El paraíso
Las recientes masacres en Francia vuelven a abrir el debate. Para unos es muy sencillo: Occidente por su injusto sistema económico produce los terroristas. Es el culpable. En palabras del ex ministro de Relaciones Exteriores de España, Miguel Ángel Moratinos, “el occidente ha contribuido a crear el Estado Islámico” y por supuesto, Estados Unidos y su guerra de Irak. Por casualidad, ¿no fueron las Torres Gemelas destruidas por el millonario Ozama Bin Laden antes de la guerra de Irak?
Para otros el problema del Islam es el Islam. En pocas palabras, los Hermanos Musulmanes lo explican: “el Corán es nuestra Constitución, el profeta nuestro líder y la yihad es nuestro camino”. ¿Es el Islam compatible con el sistema democrático? ¿Es posible combinar el conservadurismo religioso con la modernidad?
De acuerdo al diagnóstico del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, realizado por un grupo de pensadores islámicos, la sociedad del Islam se encuentra en un profundo y asentado impedimento de acceder al conocimiento en sus aspectos sociales, institucionales, económicos y políticos y se caracteriza por el autoritarismo, la falta de libertad, la inexistencia de libertad de prensa y de la libre expresión del pensamiento.
A ese diagnóstico habría que agregarle que se encuentra en un profundo y eterno conflicto de la división originada desde la muerte del Profeta entre diferentes grupos religiosos que aún en la actualidad permanece vigente. Sunitas y chiitas, y sus sectas derivadas de los conflictos entre ambos, norman las luchas por el poder político y religioso de las naciones islámicas.
De esos conflictos Ismael y Musa hijos del sexto Imán chiita, Ja´far al Sadiq, se enfrentan por la herencia del poder. De los seguidores de Ismael surge la secta de los asesinos. Parecería que en la actualidad los sunitas del Califato Islámico utilizan la misma estrategia que los chiitas ismalies.
Hassan ibn Sabbah, el Viejo de la Montaña, organiza a los hashashin desde el castillo de Alamut en Irán. Los jóvenes ismalies eran entrenados en el castillo. Luego de ser drogados con hachís, despertaban en una réplica del paraíso, incluyendo las vírgenes, y así lograba la lealtad y sus órdenes obedecidas.
Eran los responsables de ejecutar los ataques y los asesinatos de los adversarios. Al morir en el cumplimiento de su misión entrarían al paraíso por toda la eternidad. Dicen que la palabra asesino se deriva de hashashin.
¿Cuál es la diferencia de esos jóvenes que hace mas de mil años eran drogados y entrenados para asesinar a cambio del paraíso y los mártires de la yihad de hoy que se suicidan a nombre y en nombre de Ala y que serán recibidos por las 72 vírgenes en el paraíso?
Actualmente se investiga si los terroristas de la masacre en Francia habrían utilizado Captagon, lo que se conoce como “la droga de los yihadistas”.
Dice el Corán, libro sagrado del Islam: “Los bienaventurados estarán reclinados sobre tapices cuyo reverso será de brocado, la cosecha de ambos jardines será inmediata. Habrá mujeres de mirada recatada; antes de ellos no las habrá tocado ni hombre ni demonio. Ellas serán como rubíes y coral. Habrá vírgenes excelentes, hermosas. La recompensa del bien es el bien. (55: 54-70).
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