El voto ofuscado

Guatemala hace tiempo que cavó una fosa en la que dejó enterrada la confianza en sus instituciones y la credibilidad en sus líderes políticos y sociales, y los últimos acontecimientos ahondan los fundamentos de tan lastimosa determinación: urgidos por dar respuestas a la inseguridad, se aferraron a la mano dura que encarnaba el general retirado Otto Pérez Molina, pero el robo y los actos criminosos contra los ciudadanos prosiguieron por su buena, mientras el erario era objeto de una francachela rastrera.
Pero en la antigua capitanía española era costumbre que se estafara al Estado y que los funcionarios se enriquecieran sin consecuencias, porque el Ministerio Público y la justicia, también eran antro de corrupción, que es por eso que el país tiene que rogar a las Naciones Unidas por un supra organismo, más poderoso que los que gobiernan, para que vigile y motorice sanciones, que ese es el rol de la Comisión Internacional Contra la Impunidad, presente en Guatemala desde la administración del presidente Alvaro Colom Caballeros.
Desde abril para acá el país ha estado encabritado por el rumor de un robo vulgar que se efectuaba desde la Superintendencia de Administración Tributaria, donde en vez de colocar técnicos bien pagados a velar por las recaudaciones del Estado, se nombraron unos individuos dedicados a proteger evasión arancelaria.
El que quisiera importar cualquier producto pagando menos de la mitad de lo que le correspondía pagar y canteándose con una compensación aparte para quienes se lo facilitaban podía hacerlo, y el negocio se hizo tan popular que generaba millones de dólares que iban a parar a ocho cuentas, de las que los depósitos eran retirados inmediatamente para dividirse en dos partes, conforme a lo explicado por fiscales, 50% para la estructura y 50% para el uno y la dos.
Las protestas empezaron a sentirse, y la dos, entendiendo que toda responsabilidad podía quedar atribuida a su principal asistente viajó con él a Corea del Sur, y lo dejó por allá; la responsabilidad es individual, si su secretario huía tenía motivos, pero ella no, porque no se había evadido, pero la gente se indignó más, y se pensó que sería suficiente con entregar su cabeza, por lo que renunció, pero las masas permanecieron sedientas reclamando más y pidieron la cabeza principal, la que también cayó y hoy, ex uno y ex dos, ven los días pasar desde la cárcel.
Sin embargo, la población siguió hambrienta buscando responsables, y en esas les ha tocado ir a las urnas, a las que les tomaron más aprecio que nunca con una participación que ha superado el 70%, y allí saldaron cuentas con Manuel Baldizon, uno que estaba listo con su dudosa fortuna a seguir mancillando las instituciones y de un primer lugar holgado lo descendió a mendigar un segundo lugar con Sandra Torres Casanova, que andaba por el tercero.
Lo lamentable es que para vengarse de los políticos el electorado ha levantado un anti candidato, con cero experiencias en asuntos del Estado, que de ser electo no hará más que profundizar la crisis institucional.

La memoria de los pueblos es corta y parece que los guatemaltecos no se acuerdan de los que los ocurrió con Jorge Serrano Elías, un desahogo que salió costoso.
Jimmy Morales, un humorista y sermoneador cristiano, no se andará creyendo que el electorado lo favoreció por valorar sus cualidades, votar por él era más útil que echar la indignación en blanco.

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