El teleférico y el acuabus o la dignificación de la gente humilde

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EL AUTOR es comunicador y diplomático. Reside en Honduras.

Como peatón consuetudinario que he sido,  siempre he definido el mal llamado transporte público como una pesadilla sobre ruedas. En los gobiernos anteriores al PLD, desplazarse en los espacios urbanos era  un viacrucis, eso sin contar lo costoso que resulta la movilización en motoconcho, concho, voladora, etc.

Pero si hay un lugar en el que  trasladarse de un lugar a otro resulta una modorra, ese sitio lo representa la parte norte del Gran Santo Domingo. Decenas de barriadas que colindan con los ríos Ozama e Isabela padecen a diario  la amargura de  transportarse en esa parte de la  zona citadina.

Es por eso que el anuncio de las autoridades de la construcción del teleférico de Santo Domingo, con una inversión de casi sesenta y nueve millones de dólares,  debe ser aplaudido y defendido  por toda la sociedad, pues la majestuosa obra viene  a solucionar un grave e inhumano problema que están obligadas las gentes de esa localidad a enfrentar, como lo es el vil y costosísimo transporte público.        

        La primera ruta del Teleférico de Santo Domingo contará con cinco kilómetros, y se extenderá   desde la populosa barriada de Gualey hasta la super poblada avenida Charles de Gaulle, conectando con las comunidades de Los Tres Brazos, Sabana Perdida y La Victoria.

Pero como parte de todo un sistema integral de transporte público, las autoridades gubernamentales interconectarán todo el entramado  del Teleférico de Santo Domingo con la Línea Dos del Metro, e igualmente inaugurará     el Acuabus,  una especie de vía acuífera a través de las celestiales  aguas del río Ozama, lo que rescatará a cientos de miles de personas residentes en las orillas de esa maravilla  natural urbana,  que han tenido que padecer la ignominia del  transporte público.

Pero si el Teleférico de Santo Domingo, y el Acuabus  vendrán a rescatar a las grandes mayorías residentes en esa zona  de la afrenta que le representa en términos de calidad y seguridad el día a día del transporte públicos, el conjunto de obras igualmente  le reportará grandes ahorros a  las  de cientos de familias pobres, que cotidianamente tienen que dedicar un porcentaje altísimo de sus ingresos a transportarse.

Claro está, aparecerán grupejos enemigos del progreso y de la solución a  los acuciantes problemas nacionales, y críticos de marras los cuales  buscarán hacer demagogia y politiquería barata mientras las obras estén en construcción como forma de confundir a la población que suspira por ver el conjunto de trabajo ya en operación.

Pero esas campañas negativas de los heraldos del atraso y el subdesarrollo no prosperarán, pues  la gente,  no ha escondido sus simpatías con las obras, en el mismo instante en que  en que el gobierno anunció las mismas.

 

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