Ética y anti corrupción: asignatura en las universidades
La finalidad del conocimiento humano organizado por la vía formal de los sistemas de educación de los diferentes Estado tiene como finalidad suprema mejorar la vida y asegurar y promover condiciones de convivencia social que otorguen el mayor bienestar para todos.
No se estudia para destruir la vida sino para crear condiciones más idóneas para conservarla y disfrutarla. La educación. en su sentido más amplio, se desarrolla en dos grandes dimensiones: el estudio de aquellos aspectos destructivos que se oponen y menoscaban la vida para erradicarlos o restarle efectos, y el estudio de aquellos aspectos que promueven y dignifican la vida para ampliarlos, consolidarlos y hacerlos cada vez más sostenibles en el tiempo.
Se aprende a leer y escribir para facilitar la comunicación entre los seres humanos y promover la difusión de los conocimientos que se van adquiriendo a través del tiempo. Saber leer y escribir es la entrada básica a todo proceso de desarrollo del conocimiento en los modelos de educación formal.
El desarrollo del conocimiento es una competencia que se adquiere de forma individual, pero que se vive y se desarrolla de forma social. Es de saberse que toda forma de ordenamiento social crea relaciones de poder que también se convierten en objeto de estudios y análisis. Hoy se habla de la sociedad del conocimiento, lo que además sugiere el poder social y político del conocimiento.
Las escuelas y universidades son centros de acopio, fomento, desarrollo, ordenamiento y especialización del conocimiento social legítimamente aceptado. Es recurrente en las graduaciones universitarias la expresión “hoy entregamos a la sociedad”… tantos profesionales. Tan proclive es usar el poder y la oportunidad que da el conocimiento a los profesionales que, al momento de entregarle a la sociedad una determinada cantidad de profesionales, ya no sería descabellado pensar qué porcentaje de los mismos caerá bajo las trampas de la corrupción dentro de un subsistema de orden público o privado que a contrapelo de la moral y las buenas costumbre promueve y trata de validar estas prácticas que son social y humanamente destructivas.
En estos últimos meses hemos visto como se pasa de lo indignante y lo repudiable a lo lastimero y penoso, en medio de una sociedad y de un presidente que está de frente a estas prácticas execrables y corrosivas. Vemos casi a diario un deprimente desfile de hombres y mujeres que la sociedad le dio la oportunidad de servirle con dignidad y hoy están siendo señalados como responsables de la depredación de fondos públicos en acciones que riñen con la ley y desdicen de la probidad y honradez. Destacadas y reconocidas figuras civiles y militares son presentadas ante la opinión pública como personas que han sucumbido ante la ambición y la avaricia.
En este sentido, me remito a la propuesta del doctor Juan Guerrero Ávila, rector de la Universidad Nacional Evangélica, quien partiendo de que son precisamente los individuos que pasaron por las aulas universitarias los que en el presente dirigen los destinos de nuestra sociedad, y de que, tanto los corruptos como los honestos, los morales como los inmorales, los que obedecen y los que violan las leyes se educan en centros de educación superior, propone que las universidades pacten la puesta en marcha de un programa de formación en valores que contribuya a fortalecer la moral y la ética de sus egresados.
El rector de UNEV señala que las universidades deben asegurarse de que los programas académicos existentes persigan enviar a nuestra sociedad a profesionales que, más allá del aprendizaje de contenidos, se hayan formado dentro de un marco de valores capaz de convertirlos en individuos productivos y que actuarán guiados por principios que les capacitarán para aportarles a la sociedad soluciones tanto profesionales como éticas y morales.
Es penoso, es lastimero ver a diario este desfile de hombres y mujeres profesionales, con las competencias academias necesarias, envueltos en problemas de corrupción. Por tanto, creo que es atendible incluir en todas las carreras profesionales una asignatura, sin mayores acotejos en su nomenclatura técnica, con el nombre de: “Ética y anticorrupción”.
jpm-am
sr. gomez. el problema de la corrupción, no es un problema de educación, es un problema de sistema. cuales son las exigencias socialmente, que le hace el sistema al ser humano para sobre vivir dentro del mismo.
la desencia viene desde la cuna aunque las desviaciones y malas costumbres son aprendidas.nuestras universidades son muy dependiente de los mecenas de turno que solo piensan en inversion y resultados.esto hace que la masa critica de intelectuales en las universidades se vean muy cohibidas y la cultura como algo intangibles es un bien devaluado, prevaleciendo aquello de que tanto tienes tanto vales.