El abanderado de la democracia y un homenaje pendiente, en Dajabón
El cálido aliento veraniego de este Julio que recién comienza nos envuelve en el desconcierto matizado por una peligrosa tendencia que amenaza la sobrevivencia de todos los estamentos del sistema democrático que tantas luchas, sangre y sacrificios costó a la tesonera y valiente población de la República Dominicana.
Ambiciones desbordadas, inseguridad ciudadana y altos niveles de corrupción enquistados en los estratos oficiales y apañados con el silencio cómplice de los diferentes poderes que sirven de basamento al sistema, constituyen el bochornoso espejo del presente que hoy día agobia a la Nación.
Y en silencio, cual autómatas, nos encaminamos a la conmemoración de un aniversario más de la llegada a la Patria de un grupo de valientes que, a riesgo de sus vidas, esgrimieron jubilosos en sus manos la antorcha de la democracia reconquistada, en aras de enrumbar al país por los senderos de la equidad, justicia y convivencia social que habían venido siendo pisoteados de manera proterva por una sanguinaria dictadura que asoló el territorio nacional, y más allá, por espacio de 31 años.
Aquella ‘Comisión de la Libertad’, que estuvo constituida por Ángel Miolán Reynoso, Nicolás Silfa y Ramón A. Castillo, llegó desde el exilio hasta el Aeropuerto Punta Caucedo, el 5 de julio de 1961, con la finalidad expresa de dejar constituido en territorio nacional al Partido Revolucionario Dominicano e iniciar de inmediato las gestiones para la participación abierta y denodada en el activismo político, en pro de alcanzar el poder, por la vía electoral, aprovechando la avasallante apertura democrática que envolvía a toda la nación, con motivo del reciente ajusticiamiento, en mayo de 1961, del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina.
Como fecunda cosecha y legado histórico de las denodadas gestiones y los grandes esfuerzos, riesgos y sacrificios que hubieron de asumir los citados pioneros de las lides democráticas, junto a la andanada de militantes que de mas en mas comenzó a incorporarse al activismo político partidario, el pueblo dominicano puede ostentar entre sus valores morales y ciudadanos la gestión presidencial del profesor Juan Bosch que, a pesar de haber sido abortada a causa de una grosera acción golpista, permanece en nuestros anales como ejemplo de lo que debe ser una administración gubernamental honesta, democrática, respetuosa de las leyes y los derechos ciudadanos.
Con el paso del tiempo, en el corazón de los dominicanos se agiganta la estatura de aquellos pioneros de la democracia y las luchas libertarias, que continuaron sus afanes del lado de los más sanos valores e intereses de la nación, y con su ejemplo, pasaron a ser patriarcas, consejeros y modelo a seguir, en el tumultuoso océano de las lides políticas en que se enrumbó la república, desde aquellos tiempos hasta el presente.
Y con el recuerdo del patriarca sin máculas que fue Don Ángel Miolán, queremos hacer hincapié en dos aspectos relevantes que, a nuestro modo de ver, se constituyen en una acción justiciera, de homenaje y recordación de alguien que fue Maestro, denodado político, un pulcro y emprendedor funcionario público, legislador y, por sobre todo, un abanderado de la concordia y la unión de todos los miembros de su parcela política y el país en general.
El primero de tales aspectos lo constituye la inauguración de la ‘Exposición Fotográfica Itinerante Ángel Miolán: Una vida al servicio de la Patria’, cuyo montaje será llevado a cabo a partir del 4 de julio en el perímetro exterior de la verja del Gran Teatro del Cibao, en la ciudad de Santiago de los Caballeros. Esta vistosa y relevante muestra recoge un valioso caudal de imágenes en gran formato, en las que se abordan memorables momentos en la vida de este destacado dajabonero, muchas de las cuales son poco conocidas por el público.
La actividad ha sido concebida por la Fundación Ángel Miolán, entidad patriótica encabezada por Carmen Miolán Palacios -Doña Nina-, una destacada activista social y comunitaria, hija del patriarca por demás, que encamina esfuerzos por difundir y preservar el valioso legado de su padre. Diversos organismos culturales, oficiales, municipales y comunitarios han concitado sus esfuerzos para que en la ‘Ciudad Corazón’ se pueda ofrendar el merecido homenaje a este insigne dominicano.
El segundo aspecto lo constituye el llamado a Vistas Públicas, convocado el próximo 3 de julio por la Honorable Alcaldía del Municipio de Dajabón, en la intención de decidir sobre una petición que viene siendo debatida desde hace unos años a fin de que al monumento ubicado a la entrada de la ciudad, conocido como altar Votivo de la República Dominicana o más comúnmente como ‘El Arco’, le sea asignado de manera oficial el nombre de ‘Altar Patriótico Don Ángel Miolán’.
La iniciativa para bautizar dicha obra monumental es de la autoría del suscrito y fue esbozada y motivada hace unos años, en base a argumentos atendibles, que fueron debidamente discutidos en varias sesiones del augusto organismo municipal de la ciudad fronteriza, tierra natal de don Ángel Miolán, en donde se encuentran sus raíces más preciadas y por la que ocupó la curul de Senador de la República, años antes de su muerte, acaecida en abril de 2010.
Al esbozar el planteamiento, argumentamos que constituye una afrenta a la memoria histórica de los dajaboneros y de cualquier dominicano en sentido general, la permanencia en pleno centro de la ciudad cabecera de la provincia de un monumento que, aun al día de hoy, ensalza y perpetua el legado y los ‘logros’ del tirano, acciones que, como es de conocimiento de todos, estuvieron basadas en el hambre, la persecución, el oprobio y la muerte para una porción considerable de dominicanos.
Antes que asumir la irracional y absurda postura de plantear la demolición de la emblemática estructura, en aquella ocasión propusimos que a la misma le fuese asignado el nombre de un dajabonero ilustre que fuese ejemplo de honestidad en su andar por la vida. Y quién mejor que Don Ángel Miolán, para ser depositario de ese noble y justiciero homenaje?
A pesar del ‘engavetamiento’ inmerecido que recibió la citada propuesta, tal parece que el paso de los años ha permitido que la ecuanimidad se aposente en el ánimo de los funcionarios edilicios y los sectores de opinión que inciden en el ámbito dajabonero, por lo que esperamos que en el curso de la convocada jornada de vistas publicas se produzca de manera definitiva la justiciera y atinada aprobación del cambio de nombre del monumento, así como la designación de un Patronato que tenga en sus manos la administración y manejo de la estructura y su entorno, a fin de colocarles al servicio de la difusión de las artes y la cultura.
Pienso que debemos actuar con responsabilidad, asumiendo el papel que las nuevas generaciones esperan de nosotros. Debemos transformar lo negativo en positivo, enterrando de manera definitiva la ignominia y el recuerdo nefasto de todo aquello que signifique vergüenza y oprobio para los dominicanos.
Convirtamos el Arco y su perímetro en una área de solaz y esparcimiento, en un icono de referencia obligada de propios y visitantes, que sirva como enlace de divulgación cultural de nuestra idiosincrasia regional y al propio tiempo demos a la memoria de don Ángel Miolán el homenaje que merece, en la tierra por la que él tanto luchó y a la que tan dignamente representó.
Para algunos aferrados a un ignominioso pasado, esto podría parecer una divina locura. Pero, no hay que perder de vista el horizonte; al fin y al cabo, los grandes logros de la humanidad siempre han estado cifrados en ellas.