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Es una coincidencia
Hace unos días un acontecimiento llamó fuertemente la atención de muchos dominicanos. Una ambulancia que salía del hospital Juan Pablo Pina, en San Cristóbal, hacia el hospital Robert Reid Cabral, en Santo Domingo, fue detenida durante media hora por agentes de la Dirección Nacional de Control de Drogas. Debido a este hecho, una niña de solo 4 meses de edad murió de un paro respiratorio. La DNCD calificó el hecho como “una fatal coincidencia”, designó una comisión para investigar y explicó que por labores de “inteligencia” daban seguimiento a una ambulancia y por eso detuvieron la que salía del mencionado hospital correctamente rotulada, no obstante el médico a bordo explicara la urgencia de la situación. Resulta interesante la elección de la palabra “coincidencia” utilizada por la DNCD para darle de lado a un hecho que indigna, hace crujir los dientes y cerrar los puños. Me puse a reflexionar sobre eso y concluí en que si, probablemente tenía razón; es una coincidencia. Es una coincidencia que una provincia con tantos habitantes no tenga un hospital con una sala de cuidados intensivos para niños. Es coincidencia que una menor de edad de dicha provincia, con 15 años, sea madre. Es coincidencia que esta menor residente de un barrio en la periferia de una provincia pobre, un barrio que además está conformado por personas reubicadas por ser damnificados de la crecida de un río se haya visto en la situación de que su hija, que nunca se había enfermado, enfermara justamente ese día.También es coincidencia que la necesidad de usar una ambulancia haya coincidido con el hecho de que en la Republica Dominicana no existe ningún control sobre quienes usan o pueden tener ambulancias, que no exista un reglamento para el uso de de esos vehículos y que esto dé lugar a que desde hace mucho tiempo las ambulancias se utilicen para transportar drogas en el país o que cualquiera tenga una. Coinciden, la no existencia de un hospital especializado para niños en una de las provincias con más habitantes, la falta del Estado ante la cantidad alarmante de embarazos en adolescentes, la situación de pobreza y falta de oportunidades de esta joven con que el día que su hija enferma, alertan a la DNCD sobre la posibilidad de que se esté trasladando drogas desde Elías Piña en una ambulancia por ese trayecto del sur que solo hace conectar pobreza. Además toca la coincidencia de que los agentes asignados para la tarea de “inteligencia” sean los menos inteligentes y los que tienen menos sentido común. Incapaces de dar seguimiento a la ambulancia hasta que llegue al hospital y allí constatar sus sospechas o descartarla. Coincide con que no exista en República Dominicana un control sobre quienes manejan ambulancias. Sí, coincide todo esto con una sociedad cuyas fallas llevaron a que ocurriera este hecho. En una sociedad fuertemente desigual donde indignarse por eso durará lo que dure en surgir otro escándalo político. Donde preocupa más el morbo político que los temas de desigualdad social, donde nadie exige renuncia de funcionarios si no sale en el programa semanal que hace “reportajes”. Es una coincidencia, que la joven haya nacido en esa provincia, producto de la lotería de cuna a la que el PNUD se ha referido, haya seguido siendo pobre, le haya tocado ese día, a esa hora, trasladar a su hija a la capital, a buscar a los especialistas para salvar a su hija y coincidencialmente se cruzó en su camino la falta de sentido. Ella, joven de 15 años, reclama justicia, la respuesta han sido dos comisiones. El tema pasará, pero no el reclamo de justicia, pues cada día se hace evidente que aunque avanzamos, lo hacemos de manera inequitativa y así vamos pasando de una inequidad social a otra, sorteando los problemas, entreteniéndonos, aspirando en voz baja y a lo mejor convenciéndonos de que sí, todo es una coincidencia.