El sector eléctrico y yo (1 de 2)
Son muchos los amigos que me preguntan por qué he participado en diferentes posiciones y diferentes gobiernos en el sector eléctrico gubernamental. Por eso, he decidido hacer artículos que, no con muchos detalles, relatan mi dilatado e interesante paso por este sector que le da corriente a cualquiera.
Pronto pediré un sabático a este querido matutino que me ha permitido escribir por tantos años, para empezar a escribir mis memorias, para como bien dice el título de los dos tomos del querido monseñor Agripino Núñez Collado (EPD) “Ahora que puedo contarlo”.
En el año de 1996, siendo presidente del Conep, gana las elecciones el presidente Leonel Fernández. Yo apenas conocía un puñado de dirigentes del PLD, los pocos que eran empresarios, Luis Manuel Bonetti, Eduardo Selman; por una relación familiar a Franklin Almeida y a Rafael Alburquerque, porque sus hijas, al igual que mis hijos, eran alumnos del Babeque.
Al expresidente Fernández, por la relación con la familia Castillo, lo conocí en el 1992.
El nuevo gobierno, y en especial el presidente, querían darle un giro al sector eléctrico que tenía serios problemas de generación, de distribución y transmisión. En esos años no se hablaba de apagón, aplaudíamos cuando llegaba la energía.
La idea del nuevo gobierno fue la de llevar un Consejo a la antigua CDE, compuesto por personas no políticas; era una época que a un Consejo se iba a servir, no había remuneración importante, recuerdo que nos pagaban algo simbólico, mil pesos a los miembros y mil quinientos al presidente de dicho consejo.
Ese consejo lo conformaron César Norberto Armenteros, Manuel Cocco, Ramón Flores, Mariano Germán, Eduardo Rodríguez (EPD) Domingo Jiménez (EPD) y yo.
El primer administrador de CDE fue Temístocles Montás, a quien yo no conocía y con quien he desarrollado una muy bonita amistad.
Llego al Consejo sin ningún vínculo con el sector, mi profesor Ramón Flores fue el culpable de que hoy en día aún esté en el sector, él me recomendó con Temo Montás.
Me han acusado de tener intereses en el sector; de tener una gran planta eléctrica; realmente, sólo tengo dos como muchos dominicanos, las de emergencia de la fábrica y la de mi casa.
Encontramos un enorme problema de generación, donde prendíamos velas para que lloviera y una de las plantas de Itabo, que generaba a diesel y era 100% propiedad del Gobierno, estaba parada porque hacía falta una bomba de enfriamiento que costaba diez mil dólares.
Eran 120 megas, críticos para el sistema. Compramos la bomba sin licitación, el suplidor era único, pero por semanas Julio Hazim no dejó de criticarnos, especialmente a mí, hasta que cansado lo llamé y le dije que yo asumía la responsabilidad y si tenía que pagarla lo hacía también porque una cosa era un micrófono y otra la realidad eléctrica. Las cosas aún siguen siendo así.
Las críticas llovían sobre el Gobierno porque, sin saber la realidad de la empresa, algunos se habían aventurado a decir que en seis meses la situación se resolvía.
Empezamos un proceso de licitación, el primero que se hacía en el sector eléctrico dominicano y ganó Cogentrix, turbinas excelentes que hoy en día generan eficientemente, sólo que en ese momento eran de diesel, el combustible más barato en ese entonces.
Cambiar la cultura a licitación fue difícil, nunca olvido que un día se presentó un importante funcionario del gobierno a la CDE para decirnos a Temístocles Montás, a Manuel Cocco y a mí que nos encontrábamos reunidos, que se estarían comprando dos plantas Itabo más, de grado a grado.
Renuncia
Nuestra reacción fue que presentamos todos, excepto Mariano Germán y Domingo Jiménez (EPD) por razones atendibles, nuestra renuncia al Consejo.
No olvido que se presentaron en la noche a mi casa Temístocles Montás, Miguel Cocco y Danilo Medina a pedirme que no renunciáramos con el compromiso tal y como fue de cumplir con licitaciones y no contratos de grado a grado.
Se inició el proceso de capitalización muy criticado, pero sin este hoy no tendríamos la capacidad de generación que tenemos. El fracaso del proceso de capitalización de las distribuidoras se debió en gran medida a la avaricia de Unión Fenosa y a la crítica mordaz de la oposición y del propio partido de gobierno. ¡Cuánto nos ha costado desde entonces!
El expresidente Fernández en 1998 sustituyó a Montás por Radhamés Segura, a quien no conocía, pero era un fuerte opositor a la capitalización, posiblemente a él debemos en gran parte el fracaso de la cogestión de las EDES con el sector privado.
Radhamés Segura
Con el tiempo enfrenté a Segura, porque politizó el sector de forma inimaginable. Eso será parte de un artículo.
