El fantasma de Odebrecht

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EL AUTOR es educador. Reside en Villa Vásquez.

En el afán de sostener la presencia como actores esenciales de la política, muchos exponentes de América acomodaban las reglas de juego a sus intereses particulares. Por eso no nos extrañó que los procesos de reformas constitucionales o interpretaciones de las Cartas Sustantivas de diferentes países, tuviesen como eje esencial habilitar o perpetuar al amo de turno del presupuesto de naciones diversas.

La manivela constructora de riquezas indecentes y el falso ideal de que con el simple hecho de llegar a una posición de Estado se podía acumular, de forma inescrupulosa, dinero, fue el motor primordial para escándalos, que en los últimos años han llevado a figuras altamente reconocidas a ocupar su lugar en el banquillo de los acusados.

Es aquí donde entra el ahora fantasma persecutor de Odebrecht. Los tecnicismos y estratagemas usados para burlar las investigaciones judiciales, fueron las motivaciones que llevaban a nuestros políticos a actuar con niveles de tranquilidad frente a actos dolosos de calado mayor.

Frente a esa situación se configuró un nivel de respuesta que llamó la atención del vecino del norte (EEUU). Lo que se armó fue un tinglado de impunidad, amparado en la colocación de exponentes partidarios en cortes judiciales, para de esa forma garantizar el freno de la velocidad con que se enjuiciaban y encerraban actores importantes del ámbito político, por razones de corrupción. Claro me refiero a otros países, aquí aún no tenemos ese privilegio.

El drama que ocupa le mente de los presidentes se encuentra cimentado en el día después. Ya hay precedentes en los que ni siquiera con el propio partido se puede asegurar tranquilidad post-gobierno. Observemos el ejemplo Correa – Lenín.

Ese día después de impunidad o tranquilidad ya no depende solo de las fichas que se jueguen en el ámbito local. Hemos visto como ante la inacción local (en diferentes países, además de Rep. Dom.) Los Estados Unidos de América han aplicado la  Ley Global Magnitsky, enviando una señal clara a las autoridades de que allá están listos para actuar con las herramientas que tengan a mano.

El caso de República Dominicana

Por desgracia o gracia aquí se encontraba la Oficina de Operaciones Estructuradas – De Odebrecht – , propiedad de la compañía que ejecutó decenas de obras millonarias, la misma que alegó o espetó que promovía un sistema de sobornos para agenciarse la construcción de obras, en menoscabo de la competencia decente y real.

Por estos motivos existe un afán implícito, que curiosamente se percibe aunque no se ve, de buscar una solución, un bajadero o un sosiego personal o grupal que dé garantías a los exponentes actuales, acusados y los sospechosos, de que sus vidas continuaran navegando en el mar de la libertad terminado el proceso electoral del año 2020.

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