Esclavista del siglo XXI

El vicepresidente del Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep) debió refutar con mejores argumentos el señalamiento del Gobernador del Banco Central, de que el salario real  de los trabajadores se mantiene congelado por los últimos 23 años, porque lo que dijo lo acerca más a un esclavista del siglo XVIII que al perfil del empresario moderno.

Rafael Paz dijo que las declaraciones de don Héctor Valdez Albizu mandan “un mensaje funesto a la población dominicana y dan  una justificación moral a la comisión de delito”. Conforme a ese criterio, el Gobernador comete el pecado de incitar a los esclavos a que  se rebelen y huyan de las plantaciones.

Si decir la verdad, de que desde 1991, el salario no incide sobre el incremento del consumo por parte de trabajador, representa una justificación moral al delito, ¿qué sería entonces justificar la miseria y la explotación laboral?

Para el  empresario del siglo XXI,  el trabajador o empleado es un socio, un colaborador, con quien ha  concertado una  alianza estratégica para  generar  y compartir riquezas, pero tal parece que  don Rafael no desea hacer honor a su apellido, por vía de  un auténtico estado social de derechos.

El gobernador  Valdez Albizu  se refirió a los resultados de  estudios técnicos que indican que el salario no se relaciona con el nivel de inflación, ni representa una vía para  mejor redistribución  del sostenido crecimiento del PIB.

En vez de refutar ese criterio con estadísticas o argumentaciones razonables, el vicepresidente del Conep acusa a Valdez Albizu de justificar y otorgar base moral a la comisión de crímenes y delitos. La verdad es que ese joven se comportó más como un caporal que como dirigente gremial.

La sociedad  debe agradecer que un funcionario del nivel del Gobernador del Banco Central   advierta sobre la debilidad del salario y reclame que se produzca un real rebrote de los beneficio del crecimiento económico, porque eso indica que el Gobierno del presidente Medina tiene la voluntad política de promover mayores niveles de justicia social.

Cuando la economía  crece, por ejemplo un 7% del PIB,  la rentabilidad del alto empresariado se multiplica al menos por tres, pero  el salario se reduce en términos proporcional al Índice General de Precios, con lo que se profundiza la mala costumbre de pretender enseñar al burro a no comer.

Es una pena que un joven tan brillante, inteligente, bien preparado, como el vicepresidente del Consejo Nacional de la Empresa Privada, se haya empantanado en el siglo XVIII, con un discurso esclavista que asocia una advertencia sobre  lo tísico  del salario, con la instigar a robar y a matar.

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