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El objetivo del Hambre Cero en el mundo
Uno de los objetivos del desarrollo sostenible más importante a combatir en el primer tercio del siglo XXI es la meta de lograr “hambre cero” en el mundo. Esto es imposible lograrlo mientras no se alcance un equilibrio entre desarrollo y crecimiento, primero aumentando nuestras capacidades y productividad y por otro controlando el crecimiento de la población mundial para que los recursos que se producen, se logre una distribución más equitativa de las riquezas y mitigue el inmenso hoyo de la pobreza a largo plazo.
Esto se puede lograr con una planificación a largo plazo evitando que se reproduzcan en iguales condiciones los que sufren la pobreza, limitando el número de nacimiento en las personas de escasos recursos y poniendo un tope de hijos a las personas de acuerdo a la capacidad de manutención, aumentando los impuestos de manera progresiva al capital y a la ganancia de capital, de tal forma que el que gane más pague más y viceversa.
Algunos factores que contribuyan a que cada día hayan más personas vulnerables se deben entre otras a que hay mucha corrupción en el mundo, como son robo de los recursos del Estado, la evasión de impuestos, contrabando de productos, excesivo gastos gubernamental, la mala distribución de tierras, la mala calidad de la educación y por ende la falta de oportunidades que permitan a los ciudadanos conseguir un trabajo digno.
La Organización para la Alimentación y la Agricultura, FAO, establece en su informe que 793 millones de personas aún pasan hambre crónica en el mundo. La carencia de alimentos afecta a más de 2,000 millones en todo el mundo lo que está impidiendo el desarrollo humano y socioeconómico y contribuye a general un círculo vicioso de la malnutrición y el subdesarrollo. Para un país pequeño como la República Dominicana esta situación representa un gran reto para mantener políticas sostenibles de combate al hambre y la pobreza.
Lo que está faltando a los países de América Latina y El Caribe es crear un fuerte compromiso político de frente al combate del hambre, causado en gran parte por el desempleo, la exclusión social, la ausencia de voluntad política y la falta de tener políticas publicas clara para combatir este mal que azota a toda la humanidad.
Para que se produzca una reducción drástica del hambre en el mundo, los compromisos tienen que concretarse en la aplicación de políticas y programas y en la movilización de recursos suficientes, según recomienda la FAO. Se hace necesario realizar ajustes impositivos para aumentar los ingresos del gobierno y que estos programas puedan ser sostenible en el tiempo.
Continua diciendo la FAO que para alcanzar la seguridad alimentaria es necesario abordar sus distintas dimensiones, en particular la disponibilidad, el acceso, la estabilidad y la utilización de los alimentos. Se sabe que en el mundo se pierden más del 30% de los alimentos por falta de almacenamiento y por falta de una logística para que estos lleguen con rapidez a las personas necesitadas. Ese es un reto que debemos superar.
Cuando me sumerjo entre la muchedumbre de los barrios más desposeídos de nuestro país observo un enjambre de niños descalzos y hambrientos acompañados de adolescentes que deambulan en las esquinas, unos ofreciendo sus servicios para recoger la basura, realizar trabajos de jardinería y otros al asecho de algún transeúnte que pase para arrebatarles sus pertenencias, como relojes, celulares, carteras y mochilas. Todo esto es un patético escenario del hambre y la miseria en que se encuentran nuestros pobres.
En esta etapa tan difícil que están viviendo algunos países hay que mantener como principios fundamentales la participación, la transparencia, la equidad y la responsabilidad que nos lleve a crear políticas que vallan en beneficio de los más necesitados, para esto es necesario que el empresariado haga mayores sacrificios para otorgar mejores condiciones de salarios a los trabajadores.
jpm