El Danilismo, entre la Noche y el Amanecer

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EL AUTOR es ingeniero. Reside en Nueva York

El escenario político dominicano luce un tanto complicado con miras al proceso electoral del 2020, especialmente cuando se trata de la escogencia del candidato presidencial en el gobernante  PLD, entre otras razones, debido al deseo continuista del grupo que se anida en el Palacio Nacional desde el 2012.

El PLD como partido sigue teniendo la mejor valoración en la población votante del país,  y eso se convierte en un aliciente para que el grupo que ocupa el Palacio Nacional crea que es posible maniobrar para continuar allí por otros cuatro años.

Pero sucede que los escenarios cambian y lo peor que puede pasarle a un líder es no entender esa dinámica de la realidad, que a veces se revierte contra las aspiraciones y los intereses de quienes ostentan el poder.

El PLD  post Bosch ha escogido sus candidatos a la presidencia mediante procesos democráticos internos que van desde Congresos Electores hasta Primarias con padrón cerrado, y en estos procesos han sido escogidos como candidatos presidenciales el Dr. Leonel Fernández y el Licdo. Danilo Medina Sánchez.

En el 2019, es decir el próximo año, el PLD ha de embarcarse en la elección de su candidato presidencial para las elecciones del 2020, y de acuerdo con los estatutos  partidarios esto se debe hacer mediante congreso elector o primarias con padrón partidario, no hay otra ni otras opciones para hacerlo.

El Danilismo sabe que es imposible ganarle unas elecciones internas al Dr. Leonel Fernández en el PLD y por eso busca forzar la realidad a los fines de imponer primarias abiertas, lo cual le ofrece la posibilidad de hacer diabluras hacia afuera y violentar la voluntad de la membrecía de los peledeistas mediante la inducción de un voto de afuera que nada tiene que ver con el PLD.

Lo que los Danilistas no advierten es que es imposible ganar una tercera reelección sin la integración completa de los dos sectores del PLD, y si ellos logran mediante malas artes imponer las primarias abiertas y alzarse con la candidatura presidencial del PLD no va a ser posible  esa  integración.

Los niveles de simpatía del gobierno ya no son los del 2015 sino mucho más bajos, y eso obliga a replegarse y desistir de las aspiraciones continuistas en un escenario que ha cambiado significativamente. La deuda social acumulada hace que la gente personalice en el Presidente de turno los problemas que aún no se han podido resolver, sin importar los logros que la presente gestión pueda mostrar.

Hay que mirarse en el espejo de otros países, como son los casos de Nicaragua y Venezuela, que por extender la reelección más allá de lo políticamente factible enfrentan crisis de gobernabilidad que  amenazan la gobernabilidad y la estabilidad democrática de esos países.

El Danilismo tiene aún tiempo para prepararse para un relevo sin traumas en el 2020, a menos que quieran apostar al aventurismo y a la confrontación que tanto daño le han causado a las incipientes democracias de América Latina,  y particularmente a la democracia dominicana.

Es mejor una parte del poder que la oposición entera, como también es mejor estar arriba con presión que abajo con persecución. El librito aconseja que tres períodos consecutivos para un presidente en República Dominicana conduce al autoritarismo y a la ingobernabilidad del país.

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