Elecciones con participación forzada

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LA AUTORA es licenciada en Comunicación Social. Reside en Santo Domingo.

 

 

Por GRISELDA VALDEZ

 

 

En República Dominicana la clase política y ciudadanía están inmersas en el debate sobre el Voto Obligatorio, que forma parte de la propuesta de reforma electoral que se debate en el Congreso Nacional.

 

Dando una mirada retrospectiva al ejercicio del derecho al voto en el país, se recuerda que es un derecho del que el dominicano goza hace apenas 54 años, ejercido en las elecciones donde el profesor Juan Bosch resultó victorioso en el año de 1963.

 

En esos comicios, Bosch ganó con un 59.53% de los votos emitidos por los electores. La abstención fue mínima, pese al hecho de que el país había salido de una dictadura que lo mantuvo subyugado por treinta y un años.

 

Antes de la Tiranía de Trujillo en el país habíamos tenido una terrible experiencia en el ejercicio democrático del voto, con las crisis experimentadas por los partidos rojo y azul y sus líderes caudillistas.

 

De manera es que al llegar Bosch al poder encuentra en su camino a un pueblo incrédulo frente a la democracia y sus beneficios y, de cierta manera, reacio a los cambios que él pretendía implantar. Ésta fue la primera vez en donde la ciudadanía se dio cuenta de que el país no estaba preparado para la democracia, simplemente porque no la entendía.

 

El paso obligado fue la desestabilización del naciente sistema político y la instauración de una dictadura de los doce años, que concluyó con el ascenso del Partido Revolucionario Dominicano al poder, con la llegada de Silvestre Antonio Guzmán.

 

Estos fueron episodios de la historia en donde se relegaba al segundo plano la capacidad que tenían los ciudadanos de ejercer un cambio en nuestra política a través del voto. En cada comicio presidencial el modelo de liderazgo de los políticos dominicanos consistía en preparar sus estrategias electorales aumentando el número de seguidores por la vía del populismo, que no es más que el cáncer que corroe las instituciones políticas, porque deja de plantearse soluciones duraderas y sostenibles a corto, mediano y largo plazo a los problemas sociales.

 

En cada celebración de los comicios presidenciales y municipales los tres partidos mayoritarios que se han repartido el poder y el dominio de las decisiones de nuestro Estado, han hecho galas de todos los artilugios posibles para salirse con las suyas, siempre llevando todas las de ganar el partido de gobierno, que por el poder de valerse de las instituciones públicas y de los recursos del Estado puede desplegar una serie de espectáculos electorales.

 

Tales son los casos de las elecciones de los años 1970`s en donde sorpresivamente se interrumpía el servicio eléctrico de los colegios electorales cuando los ciudadanos ejercían su derecho cívico, la crisis política del 1978 con la citada irrupción militar, que el pueblo denominó como “el juntazo”, al centro de cómputos de la JCE y en el caso de las pasadas elecciones del 2016 donde el presidente de la Junta Central Electoral despidió a tres mil empleados del área de soporte técnico días antes de la celebración de las elecciones, también, podemos recordar que el Senador de la Provincia de San Juan Félix Bautista resultó ganador de una manera tan avasallante que San Juan tiene 129,222 habitantes y 169,000 electores entre los que viven dentro y fuera y Félix Bautista sacó 225,411 votos según el resultado oficial emitido por la JCE. En ese mismo torneo electoral la abstención al voto en términos generales fue de un 33%.

 

Viendo estos ejemplos tomados de las experiencias de nuestras elecciones, el ciudadano ha decidido olvidarse de que el voto es un derecho que nos hemos ganado a costa de mucho sacrificio, que es un ejercicio de libertad de expresión de conciencia y ha empezado a verlo como un circo político en donde resulta cada vez más engañado y decepcionado.

 

Nuestro sistema de democracia representativa está en crisis, cada vez nos sentimos menos identificados con las personas que nos representan y que están llamados a velar por nuestros intereses.

