El lastre de las ayudas

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EL AUTOR es periodista. Reside en Santo Domingo.

Las ayudas sociales y las subvenciones constituyen renglones que tendrán que sr revisados de cara al nuevo presupuesto. Luce casi imposible que el gobierno pueda mantener los programas de asistencia social en los venideros doce meses.

En el mejor de los casos se tendrán que hacer  revisiones profundas sobre la asistencia que se ofrece a los sectores más desposeídos de la población. Tiene que ser compaginada de acuerdo con la realidad económica del país.

Somos partidarios de que se mantenga la asistencia a los más necesitados, y sobre todo tomando en cuenta que la economía informal está sufriendo un rudo golpe. Se le hace difícil la subsistencia a los grupos marginales de la sociedad.

Pero para ser realista, un presupuesto con déficits no puede estar albergando asistencias que caen en el paternalismo, y que ofrecen comida por un par de días, ayudando también a crear el parasitismo social.

El programa de asistencia humanitaria del gobierno tiene que ser revaluado en enero, de cara al nuevo presupuesto. Mantenerlo es necesario, pero ello no quita que se vean las serias implicaciones que tiene esa carga para la economía nacional.

Eso sí, rechazamos de plano las recomendaciones de los organismos internacionales que son partidarios de que se suspendan todas las ayudas sociales y las subvenciones. En un país de grandes desigualdades económicas ello no es posible.

Aquí casi todo está subvencionado. La electricidad, el agua, el transporte, los combustibles. Eliminar esas subvenciones sería aumentar el proceso de inflación, ya de por si catapultado por el agiotismo y la usura.

En este sentido el gobierno debe hilar muy fino, tiene que adecuar su presupuesto a la realidad  y ver como mantiene la asistencia social a los más desamparados. Se dirá que es preferible  ayuda colectiva en programas hospitalarios, escuelas y otros.

En el papel sí, pero la asistencia social en la República Dominicana se interpreta como la entrega por persona de fundas de alimentos y una tarjeta para que compren lo que les hace falta. Una modalidad del clientelismo político que algún día  deberá ser eliminada, pero que ahora se debe mantener.

No hay contradicciones entre ver lo negativo de la asistencia  dadiva social, y la necesidad  de ir eliminándola paulatinamente. Es un lastre producto de las fracturas sociales y mientras se mantenga la injusta distribución de las riquezas,  es  obligatorio tender la mano al excluido.

JPM

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