Evitar rivalidades y contiendas, es tiempo de solidaridad
En esta etapa tan difícil por la que está atravesando la humanidad con el Covid-19 que se ha convertido en pandemia de la noche a la mañana no queremos rivalidades entre oriente y occidente ni entre el norte y el sur, queremos que dentro de esta etapa nueva que nos encontramos podamos unirnos y convertir las diferencias en oportunidades para todos y nuestras debilidades convertirlas en fortalezas. Evitemos las rivalidades y contiendas vamos a convertirlas en solidaridad.
Lo que fue ayer ya no será y adaptarnos a un mundo nuevo necesitará el esfuerzo de cada uno de nosotros. Compartir, facilitar, ser solidario, benevolente – cercano y emprendedor con nuestros vecinos, aunque no existirán los abrazos y los besos; se han esfumados la cancanearía entre amigos, tendremos que seguir viviendo en un mundo de incertidumbre, de falta de comida y de falta de empleo para toda a gente.
En esta etapa de difícil comunicación personal es necesario que el sistema democrático sea preservado y que se calmen las ambiciones de poder, de codicia, de avaricia de querer tenerlo todo. Hay que seguir creando un mundo para todos, donde la cultura, las tradiciones que hemos creados no se pierdan, los valores familiares y religiosos sigan siendo nuestro estandarte.
Antonio Pelayo se refiere a las palabras: “Lo que el Santo Padre nos quiere hacer llegar ante tanta incertidumbre es que “Dios jamás abandona a su pueblo, está junto a él siempre, especialmente cuando el dolor se hace más presente”. Y esta es otra de las palabras más presentes en su meditación: pueblo. Tenemos que actuar como un solo pueblo. Ya lo había dicho en ‘Laudato si’ insistiendo en que, en esta crisis como en la lucha contra el hambre, las guerras alimentadas por ansias de poder y la devastación del medio ambiente, la familia humana debe estar unida. “La justicia –concluye su escrito– la caridad y la solidaridad” son los anticuerpos que nos permitirán vencer a este virus y entrar en la civilización del amor, que es una civilización de la esperanza.
El director general de la Organización Mundial de la Salud envió este miércoles pasado un fuerte mensaje a los líderes mundiales y a los medios: “dejen de politizar el coronavirus, si no quieren ver más bolsas con cadáveres”. “No se puede utilizar el COVID-19 para ganar puntos políticos, no hay necesidad. Hay muchas otras formas de probarse a sí mismos, este virus no es el que debe ser utilizado para eso. Es como jugar con fuego. La unidad nacional es esencial si nos importa la gente. Por favor, trabajemos más allá de partidos políticos, ideologías, creencias, cualquier diferencia que tengamos, tenemos que comportarnos”, aseguró Tedros.
Si hoy la humanidad está al borde del precipicio es tiempo de que la salvemos actuando pensando en el interés colectivo y no en el individualismo, sin imposiciones, sin arrogancia y sin codicia y con humildad, porque sabemos que un simple error puede traer el fracaso de toda la humanidad. Vemos el mal ejemplo de IRAN con sus provocaciones de guerra con los estados unidos, algo que es imperdonable, ya que nos es tiempo de conflictos.
Los expertos presagian dos amenazas que han permanecido latentes: 1) el peligro de una guerra nuclear, las advertencias han sido igualmente muy claras entre las grandes potencias y lleve a la exterminación de la raza humana y, 2) El Dr. Arun Mitra señala el caso de la crisis climática, que la comunidad científica ha advertido que el uso de combustibles fósiles y el inadecuado manejo de los desechos contaminantes puede llevar al planeta a una catástrofe de consecuencias impredecibles.
Ahora con un tercer escenario donde nos debatimos por la pandemia del coronavirus, mientras no se consiga una vacuna que detenga el contagio de personas a nivel mundial la humanidad le espera un futuro incierto porque nadie está a salvo de esta pandemia; no hay clases sociales que puedan sobrevivir frente a esta amenaza: no podemos prescindir de los servicios domésticos, de los jardineros, plomeros, electricistas, carpinteros, albañiles, fruteros, agricultores, enfermeros, médicos, abogados, periodistas, mensajeros, productores agrícolas, porque todo esto está globalizado y es imposible de no usarlos.
Hoy más que nunca podemos entender que la tierra es nuestro hogar al igual que nuestra casa, lo que nos obliga a cuidarla, protegerla porque no hay para donde coger, todos aún estamos confinados a vivir en algún lugar del planeta y el hombre por tradición y costumbre no puede sobrevivir solo y en todo lo largo de la humanidad siempre ha vivido con fe y esperanza de obtener un mundo mejor – existe una promesa de vida eterna, eso se ha manifestado en las diferentes culturas que conocemos.
Hay que evitar la imprudencia en lo económico, político y social. Debemos usar los recursos disponibles con respeto y moderación, pensemos que se necesita la mesura en los políticos y nada de excesos y pensemos de manera colectiva de manera que podamos mejorar nuestras relaciones con los demás. Hay que respetar las disposiciones que emanan de las autoridades legítimamente elegida y constituidas. Que no se desaten las pasiones ni rivalidades, porque lo esperamos es lograr un mundo de paz.
Jorge Mario Bergoglio ha puesto a trabajar ya a la Curia romana en una súper comisión de crisis, formada por cinco grupos de trabajo para “analizar y reflexionar sobre los desafíos socioeconómicos y culturales de futuro y proponer pautas para enfrentarlos”.
Si el avance del coronavirus no se contrala podrían morir de hambre mas de 130 millones personas en el mundo y podrían verse hambrunas de proporciones bíblicas y una catástrofe humanitaria nunca vistas durante nuestras vidas, según el jefe del programa mundial de alimentos de la ONU, David Beasley. Esto es mas serio de lo que pensábamos, quédate en casa.
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