El síndrome del motor
Yo me acabo de pasar 15 días en República Dominicana. La razón para este viaje fue darle seguimiento médico a mi salud personal mas que por vacacionar y tuve que pasarme esas dos semanas “camellando” en la ciudad de Santo Domingo.
En ese batey llamado “Capital” nací yo y les aseguro que disfruto cada uno de sus barrios, restaurantes, bares, iglesias, patios, calles, avenidas, aceras y contenes; de manera especial, los residentes en la llamada “parte atrás”, que es donde vive una parte de mis amigos de antaño y a los que siempre tengo que saludar y darle y recibir de ellos, aunque sea un abrazo sincero.
Yo me muevo en vehículos de mi familia, en carros de concho, taxis, moto concho y a pie. En una palabra, cuando yo voy a Santo Domingo, “yo vivo Santo Domingo”, desde Guachupita y Gualey, hasta Piantini, Arroyo Hondo y Herrera, pasando por mis barrios de niño, Ensanche Luperón y Jardines del sur.
Digo esto para establecer que la lectura que yo levanto en mis recorridos populares, no es de una zona en especial sino, de toda la ciudad; y proviene de muchos sectores diferentes. Sobre el resto del país, recibí el testimonio de mi hija Nicole, dominicana nacida en Nueva York y que tenía 20 años que no visitaba su tierra; ella me asegura que el año que viene “nadie la para”, que se va con todo y familia a visitar la otra parte que le faltó de Quisqueya, porque de lo que ella recorrió en esta Navidad, quedó “encantada” y nunca se sintió amenazada o insegura.
Recorrió todo el nordeste, hasta llegar a Puerto Plata por la costa y de ahí volvió a Santo Domingo por la autopista Duarte y entrando a todos los pueblos del Cibao.
Pero de lo que yo quiero hablarles en realidad es de lo que cuenta el título de esta “Data Informativa”, como nos dice Cornelio Olivo en la TV; de lo que yo he bautizado como “el síndrome del motor”, que es como una especie de pesadilla que uno vive cuando siente que un motor se le acerca y mas, si viene con dos jóvenes, sin ningún chaleco que te indique lo que hacen y hasta sin casco protector. Lo que todo el mundo hace es esconder el celular, mirar con disimulo y buscar el camino de escaparse de algo que uno no sabe si va a suceder o no.
Esta rutina de “autodefensa”, la pude confirmar con varias personas adultas, creíbles y de formación escolar promedio, lo que me mueve a suponer que no es un invento mío, ni un asunto en la cabeza de dos o tres que viajamos desde el extranjero hasta nuestro país y que a veces, nos ponemos algo paranoicos por la virulencia de las redes.
Lo que remató mi parecer, fueron los titulares de varios periódicos con relación a la incidencia de los motores en los actos delincuenciales, por un lado y por otro las estadísticas de cuantos motores hay y en qué condiciones de documentación andan en las calles.
- 80% de los atracos se producen en motores
- Hay casi ¾ de millón de motocicletas no registradas por las autoridades
- Registradas hay unas 2.7 millones, que eleva la cantidad de motores corriendo por las calles y aceras, a 3.5 millones de unidades
- Los libros de registro del gobierno dicen que entre la provincia de Santo Domingo y el Distrito Nacional, circula el 40% de todos los motores del país.
- El INTRANT anuncia que entre las 11PM y la 5:30 AM se prohibirá la circulación de motores con dos personas, como medida de prevención de los atracos.
Como ustedes podrán notar, la preocupación que yo tengo ya ha llegado hasta el seno del gobierno y se están tomando medidas para disminuir esta plaga que denuncio y he identificado como: Síndrome del Motor
¡Gracias al Presidente Abinader y al Director del INTRANT, Hugo Veras!
JPM
el escritor lo llama «sindrome del motor», yo los llamo «artefactos del infierno», dado que en gran parte solo sirven para contaminar, aterrorizar a la poblacion con actos delincuenciales, mutilar tanto a sus ocupantes como a quien se encuentra en su diabolica senda entre otros. la paz ciudadana acabo en dominicana cuando esas chatarras de lucifer se adueñaron de nuestras calles ante la mirada indiferente de los (in)funcionarios del gobierno…