El peligro de un solo partido en el poder

La continuidad en el poder del Partido de la Liberación Dominicana es el máximo peligro a la convivencia democrática en la República Dominicana. Es posible, sin embargo, que la ambición sin límite de esta nueva “oligarquía morada” convierta el impulso de los vientos (regresionista o reeleccionista) en huracanes devastadores. Manolo Pichardo, miembro del Comité Central, en su artículo El PLD atrapado, segunda entrega, describe la degradación de su Partid “…la descontrolada y desorientada apertura va haciendo que la organización se parezca cada día más al monstruo creado por Frankenstein,..”. Y, se pregunta “¿cómo se explica lo de Bayaguana en donde miembros del PLD con importantes responsabilidades en la administración pública se han visto envueltos en cuestiones de sicariato según un informe de la Policía?” La cizaña más reciente del doctor Reinaldo Pared, Secretario General, al responsabilizar al PRM de los conflictos que pudieran ocurrir cuando el PLD había tomado la decisión de excluirlo de los acuerdos sobre los bufetes directivos de los cabildos en conspiración con sus aliados. El acuerdo que firmaron el PLD, PRSC y PRD con la exclusión del PRM y otros Partidos con representación municipal, no es fiel al texto que legó el extinto doctor José Francisco Peña Gómez. Es una adulteración del Pacto original o “Regla de Oro de la municipalidad” para la gobernanza de los Ayuntamientos. También, en esa trama, utilizaron el Secretario de Asuntos Municipales para simular conversaciones e incumplir los convenidos. De igual modo actuaron en el Pacto por la Democracia de 1994, cuando en combinación con los “reformistas de la sombras” modificaron el porcentaje de 45% a 50% más un voto para evitar el triunfo del doctor Jose Francisco Peña Gomez en primera vuelta en las elecciones presidenciales de 1996.Lograron dicho objetivo. En referencia al título de este artículo, reflexiono con Montesquieu: “Todo estaría perdido si el mismo hombre o el mismo cuerpo de los principales, o de los nobles, o del pueblo, ejerciese estos tres poderes: el de hacer las leyes, el de ejecutar las resoluciones públicas y el de juzgar los crímenes o las diferencias de los particulares.” Esta amenaza en pleno auge es la urgencia de la unidad opositora que diga ¡Basta ya!

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