas falsificadas están
causando en nuestra población. Dios mío, ¿Hasta cuándo los crímenes serán
permisibles por la fuerza económica de su materialización?

Compártelo en tus redes:
ALMOMENTO.NET publica los artículos de opinión sin hacerles correcciones de redacción. Se reserva el derecho de rechazar los que estén mal redactados, con errores de sintaxis o faltas ortográficas.
0 0 votos
Article Rating
Suscribir
Notificar a
guest
0 Comments
Comentarios en linea
Ver todos los comentarios