El Che Guevara: una hiena asesina
La diferencia en la conducta entre los seres humanos y los animales, estriba en que los primeros razonamos y los segundos actúan por instintos. Es dable decir que, cuando vemos la luz por vez primera, somos puros instintos y no nos diferenciamos de los seres irracionales. Esto se modifica con el desarrollo social, el aprendizaje y el razonamiento en nuestras actuaciones, los cuales deriban siempre en forjar los sentimientos que motivan nuestra manera de ser. Por eso, cuando vemos en individuos que su actitud, comportamiento e ideas caen en lo irracional y las mismas lo llevan a actuar como una fiera salvaje en pos de sus conceptos o principios políticos y para ello recurren al exterminio de los demás en pos de sus ideas y a la violencia extrema de las armas, viene la comparación con el comportamiento salvaje y cruel de los seres irracionales que actúan motivados por el instinto y no por los instintos razonables. De ahí deriva mi concepto en torno a la figura de Ernesto Guevara de la Serna (a) » EL Che» y el título de este humilde trabajo en torno a su figura. Nacido en Rosario, Argentina, el 14 de mayo del 1928, fue junto a Fidel (Hipólito) Alejandro Castro Ruz, una de las principales figuras de la Revolución Cubana del 1959. Corrió el mismo destino que otros legendarios comandantes de ese proceso cubano, como Huber Matos Benítez, Camilo Cienfuegos Gorriarán, Humberto Sorí Marín y William Alexander Morgan : fue sacado de circulación por el propio Castro, que nunca admitiría la más mínima sombra en torno a su figura. En el caso de «El Che», una bala disparada por el suboficial boliviano Mario Terán, en La Higuera, Bolivia, el 9 de octubre del 1967, para beneficio del proceso político de latinoamérica, se incrustó en la humanidad de ese asesino contumaz. El Che Guevara sin lugar a dudas, fue uno de los líderes cubanos más crueles y criminal que ha recogido esa parte de la historia en la patria de José Martí. Su mayor placer «revolucionario» era el fusilamiento de todo aquel ciudadano que no mostrara su lealtad a la Revolución Cubana o cualquier disidente, militar o político que cayera en el proceso. El mismo, sin el menor rubor, así lo confirmó en un discurso que pronunció en el pleno de las Naciones Unidas el 11 de diciembre del 1964, cuando expresó lo siguiente: «Nosotros tenemos que decir aquí lo que es una verdad conocida, que la hemos expresado siempre ante el mund fusilamientos, sí; hemos fusilados, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte. Nosotros sabemos cuál sería el resultado de una batalla perdida» . (cierro la cita) Su «oficina» desde la cual veía a sus víctimas y él mismo las ejecutabas con sumo placer, era la famosa Fortaleza de la Cabaña, la cual se encuentra ubicada en la Bahía de La Habana, y que antes era una fortificación militar de la conquista española. Después de yo ver la famosa imágen de metal del «Che» en la Plaza de la Revolución, en La Habana, Cuba, quise apersonarme en mi calidad de turista a esta fortaleza y allí, en silencio con mis pensamientos, hice memoria de todos los cubanos que cayeron abatidos por las balas de este sicópata asesino de nombre Ernesto Guevara de la Serna, «El Che». En las dictaduras totalitarias y comunistas, el respeto a la vida humana y a los procesos legales no existen para nada. Los que mandan están por encima de las leyes y asesinan a diestra y siniestra a quienes osen oponerse o levantar su voz de protesta. La historia así nos los consigna con figuras tenebrosas como : Hitler, Stalin, Lenín, Mao, Pol Pot, etc. Este sociópata criminal, quien de una vez se dijera que era una «máquina asesina», al parecer estaba enamorado de su propia muerte, pero estoy muy seguro que estaba más enamorado de la muerte de los demás. Son muchas las anécdotas que recoge la historia en sus desvaríos, de una mente retorcida por el odio y el resentimiento. Fue por ello que en el 1967, hablando de cómo él interpretaba la justicia, dijo en su mensaje en la reunión de la «Tricontinental en La Habana» : «El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar». Pero, la muestra más palpable de ser una hiena asesina y sedienta de venganza, lo constituyó la carta que le envió a su esposa, cuando viajó en el yate Granma desde México a Cuba, escrita el 28 de enero del 1957, a poco tiempo de desembarcar en la isla y la cual hizo pública en su libro que recogía sus memorias, en la cual le decía: «Aquí en la selva cubana, vivo y sediento de sangre». Ver «Ernest Memorias del Che Guevara en la Sierra Maestra». No obstante ello, vemos personas sin el menor grado de conciencia del personaje y totalmente embuídos en la propaganda mediática que se ha hecho a su favor con aureola de «héroe», por parte del régimen castrista, llevar en sus gorras, camisetas, stickers, etc, la famosa imágen de su rostro con su boina negra y la estrella, en la foto hecha por Alberto (Korda) Díaz, tomada en el año de 1960; Ignorando obviamente, que llevan como adorno a un criminal sanguinario y sin escrúpulos algunos que fusiló a unas 2,000 personas en su trayectoria criminal que se gestó en La Habana, Cuba, luego pasó al Congo, Africa y terminó en las montañas de Bolivia. La persona que en su vestimenta lleve una imágen de «EL Che», está haciendo una apología a un asesino sin piedad; le está dando una bofetada a un pueblo que ha reclamado su libertad durante 55 años y está celebrando el fusilamiento por parte de él de más de dos mil cubanos caídos frente a un paredón. Pero, como es norma en la vida, a los criminales y abusadores que avasallan a los demás cuando se encuentran armados, protegidos y en la cúspide del poder, al «Che» le llegó su hora como les llega a los cerdos en navidad. Fue así cuando capturado en las montañas de Bolivia por una patrulla de soldados de esa empobrecida nación, a la cual él fue a matarlos, desmostrando el miedo y el terror que sienten los asesinos cuando saben que son pasibles de hacerles lo que ellos le han hecho a muchos, dijo trémulo de mied ! Por favor no me maten! Soy El Che y valgo más para ustedes vivo que muerto «. Es dable notar que, a diferencia de la piedad que pidió «El Che» a los soldados cuando lo capturaron, muchos de los cubanos que fueron ajusticiado por él no pidieron piedad, sino que desde sus pechos salieron un sonor ! «Viva Cuba libre»! !Viva Cristo Rey!