El Papa pide afrontar con urgencia la «globalización de la indiferencia»

CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Francisco consideró este martes que uno de los desafíos más urgentes es el de afrontar la «globalización de la indiferencia», la actitud egoísta e indiferente ante el sufrimiento de los demás y que ha alcanzado una dimensión mundial.

El pontífice hizo este llamamiento en el tradicional mensaje con motivo de la Cuaresma, el periodo que precede a la Semana Santa y que hoy presentó el Vaticano.

«Esta actitud egoísta, de indiferencia, ha alcanzado hoy una dimensión mundial, hasta tal punto que podemos hablar de una globalización de la indiferencia. Se trata de un malestar que tenemos que afrontar como cristianos», escribió el papa.

Se trata de «un desafío urgente que cada cristiano debe afrontar», agregó.

El mensaje publicado hoy bajo el título «Fortalecer los corazones» se centró en esta ocasión en la indiferencia ante el prójimo, pues como Francisco explicó, cuando las personas se sienten bien y «a gusto» se olvidan de los demás y «no se interesan de sus problemas, ni de sus sufrimientos, ni de las injusticias que padecen».

«Entonces nuestro corazón cae en la indiferencia: yo estoy relativamente bien y a gusto, y me olvido de quienes no están bien», lamentó en su epístola.

El pontífice explicó que «Dios no es indiferente al mundo, sino que lo ama hasta el punto de dar a su Hijo por la salvación de cada hombre», pero lamentó que, «sin embargo, el mundo tiende a cerrarse en sí mismo».

«Así, la mano, que es la Iglesia, nunca debe sorprenderse si es rechazada, aplastada o herida», destacó.

En su mensaje, el papa propuso tres pasajes de la Biblia para meditar acerca de esta renovación que deben hacer los católicos para evitar ser indiferentes.

«Si un miembro sufre, todos sufren con él», dijo el papa, que invitó a «hacer algo también por quienes están lejos, por aquellos a quienes nunca podríamos llegar sólo con nuestras fuerzas».

Su segunda cita bíblica fue: «¿Dónde está tu hermano?», e instó a todos los católicos en primer lugar a «unirse a la Iglesia del cielo en la oración» y «a cruzar el umbral que la pone en relación con la sociedad que la rodea, con los pobres y los alejados».

Pero también recordó a la Iglesia que su naturaleza es «ser misionera» y «no quedarse replegada en sí misma, sino que es enviada a todos los hombres».

Y entonces deseó «que los lugares en los que se manifiesta la Iglesia, en particular las parroquias y las comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia».

Su tercer llamamiento fue el de: «Fortalezcan sus corazones» para evitar «la tentación de la indiferencia».

«Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para intervenir», señaló.

Para evitar ser absorbidos por «esta espiral de horror y de impotencia», Francisco aconsejó «orar en la comunión de la Iglesia» y también «ayudar con gestos de caridad, llegando tanto a las personas cercanas como a las lejanas, gracias a los numerosos organismos de caridad de la Iglesia».

Y, en tercer lugar, subrayó que «el sufrimiento de los demás debe empujar a la conversión» con el objetivo «de resistir a la tentación diabólica que nos hace creer que nosotros solos podemos salvar al mundo y a nosotros mismos».

«Para superar la indiferencia y nuestras pretensiones de omnipotencia, quiero pedir a todos que este tiempo de Cuaresma se viva como un camino de formación del corazón, como dijo Benedicto XVI: tener un corazón misericordioso no significa tener un corazón débil», recordó Jorge Bergoglio.

Al concluir, Francisco exhortó a los católicos a tener «un corazón fuerte y misericordioso, vigilante y generoso, que no se deje encerrar en sí mismo y no caiga en el vértigo de la globalización de la indiferencia».

jt/am

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