El totalitarismo sustentado por elecciones “democráticas”
El triunfo guerrillero protagonizado por los hermanos Castro, –Fidel y Raúl–, el Che Guevara, Huber Matos y Camilo Cienfuegos, entre otros, constituyó una gran esperanza y una gran confianza de que con un foco guerrillero constituido por un pequeño grupo de aguerridos combatientes, armados de una poderosa utopía ideológica, podrían materializarse revoluciones triunfantes por doquier.
Basados en esa premisa, los Castro, apoyados logística y financieramente por los bolcheviques rusos, lanzaron una gran ofensiva guerrillera en varios países del continente, tratando por esos medios de emular la triunfante hazaña del foco guerrillero que protagonizó el éxito ocurrido en la antigua “Perlas de las Antillas.”
El experimento “foquista” de los Castro, como es sabido por todos, resultó en un rotundo fracaso en todas las naciones donde fue llevado a la practica, debido a que en cada país se daban condiciones particulares que no tenían nada que ver con las condiciones socio políticas y económicas que caracterizaban a la Cuba de esa época.
Debido a los continuos fracasos de su estrategia de expansión del comunismo, fue que los hermanos Castro decidieron cambiar radicalmente los métodos de esa estrategia, por lo que planearon tratar de conquistar el poder por medio de otras alternativas que resultaran más eficaces.
De ahí que surge la idea de la infiltración metódica de las fuerzas armadas de esos países para a través de los golpes de Estado tomar el poder. Cosa que lograron con cierto éxito en algunos países, principalmente en Venezuela, donde contaron con la presencia de un osado militar: Hugo Rafael Chávez Frías.
Aunque Chávez no tiene éxito en su intento de derrocar al social demócrata Carlos Andrés Pérez, con esa acción logra conquistar las simpatías de los que admiran el arrojo y la osadía, atributos que acompañados de un discurso que cala en las grandes masas soñadoras y lo favorable de la coyuntura histórica del momento, fueron suficientes para llevarlo a la toma del poder por medio de elecciones. Ahí se materializa el éxito del nuevo plan trazado por el castrismo.
Al descubrir, que a través de los medios democráticos que ofrece la democracia representativa, que es el sostén del capitalismo, se podía acceder al poder utilizando un discurso engañoso, decidieron ampliar la anterior estrategia tratando de llegar al poder utilizando también a líderes civiles que luego en el poder conquistaban el estamento militar por medio del desmantelamiento de su jerarquía, sustituyéndola por otra que siguiera sus directrices.
Luego siguiendo los planes de dicha estrategia totalitaria, viene la contaminación ideológica de toda la sociedad y de todas las instituciones del Estado, para poder ejercer en ellas todo el dominio, que les permitirá luego perpetuarse en el poder para siempre, utilizando para ello al líder que han escogido para que sea “reelecto” continuamente hasta que éste posiblemente muera o caiga en desgracia.
Los ejemplos los tenemos a la vista con los gobiernos dictatoriales con máscara democrática del antiguo conductor de autobuses, Nicolás Maduro, de Venezuela, el degenerado acusado de pedófilo por violar a su hija desde que era una menor de edad, Daniel Ortega en Nicaragua, el indígena cocalero, Evo Morales en Bolivia y el cínico, farsante y arrogante Rafael Correa, del Ecuador.
Con relación a éste último miembro de esa camada de gobernantes socialistas que conforman el ALBA –chavista-castrista–, vemos que está enfrentando poderosas protestas de varios núcleos opositores, los que han llamado a un huelga general con lo que le piden dejar atrás sus perversos planes de reformar la constitución ecuatoriana, con el único fin de que ésta le permita reelegirse indefinidamente, con el totalitario propósito de perpetuarse en el poder.