Presenté mi renuncia al Consejo de CDE en 1998 porque entendía que entre el administrador y yo no podía existir un consenso, cuando uno apoyaba la necesidad de capitalizar y que el sector privado manejara las EDES, el otro quería convertirlo en botín político.
Continúo escribiendo mi experiencia en el sector eléctrico. Recordaba que renuncié al llegar Radhamés Segura, a quien no conocía, pero su política era la de mantener en manos del Estado las empresas eléctricas, lo que para mí no tenía sentido, dada la mala administración de estas y el propósito claro del gobierno del presidente Fernández de capitalizarlas.
Lo cierto que el nuevo gobierno encontró un país apagado, una empresa quebrada. Nunca olvido cuando nos entregaron los borradores de los estados financieros de la CDE del año 1995, expresé a la auditora general, la licenciada Medina: “esta empresa está quebrada”, ella me respondió “señor Marranzini, esta empresa no quiebra”, a lo que respondí “tiene razón, quiebra el país”.
La llegada de un nuevo gobierno, con una visión mucho más moderna de Estado, despertó mucho interés en el sector privado nacional en muchas áreas y una de ellas fue el sector energético.
Nunca olvido la llamada de un médico que estudió con mi hermano y mi cuñado, la misma me extrañó, pero por el afecto a él y su familia lo recibí en mis oficinas con mucho gusto. Primero, me conversó sobre el interés de unos cubanos norteamericanos en instalar una fábrica de sillones de automóviles en zona franca, lo que sin dudas como empresario me interesaba.
Luego, me informó que ese mismo grupo tenía el interés de instalar plantas eléctricas. Rápidamente le dije que sobre electricidad no recibía a nadie en mis oficinas, que eso debía ir donde el administrador de CDE o a su Consejo de Administración.
Era el mismo grupo que había perdido la licitación de varias turbinas de diesel que fue ganada por la turbina de 100 MGW a gas (Haina TG), que como me refrescó la memoria el buen amigo Saúl Santana, fue licitada en la administración de Montás, pero instalada en la de César Sánchez.
Hay que reconocer que en el corto periodo de la administración de Montás y los dos años que duró el consejo del que fui parte, 1996-98, se licitaron Cogentrix y la turbo gas.
Este grupo cubano norteamericano no cesaba en sus esfuerzos de lograr, después de haber perdido la licitación, un grado a grado. Fueron varios los comunicadores que los apoyaron, entre ellos, de nuevo mi apreciado pariente Julio Hazim.
Una noche me llamó Temístocles Montás, que el presidente Fernández nos quería ver. Temo me recogió en mi casa, no tenía chofer, manejaba mi vehículo y eran cerca de las diez de la noche.
Mi sorpresa fue encontrarme con el mismo grupo de empresarios, los cuales venían a pintar ilusiones a un presidente desesperado por los apagones. Prometían instalar plantas en tres meses, el presidente preguntó si alguien quería decir algo y claro que yo quería.
No podía permitir que se violara una licitación, advertí que dar un grado a grado al último que quedó en la licitación no hacía nada bien ni al gobierno ni al país y que, sólo si fueran magos podían instalar turbinas donde no había líneas de transmisión ni depósitos de combustible en tres meses. Me apoyó la directora de ingeniería presente en la reunión, Margarita Pumarol, una excelente técnica, al confirmar que eso era realmente imposible.
El secretario de la presidencia, que había llevado este proceso hasta ese momento, se lamentó de haber perdido una semana, mi reacción fue que eso le había sucedido por asumir funciones que no le correspondían.
Este fue también un periodo en el cual influyó mucho para la generación la planta Smith-Enron. Construida en Puerto Plata durante el último periodo del presidente Balaguer. Era un misterio, con una tecnología muy innovadora, pero con problemas técnicos importantes, no permitían la entrada de los ingenieros de la CDE y eran constantes las salidas de línea, provocando apagones generales.
Hay que recordar que ENRON fue la empresa de energía más grande de Estados Unidos, su esquema contable fraudulento los llevó a la quiebra y algunos de sus ejecutivos terminaron suicidándose.
Smith, un norteamericano talentoso, pero no muy claro en sus actuaciones. Recuerdo que en la primera reunión con el Consejo de CDE su pregunta fue que, ¿quién había sustituido a Carmen Rosa Balaguer?, la respuesta que le dio el consejo fue que los temas del sector eléctrico no se resolvían ya de esa manera.
Como dije antes, renuncié en el 1998, le había pedido cita al presidente Fernández varias veces sin éxito, quería que permaneciera en el consejo y a pesar de que siempre he dicho que a los presidentes se les debe apoyar porque del éxito de su gestión depende el éxito del país, mi permanencia haría más daño que bien, pues sería un enfrentamiento continuo de visiones entre el administrador recién nombrado y yo.
Nunca me imaginé que sustituiría a Radhamés Segura de la vicepresidencia de Cdeee doce años después, pero será parte de un extenso capítulo de mi libro.
jpm-am