El pragmatismo rapaz

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El autor es escritor. Reside en Santo Domingo

                              

Gobernar a un país como se debe, requiere una dosis mínima de idealismo, que no es lo mismo gobernarlo como se gobierna un establo.

   La mentalidad pragmática, basada en la compraventa desigual, piensa que todo tiene su valor, que pueden cambiar el pensamiento de una persona , como se compra una casa y se le cambian los muebles.

   Venden un rectángulo de aire comprimido a la altura de un avión, bajo el nombre de apartamento, fuera del contacto con los sonidos de la naturaleza, aunque los copien y fuera del contacto de los manantiales, aunque los imiten.

   Compran tales páramos de la castración del paisaje como comprar un esclavo. Compran playas, montañas, siempre hay quien las venda, sobre todo, los que se las han robado al ambiente.

   Nos adaptaron a la idea de que lo abstracto tiene su precio, al amor lo subastan, al odio lo enardecen.

   El pragmatismo no se detiene en su lucha tenaz por colonizar el pensamiento del pueblo. Vemos matrimonios que se unen sin obedecer al principio del cariño. Firman un contrato que implica una separación de bienes antes de que se produzca el altercado o ruptura de la pareja: matrimonios que se arreglan o compran.

     A nuestro planeta lo han hipotecado en nombre de las ganancias. Todo tiene su precio, amenaza el refranero.. La verdad es lo que me conviene, dictan los magos de la compraventa.

   Cuando los franceses le obsequiaron  la Estatua de la Libertad a los estadounidenses, no demoraron en preguntar. ¿Cuánto vale? los franceses no demoraron en responder; las obras de arte no tienen precio.

   Pueden los pragmáticos dirigir a un país como se dirige una corporación, pueden en mobre de las ganancias, convertirlo en un corral.

   La eficiencia del método pragmático resulta infalible. Mientras más personas sean víctimas del préstamo y de la compraventa fraudulenta, más personas serán eliminadas de la competencia.

   Lo más cínico de los pragmáticos es que permiten vender y comprar lo que se le antoje al pueblo, pero no le preguntan con qué recursos. Esgrimen la trampa del préstamo que esclaviza al deudor por el alto costo de los intereses.

   La apropiación de los derechos del pueblo es tarea de todo pragmático rapaz.

   Parece contradictorio, pero el mal llamado populismo resulta un fracaso en la sociedad de hoy, porque extermina la esencia del individuo, sin lo cual, el progreso se detiene.

   Si la dignidad se comprara, los pragmáticos extremistas hubieran hundido a la Tierra, pero tal abeja de la sensibilidad , no poliniza en el estiércol de la usura.

jpm

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