El consuelo del derrotado
En la novela El Astillero, del preclaro escritor uruguayo Juan Carlos Onetti, a Juntacadáveres, el personaje principal, le proponen la administración de un puerto. Mientras se va leyendo la apasionante narración en la magistral prosa del excelso Onetti, no se vislumbra en ningún momento el gran engaño que le espera al protagonista, pues él imaginó próspero y rentable el muelle que administraría, pero que al final, el asunto no pasó de ser una farsa, pues el astillero era inviable y estaba en la banca rota total.
La oposición, y especialmente el Partido Revolucionario Moderno (PRM) viven engañados y engañando a sus huestes con una estrategia que en el mismo instante en que nació era extemporánea y desacertada. Los estridentes estrategas de campaña de esas organizaciones partidarias y los plumíferos que le sirven de corifeos proselitistas, tienen como ardid hacer creer que a cinco meses de las elecciones de mayo, Danilo Medina y el PLD, una el partido: la principal organización política del país; y el otro, el candidato: gobernando con resultados tangibles de éxito administrativos, con un manejo de la economía reconocida por los organismos internacionales, no obtendrán la victoria en la primera vuelta.
Cualquier parecido de la coyuntura electoral que maneja nuestra oposición con la trama de la novela El Astillero es pura coincidencia. Y es que la realidad proselitista de caras a las venideras elecciones de mayo desdice la estrategia de campaña tanto del PRM, como de las demás organizaciones partidarias del país. Del dicho al hecho hay un gran trecho, ya que la sabermetría electoral describe otra cosa en sus irrefutables estudios estadísticos. Las principales encuestas dan ganador al presidente Danilo Medina en la primera vuelta. Asisa, empresa la cual tiene todo un dossier de aciertos en las elecciones anteriores, le atribuye a Danilo Medina más del 60 por ciento en la intención del voto.
Aunque hay un viejo adagio que dice: “Mal de muchos, consuelo de tontos“, este refrán no cabe ni en el PRM como tampoco en las demás agrupaciones de la oposición, pues no son muchos los que creen en el balotaje de mayo, sino que en esos partidos son minorías las que confían en su subjetivo escenario de una segunda vuelta.
Hay que reconocer que muchos de los estrategas de campaña de la oposición tienen la “virtud” de morirse en la víspera, y de ahí que no sea fortuito que se sientan políticamente noqueado sin todavía haber subido al cuadrilátero electoral, y por eso se les percibe insistir en hablar de fraude, lo que a veces da la sensación de que a ese fantasma se recurre por la precepción de que su proyecto político toca fondo, y no camina a pasos firmes.
La impresión que irradian los predios de toda la oposición es que la derrota ocupa una parte de su mente. Asumen el consuelo del derrotado, al momento en que sobredimensionan el mundo electoral, y solo eso explica salir a enarbolar el triunfo de las plancha en el Colegio de Abogados, y en el Colegio Médico como la antesala de su victoria, a pesar de que en ambas elecciones las votaciones no se acercan siquiera a 30 mil sufragios.
En el caso del Colegio de Abogados, el grupo ganador apenas obtuvo unos mil y tantos votos. Mientras, la oposición duerme en su absurdo éxtasis, de su lado, Danilo Medina y el PLD trabaja día y noche, y no escatiman esfuerzo en encabezar multitudinarias concentraciones, movilizando a grandes sectores, y concentrados afanosamente en la conquista de cientos de miles de votos, que son lo que a la postre dan el triunfo en las elecciones.
Si equivocada es la estratagema de campaña de la oposición, peor es el daño institucional que le infligen esos partidos a los gremios, al presentarlos como hechuras de su activismo proselitista, invalidando sus directivas en la oportunidad de buscar reivindicaciones para la clase profesional que los conforman.