«El último sorbo de Cicuta»

Existe la impresión de que el escenario político nacional ha dado un giro de trescientos sesenta grados con el acuerdo electoral del PRD y el PLD. Esto simplemente no es una alianza contranatural, sino que esta significa para muchos perredeístas el «último sorbo de Cicuta».

El PRD fue un partido que resistió exitosamente la tiranía de Trujillo, venció al Consejo de Estado, que se lanzó armas en manos en el 1965, produciendo la última Guerra Patria. Partido que resistió con gallardía opositora los criminales doce años de Balaguer y sacó al PLD junto a su cartel del poder en el año 2000, no merecía un final tan miserable, una muerte tan execrable y unas exequias preparadas por los verdugos que aceleraron la muerte de líder Peña Gomez.

Perdonadme mis lectores, pero debo lanzar una expresión llena de ira, indignación y rabia. ¡Carajo! ¿Miguel Octavio Vargas Maldonado, porque has actuado como el anticristo del PRD y la democracia dominicana?

Hay seres humanos que no tienen sentido de la historia, solo les importa la fortuna material, aunque para estas apetencias que llevan retorcidas en su psiquis tengan que pasar sobre el cadáver de su pueblo. Y esto justamente conforma su talón de Aquiles.

El acuerdo electoral entre estas dos fuerzas políticas, Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), es la confirmación de la traición de Miguel Vargas la cual ejecutó en las elecciones del año 2012, según vox populi.

Este infame acuerdo político electoral tiene al Estado dominicano como epicentro. No hay una alianza estratégica de contrarios por razones de una crisis de gobernabilidad, ni una urgencia nacional, sino por las aspiraciones desmedidas de continuidad en la presidencia del presidente Danilo Medina y el disfrute de los beneficios del Estado dominicano por «su par» Miguel Vargas.

En una impecable aplicación de triquiñuelas políticas dignas del Maquiavelismo y del folklore político tercermundista, el presidente Medina ha recurrido al viejo truco de utilizar su enemigo, volviéndolo un leal amigo. El político sin honor, se vende al mejor postor; la “amistad” de Vargas Maldonado vino con su precio en cargos, favores y negocios. Este acuerdo es la forma más pura de clientelismo político.

Recuerdo que Danilo dijo: » El que se vende en política, no sirve el que se vende, ni el que lo compra».

La Constitución dominicana ha sido modificada no para su modernización, sino, para permitir la reelección presidencial; hay denuncias de que compraron legisladores, la reforma constitucional ha sido fruto de una acción corruptora e indecorosa.

La Asamblea Nacional Revisora aprobó este la modificación del artículo 124 de la Constitución, que habilitará la figura de la reelección presidencial por dos períodos consecutivos.

Me pregunto: ¿Será cierto el rumor público, que ha sido esta reforma otra expresión de corrupción comprando legisladores? De ser verídico no hay fuerza moral para perseguir la corrupción por este gobierno (cosa que tampoco han hecho, a pesar de las pruebas fehacientes contra el «Cartel del PLD y demás delincuentes de cuello blanco y manos sucias por el oro corruptor del dinero). Puede conocerse un gobernante por los hombres de los cuales se rodea.

Hay políticos para los cuales la política es un antro opaco, carente de ideología, amor patriótico y ética. Para ellos la habilidad y rapacidad tienen un sentido de oportunidad, como expresaban los sofistas Glaucón y Trasímaco, son seres para los que el disfrute del poder está por encima de todas las circunstancias políticas, éticas y humanas. No entienden que en base a estos antivalores, se puede obtener a un alto costo el poder, pero jamás la gloria.

El presidente había actuado como un político de grandes virtudes personales. Su discurso como instrumento persuasivo lo proyectaba como un político de excepción, humilde, sin ambiciones, moralista, cercanos a sus iguales, ahora el país decepcionado constata que esto era simplemente un marketing político engañoso. Siguiendo fielmente el ejemplo de César Borgia, “El Príncipe” por excelencia, el presidente Medina ha seguido claros lineamientos sobre cómo comportarse y manejar la opinión pública, para inclinar la balanza del electorado a su favor.

Danilo busca la reelección presidencial producto de la psicopatía generada por el poder y transforma a los hombres, la historia está repleta de personajes que estafaron al electorado con personalidades desdobladas, quienes después que se entronizan en la cúpula del poder se consideran mesiánicos y que solo ellos garantizan la estabilidad y prosperidad de sus pueblos.

Danilo Medina ha actuado como un político típico del sistema latinoamericano. Como tal, ocultó sus verdaderas intenciones y siempre habla menos de lo necesario, a tal punto que siendo el candidato por el PLD, aún no se pronuncia sobre la reelección, que tantas veces negó persiguiera; “a petición del pueblo” es sólo la excusa con la que pretende legitimar la inobservancia de su palabra.

El control del poder del Estado constituye el eje central sobre el cual gira el quehacer político en las sociedades democráticas y autoritarias. Hay quienes lo ambicionan para satisfacer sus aspiraciones personales y no como fuente para el bienestar colectivo del pueblo. Dicho en otras palabras; es evidente que el lema no oficial de los gobiernos del PLD ha sido “El fin justifica los medios”, aunque el medio le cueste endeudamiento extremo al país.

El Estado dominicano es el epicentro de los acuerdos políticos del oficialista Partido de la Liberación Dominicana y el Partido Revolucionario Dominicano, consiste en la repartición de posiciones, repostulaciones de alcaldes, diputados y senadores al margen del desempeño y todos los pecados administrativos e indelicadezas del gobierno anterior borrón y cuenta nueva. Esa es parte de la redistribución por el apoyo a la «Reelección de Danilo Medina».

Mientras tanto los grandes problemas estructurales y sociales que afectan a la sociedad dominicana, los cuales ya han rebasado las capacidades del gobierno de Danilo Medina, no son parte de la agenda reeleccionista. ¿Entonces qué vamos a reelegir?

La corrupción de Estado e impunidad, inseguridad ciudadana, delincuencia, el endeudamiento externo desmedido con un Congreso que es un sello gomigrafo del Poder Ejecutivo, la crisis del Sistema Sanitario Nacional y de la Seguridad Social, la crisis del sistema eléctrico, la continuidad de la política Medio Ambiental irresponsable (verbigracia caso de Loma Miranda), una política minera entreguista, fundamentada en leyes obsoletas y concesiones mineras poco transparentes.

No me digan que los ineficientes son los funcionarios al frente de los cargos, el presidente es responsable de las políticas implementadas en su gobierno. Reelegir a Medina, es estar de acuerdo con las carencias, la falta de institucionalidad, la turbiedad en el manejo de la cosa pública, donde se utilizan los fondos de los ministerios como la cuenta personal de cada ministro.

El país político está dividido en dos fuerzas electorales el PLD y la alianza oficialista reeleccionista y el PRM con la plataforma opositora (La Convergencia por un Mejor País) y un candidato que simboliza la nueva esperanza nacional, Luis Abinader, cuyo compromiso es con un futuro luminoso y el estado de bienestar del pueblo dominicano, mientras que Danilo Medina y Miguel Vargas «el eje oficialista de la reelección » no pasarán.

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