Ernest Hemingway: el lado oscuro de un Nóbel
Las letras norteamericanas tuvieron un insigne
representante en la figura de Ernest Hemingway. Sin lugar a dudas, el cuentista
y novelista más destacado del siglo XX. Viajero incansable, tuvo una vida muy
agitada y varios encuentros con la muerte, de los cuales siempre escapó. No
tuvo una vida fácil y de estabilidad emocional a nivel familiar, pues se casó
varias veces.
Siempre estuvo a la defensiva con sus
esposas y esa actitud se debió al trauma que le causó el que fuera el amor de
su vida: Agnes Von Kurowsky, la enfermera que lo atendió y que por su
consagración hacia él, evitó que su pierna fuera amputada, cuando fue herido
por la artillería austríaca en la Primera Guerra Mundial. El le pidió
matrimonio a la referida enfermera, regresó a su país a esperarla para
concretar esa ilusión, pero Agnes nunca llegó, causándole un trauma emocional
que lo llevó a divorciarse varias veces ante el temor de ser de nuevo rechazado
por una mujer.
Hemingway era un aventurero y quiso
enrolarse en las fuerzas armadas de su país para participar en el frente de
batalla, pero su condición en un ojo izquierdo se constituyó en una traba a sus
deseos. De todas maneras, pudo hacerlo como conductor de una ambulancia. De ahí
regresa de nuevo a los Estados Unidos y vuelve a sus labores periodísticas y
como corresponsal de guerra. Se casa de nuevo y parte con su esposa a París y
es ahí en la nación de luz, en donde se codea en los ambientes literarios y se
relaciona con varios escritores pertenecientes a la llamada «Generación
Perdida», estando entre ellos, Pound, Stein, Fitzgerald y James Joyce.
En sus comienzos, Ernest Hemingway pasa
desapercibido con sus primeros trabajos literarios como fueron: «Tres
relatos y diez poemas», «En este Mundo » «Fiesta»,
«Adios a las Armas», «Africa Verde», etc. De nuevo le
entra su espíritu aventurero, entonces parte hacia Cuba en donde una cuarta
parte de su vida se escribe en la isla de Antonio Maceo y, concomitantemente a
ello, produce su novela que le permite obtener el Premio Pulitzer en 1953
titulada » El viejo y el Mar» . Doce años antes, ya había escrito ( a
mi humilde juicio), su obra cumbre que fue: «Por quién doblan las
campanas». En 1953 recibe el Premio Nóbel por el conjunto de sus obras.
El lado oscuro de Hemingway:
Ernest Hemingway tuvo una vida muy
desordenada, fue un alcohólico empedernido, lo que en buen dominicano llamamos
«un borrachón». Se casó cinco veces en razón de lo que más arriba
expuse. No fue muy leal con su patria, pues sus premios obtenido por sus novelas,
se lo dedicó a Cuba y no a su país. Eso es deslealtad e ingratitud hacia la
madre patria. Tuvo admiración hacia la revolución cubana y su mentor principal,
esto es, Fidel (Hipólito)Alejandro Castro Ruz y éste de igual manera hacia el
escritor, admirándose ambos mutuamente. Cuando recibió los premios por sus
obras literarias, se lo dedicó a Cuba y de paso besó la bandera cubana.
Cuando estuve en La Habana, Cuba, quise
como turista seguir los pasos de Hemingway y fue así cuando visité unos de sus lugares
favorito localizado en la Vieja Habana, la conocida «Bodeguita del
Medio», en donde el escritor iba a saciar su sed de alcohol con su trago
preferido, «El Mojito Cubano», bebida que pedí y de paso pude
apreciar las fotos del escritor que dejaban como recuerdo imperecedero, su paso
por dicho restaurant, asi como su firma en la pared, cosa que yo hice igual y
como han hecho todos los turistas que visitan dicho lugar.
Pero, lo más penoso del escritor y que yo
considero una mancha en su vida como ser humano, fue que él mismo le confesó
sus experiencias de guerra al profesor de literatura Arthur Mizener de la
Universidad de Cornell, USA, diciéndole lo siguiente: (cito) » He hecho el
cálculo con mucho cuidado y puedo decir con precisión que he matado a 122
prisioneros alemanes». Y continúa diciend «Uno de eso prisioneros
era un joven con la misma edad de mi hijo Patrick, de 17 años de edad. «Le
disparé por la espalda con un M1. La bala de calibre 30 le destrozó el hígado
»
Con ese relato, es evidente que Hemingway no
sentía ningún respeto por la vida de otros y no le importaba un comino la
Convención de Ginebra sobre soldados hechos prisioneros. Cabe destacar que
siempre mostró gran afición a la caza de animales y su actitud posterior con
los soldados, demuestra que siempre tuvo una inclinación hacia la eliminación
física de seres vivientes.
En otras de sus confesiones, le escribe una
carta a su editor Charles Scribner de fecha agosto del 1949 y en ella le dice:
(copio textualmente) «Una vez maté a un soldado alemán descarado, cuando
me dijo que no lo haría porque eso violaría la Convención de Ginebra. Te
equivocas, hermano, le dije. Y disparé tres veces, apuntando a su estómago.
Cuando cayó, le disparé a la cabeza. El cerebro le salió por la boca o la
nariz, creo» No cabe duda de que tenía un espíritu despiadado y muy
sanguinario.
Ya en el ocaso de su vida, volvió a los
Estados Unidos. Su adorada Finca Vigía en Cuba fue incautada por el gobierno
castrista de Fidel que tanto lo admiraba. Se volvió paranoíco, pensaba
que lo vigilaba el FBI. Se volvió depresivo y había sido diagnosticado con
principio de Alzheimer. Creo que fue la venganza alemana, pues como sabemos, el
médico que descubrió ésta terrible enfermedad fue el alemán Alois Alzheimer en
el 1901. Cabe destacar que Hemingway al igual que su padre, fue también
diagnosticado con hemocromatosis. Casi toda tu familia tuvo un desenlace fatal
en sus vidas, pues su hermana y hermano se habían suicidado. Ernest Hemingway
no fue diferente al desenlace fatal de su entorno familiar: el 2 de julio del
1961 tomó su escopeta favorita y se disparó en su hogar, quitándose la vida tal
como él lo había hecho con tantos otros. Fue el lado oscuro de un brillante
escritor.
Ante esa manera tan frívola de asesinar que
tuvo éste ícono de las letras norteamericana, viene a mi memoria el pensamiento
dicho por la novelista inglesa Mary Ann Evans cuando dij «La crueldad
como cualquier otro vicio, no requiere ningún motivo para ser practicada,
apenas oportunidad».