El terremoto que sí podemos evitar

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El autor es funcionario gubernamental. Reside en Santo Domingo

Sé que muchas personas al leer el título de este artículo se asombrarán y puede que hasta pregunten que el autor del mismo no sabe nada de sismología ya que es imposible evitar un terremoto.

Con asombro, preocupación y nostalgia leemos en la prensa noticias sobre terremotos en diversas regiones del mundo. Las imágenes del impacto de estos movimientos telúricos laceran nuestra sensibilidad a tal punto que no importando la distancia en la que nos encontremos de donde ha sucedido la tragedia nuestro corazón se conmueve.

Estos acontecimientos sin lugar a dudas representan un desafío para cualquier nación del mundo, ninguna esta exenta de que sea sacudida en cualquier momento por una tragedia.

Sin embargo el día de hoy no vengo hablarles de este tipo de terremoto, sino del terremoto que está sucediendo hoy en día en nuestras sociedades y me refiero al que se produce a consecuencia de las decisiones que toma el ser humano en momentos en que la desesperación, la angustia, celos, temor, ansiedad, ira o rencor se apoderan de él.

De la misma forma en la que los terremotos o cualquier otro fenómeno natural no respetan lo rico o lo pobre que sea una nación para sacudirla y estremecerla en cuestión de segundos y dejarle heridas que para siempre de esa misma forma el terremoto al que me refiero y que sí podemos evitar, no respeta lo rico o lo pobre que usted sea, para en cuestión de segundos estremecerlo para siempre.

En los últimos días hemos visto noticias muy desgarradoras tales como un padre que ahorco a su hija, un hombre que mató a su hijo, un hombre que mata a su hermano o a sus padres, o el caso del alcalde Juan de los Santos asesinado por un hombre de su entera confianza y que luego se suicidó, todos estos hechos de violencia intrafamiliar y violencia intrapersonal constituyen verdaderos terremotos que están a nuestras vista.

Como ladrón a media noche estas noticias nos asaltan

Estos hechos constituyen sin lugar a dudas movimientos de violencia que dejan destruidos no solo de hogares sino de hombres, mujeres y niños.

El impacto, la impresión que nos produce un feminicidio u otro tipo de violencia es sustituida en cuestión de horas por otra que nos  hace olvidar la pasada pero nos mantiene en expectativa de que la próxima que veamos será peor.

Muchos dicen ya que esto es inevitable, que hay que tirar la toalla, que de esta violencia intrafamiliar “no nos salva nadie”. Nada más falso que eso.

 Todavía tenemos tiempo

Ante esta situación tan preocupante que cada día vemos en la prensa, muchas veces pensamos dónde está Dios.

Como es posible que estas tragedias ocurran y Dios no hace ni dice nada, pero ya Dios hace miles de años habló y en su palabra dice

“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”. 2 Crónicas 7:14

Ahí radica la solución de muchos males que afectan no solo nuestra nación sino también el mundo.

Es tiempo de que cada uno de nosotros, individuos responsables que integran esta nación y de este planeta nos humillemos a buscar el rostro de Dios ya que esa es la única vía para evitar que estas tragedias sigan sucediendo.

Cuando la Palabra de Dios dice si se humillare mi pueblo en ningún momento habla de religión porque la religión no salva, lo único que salva es tener una relación saludable con Dios y esto solo se logra aceptándolo en nuestro corazón como Señor y Salvador y permitiendo que El a través de su Espíritu Santo complete su obra y nos use para su gloria y honra.

“Clámame en el día de la angustia yo te librare y tú me honraras también declara la Palabra de Dios” Salmos 50:15

No tenemos que esperar que la tragedia llegue a nuestra casa para entender que solo en Cristo hay salvación, consuelo y esperanza.

Dios tiene un plan con cada uno de nosotros, el anda buscando personas imperfectas para realizar obras perfectas.

No importa lo difícil que pueda verse su vida en un momento determinado, no importa lo endeudado o deprimido que usted se pueda encontrar, deténgase, hay salida, recuerde las palabras del Salmista cuando dijo:

Alzaré mis ojos a los montes;

¿De dónde vendrá mi socorro?

2 Mi socorro viene de Jehová,

Que hizo los cielos y la tierra.

3 No dará tu pie al resbaladero,

Ni se dormirá el que te guarda. Salmos 21.

El mismo que dijo, Alzare mis ojos a los montes fue el mismo que escribió, aunque mi padre y mi madre me dejaren con todo Jehová me recogerá.

El plan y el propósito de Dios para su vida va más allá de lo que usted pueda entender, no es un seguro médico peor si es un plan integral que abarca a su familia completa y puede abarcar a sus relacionados.

Dios quiere hacer de usted un colaborador para su gloria y honra. No importa lo afligido, triste o desesperado que pueda verse en este momento, Dios quiere llenar su vida de su amor, ese amor que echa fuera el temor ya que el temor, como dice la Pastora Bellanira Bello, “echa a perder las mejores cualidades que Dios ha puesto en una persona”.

En el momento en que las situaciones socaven nuestras fortaleza y estabilidad si no tenemos una relación viva con Dios es imposible que recordemos que él está con nosotros como poderoso gigante y que quiere pelear nuestras batallas.

“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas”. Efesios 2:10

“Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiéndolo hecho todo, estar firmes”.

Quizás no creas en este mensaje ni creas que Dios existe ni que pueda hacer algo por ti y por tu familia, pero lo interesante de todo es que no se trata de ti, se trata de que es Dios quien te está buscando para salvarte y bendecirte y para prepararte para cuando llegue cualquier tipo de situación puedas al igual que David alzar tus ojos a los montes sabiendo que tu socorro viene del Señor que hizo los cielos y la tierra.    “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Apocalipsis 3:20   “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”.Mateo 11:28

jpm

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