 

El auge de los movimientos populares desde El Amarillo, por el cuatro por ciento para la educación hasta el Verde contra la Impunidad, son ese deseo de participación que tenemos los dominicanos, es la manera en la que expresamos que no estamos contentos con la manera en que nuestros políticos manejan nuestros recursos, que no estamos contentos con el escenario de descrédito internacional al que constantemente nos someten, que no estamos contentos con la falta de participación joven en nuestras decisiones de Estado.

 

Razones políticas para la implementación o no del voto obligatorio

 

Para la clase política es más viable imponer el ejercicio del deber del voto, del mismo modo en que imponen otros deberes, como el pago de los impuestos. Afianza con mayor exactitud al que resulte elegido si el cien por ciento de las personas hábiles para votar expresaron su deseo en las urnas electorales.

 

El mismo brinda una idea más cerrada de la voluntad de los electores, eliminando, para el candidato electo, el misterio que significa el hecho de que si aquella masa blanca e indecisa significaría un problema para su gestión en términos de favor del pueblo o gobernabilidad.

 

Pero, la clase política olvida que la imposición jamás será la vía para lograr que los dominicanos cedamos a un cambio, tenemos bastos ejemplos a lo largo de nuestra historia como República de que a nuestro pueblo nunca le ha parecido viable el término obligatorio.

 

Nos encontramos en un escenario político donde el pasado candidato repetía como presidente, el que a su vez le antecedió venia de dos periodos consecutivos y ya había ocupado en tres ocasiones aquella posición y el representante de la oposición fue una pesadilla administrativa y política para nuestro pueblo.

 

De manera que, una democracia debilitada como la nuestra con partidos minoritarios que negocian las posiciones públicas para aliarse con los partidos más grandes, una oposición descabezada, ya sin la estampa de sus líderes más representativos, sin ideales claros, ni metas propuestas, sin soluciones premeditadas, no puede darse el lujo de ser atrofiada con la imposición de un voto.

 

Antes que pensar en imposición, debe asestarse un sabio golpe al gigante del descredito político en sus cienes, aumentando los debates públicos, fortaleciendo la cuota participativa de los jóvenes y las mujeres, facilitando el proceso de documentación para que cada vez más ciudadanos se encuentren hábiles para votar, fomentar un clima de seguridad, de respeto y de pulcritud en los procesos electorales que disminuya el populismo removedor de pasiones y lo suplante por el gobierno de las ideas viables y el reino de los argumentos bien sustentados, porque ya estamos aprendiendo a protestar con argumentos y eso no se lo debemos a la clase política, esto ha sido un ejercicio personal de cada ciudadano que se indigna de ver todos los días lo que acontece con su país.

 

No se puede hablar de democracia participativa si nos han quitado el acceso a la educación cívica en nuestras escuelas y contando con que nuestra constitución en su artículo 208 afirma que: “Es un derecho y un deber de ciudadanas y ciudadanos el ejercicio del sufragio para elegir a las autoridades de gobierno y para participar en referendos. El voto es personal, libre, directo y secreto. Nadie puede ser obligado o coaccionado, bajo ningún pretexto, en el ejercicio de su derecho al sufragio ni a revelar su voto”.

 

¿Por qué en vez de plantearnos la imposición del voto no nos planteamos la imposición de la educación cívica como requisito para obtener un documento cualquiera o para el goce de nuestros otros derechos ciudadanos?. ¿Porque nuestros partidos políticos no destinan sus jugosos recursos para saber por qué los ciudadanos/as se están absteniendo a expresar su voz?. ¿No será esto un claro mensaje de que estamos cansados, de que hemos dejado de creer que habrá soluciones a los temas prioritarios de nuestra agenda país?.

 

Entonces, en resolver estas cuestionantes deben esforzarse nuestros partidos y nuestros dirigentes, en empezar a atacar las cosas desde su raíz, ajustarse a la nueva generación de dominicanos y dejar creer que la fiebre continúa estando en las sábanas.

grisvalded1992@gmail.com

JPM

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