El oráculo de la vieja Cea
Aquilinito “El Cojo” nació tullido, pero su madre Cea ofreció una promesa para que su pequeño retoño caminara algún día. Como ella era una entendida en asuntos de “misterios”, no demandó que el favor le fuera concedido de inmediato sino, cuando el “Santo” lo decidiera. Su experiencia le aconsejaba que cuando uno va a pedirle un favor a “los poderes”, no es bueno ir con to’a la sed a la tinaja; porque eso no le gusta a los “seres” y ellos son los que saben lo que te conviene.
De joven, Cea llegó incluso a recibir espíritus, pero nunca se “bautizó la cabeza” y por tanto, no se podía controlar cuando era poseída por alguno de ellos. Desde que vio la primera regla, comenzaron a visitarla esas “metresas que se enamoran” de la gente buena y quieren darle el “don” para que “haga la obra”.
De cualquier manera, su padre la llevó a San Juan y dicen que un brujo que fue guardia campestre junto con él en una finca de Trujillo le preparó un “resguardo”; algo así como una dispensa para que ella, si no quería hacer la obra, cuando menos no fuera considerada hostil a los misterios y no fuera atormentada por ellos. Eso hizo que Cea levantara su altar y “alumbrara” durante toda su vida a San Gerardo, también conocido como Barón Sandí.
Una persona con las condiciones de Cea -en un campito como era “Doñana”- evidentemente, ejercía cierto liderazgo espiritual, aunque no “trabajaba” los espíritus. Sin embargo Cea, si tenía autoridad para conducir los rezos, montar y levantar “el tómbolo” en cualquier “cabo de año” de la comarca y arbitrar disputas entre creyentes jóvenes y sin respaldo de “arriba”. Es una posición similar a la del Sacristán en las iglesias cristianas.
Cea jamás salió de Doñana, por eso sus descendientes nunca entendieron su clásica expresión de que “esto es mundial”, cuando ella, frente a su casa, con el cielo encapotado y oteando el horizonte en un ángulo de casi 180 grados, sentenciaba la magnitud del aguacero que ya se veía llegar.
Es que Cea no necesitaba salir de su comarca para saber lo que podía suceder allende la vista y junto a la bendición que ofrecía a todo el que iba a viajar, siempre pronunciaba su enigmática frase de: “cuídate mijo, que Nueva York pone a la gente loca y fácil que te forman una ‘complota’ por cualquier cosita”. Nunca se supo de dónde había sacado Cea la palabra “complota”, pero si se sabía que era una celada o encerrona.
El que nunca se puso loco, ni tan poco viajó a Nueva York, fue Aquilinito El Cojo. Su condición de “bendecido” por la promesa que ofreció y cumplió su madre, le permitió caminar; pero Cea nunca supo que en realidad la poliomielitis solo había tocado a su vástago levemente. Y murió a los 94 años, agradecida de su santo.
Como todos los hijos de Dios “nacen con su pan debajo del brazo” -eso dice el refrán- Aquilinito vino al mundo “con lo suyo asegurado” y muy especialmente después de rebasar esa dificultad de nacimiento. Los espíritus -además de caminar- le dieron de qué vivir mientras se pudiera mover sobre la Tierra.
Catorce profesiones logró dominar Aquilinito: seis de ellas eran de carácter espiritual y no podía cobrar por ejercerlas, aunque si podía recibir las “limosnas” que el agradecido creyente le diera; eso estaba a opción de la persona que recibía el favor. En ese tenor, el bendecido hijo de Cea podía:
- Preparar botellas para mejorar “la naturaleza” y los riñones
- Curaba el pecho apreta’o y los ronquidos largos
- Eliminar el “mal de ojos” que echaba la gente grande, no los niños
- Ensalmaba animales domesticados con dolencias extrañas
- Disolvía brujerías y maldiciones de todo tipo y también te
- Montaba un “bacá” para que tu finca prospere y no te roben los productos
Para tener de qué vivir, estaban las otras ocho profesiones de Aquilinito El Cojo, que sabía magistralmente y sus servicios eran muy bien pagados:
- Enderezaba empalizadas
- Pintaba con Cal
- Empañetaba pisos de tierra
- Atezaba bastidores
- Hacía tinajas y “molenillos”
- Quemaba carbón
- Cobijaba con cana y palma y además era
- Maestro Capador de animales (capaba chivos, puercos, toros, etc)
Hoy domingo último de enero, con apenas una semana de instalado el nuevo gobierno de Donald Trump, quise conversar con ustedes de estas cosas que uno casi olvida. Es bueno salirse de la rutina y recordar que la cultura nuestra es el conjunto de experiencias que hemos acumulado y asimilado. Y que en realidad no nacimos con el pan debajo del brazo, pero no hay porqué alarmarse. Solo es cuestión de seguir a Cea y determinar si es verdad que: “esto es mundial”.
¡Vivimos, seguiremos disparando!
jpm/of-am