El drama mejor guardado
Haití estrenó hace dos años un traje de democracia diseñado por las grandes metrópolis con el que no pudo ocultar sus profundas llagas económicas, políticas y sociales, lencería que le fue colocada para que recibiera en sus laberintos de miseria al Fondo Monetario Internacional (FMI).
Ese gendarme dispuso un aumento en los precios de los combustibles, lo que acelero aún más la galopante inflación, en una nación donde casi siete millones de seres humanos malviven con menos de dos dólares diarios y donde la riqueza del país, por habitante es casi diez veces menor que sus vecinos dominicanos.
La organización de Estados Americanos (OEA) declaró como libres y transparentes las elecciones de 2016 en las que Jovenel Moise resulto ganador, a pesar de que solo sufragó el 18% de los electores y de que esos comicios fueron denunciados como fraudulentos por la mayoría de las organizaciones políticas y candidatos participantes.
De los US$2,230 millones que ingresaron a Haití a través del programa PetroCaribe, entre 2005 y 2005, funcionarios de seis gobiernos se robaron de manera directa 500 millones, en tanto que el resto se volvió sal y agua, a través de adjudicaciones de obras que nunca se realizaron, como las contratadas por empresas del presidente Moise.
Las más recientes pobladas han dejado saldo de 26 muertos y decenas de heridos, así como cuantiosos danos a la muy frágil economía de Haití, que no se recupera ni mínimamente del terremoto de 2010 que destruyo gran parte del país y causo más de 220 mil muertos.
Haití es hoy la desgracia mejor ocultada por la comunidad internacional, incluida la gran prensa y los poderes corporativos que nunca refieren de ese drama que envuelve a casi 11 millones de seres humanos encerrados en poco más de 27 mil kilómetros cuadrados.
El presidente Donald Trump definió a Haití como un “hueco de mierda”, mientras el Reino Unido y Canadá se limitan a advertir a sus súbditos sobre el peligro de visitar a Republica Dominicana, uno de los destinos más seguro y fiable de todo el continente.
Durante los últimos 35 años, los haitianos han sido gobernados por 19, presidentes, de los cuales solo tres han concluido mandato y ninguno ha salido endeble frente a la epidemia de la corrupción y la promoción de privilegios.
El primer pueblo de América en declarar su independencia del coloniaje y emanciparse de la esclavitud, es hoy esclavo del silencio cómplice de un mundo que calla ante su miseria e impide que la humanidad conozca su terrible drama, al colocarle sobre su endeble anatomía un falso traje de democracia.