Ejercicio contra la pérdida de la memoria histórica

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EL AUTOR es historiador y comunicador. Reside en Nueva York.

Hace poca más de un siglo hubo en la nación dominicana un crimen que previno el advenimiento de una República justa y de instituciones sólidas; e l primero de Enero de 1912 pasó de un día feriado a una fecha trágica para la aspiración de la democracia y el decoro político del pueblo dominicano.

Era un día de fiesta, había iniciado el año nuevo y en medio de la ocasión, ocurrió en una calle de la ciudad de Santiago de los Caballeros la tragedia inesperada: cayó víctima de un crimen de Estado el diputado Santiago Guzmán Espaillat.

Se vivían momentos convulsivos, la intolerancia ideológica, la venganza con auspicio de tendencias partidarias llevó a sectores de la sociedad a confrontaciones inútiles. Hacía siete semanas que en lo que en lo que es hoy la avenida Independencia, en la ruta hacia el Sur y próximo al fuerte San Gerónimo, un grupo de inconformes le entró a tiros al presidente Ramón Cáceres y lo mataron mientras transitaba en un coche.

Guzmán Espaillat desde joven incursionó en la política y fue duro crítico del caudillismo imperante de la época. Igual que el asesinato de Mon Cáceres, la muerte del diputado Guzmán Espaillat fue un crimen político, a pesar que circularon versiones para desviar el verdadero motivo de la tragedia.

 Se atribuyó la acción a sectores poderosos del gobierno de turno, o sea del general Eladio Victoria. La voz popular acusaba a funcionarios del gobierno de impartir la orden de capturarlo «vivo o muerto». Eran las 5:30 de la tarde cuando el legislador acudió al hogar de la señora Concha Ureña viuda Estrella para una visita de cortesía con motivo del año nuevo, Concha Ureña era madre de otra promesa política de Santiago llamado Rafael Estrella Ureña, que residía en la calle Beller de esa ciudad.

Estando el diputado en la casa de doña Concha penetró el capitán del ejército José Eugenio Berrido, militar originario de La Vega, obedeciendo órdenes del gobernador de Santiago junto a un oficial de apellido Alfonseca. El gobernador Simón Díaz fue instruido desde la capital por el Secretario de Interior y Policía, Miguel A. Román, para que  ordenara la acción.

Las versiones recogidas en el lugar del crimen establecen que frente a la casa de doña Concha esperaba un vehículo militar y del cual se bajó el teniente Pedro Alfonseca y que éste sin mediar palabras le hizo un disparo en la cabeza al diputado, matando en el acto al hombre que bien pudo representar el decoro y el futuro democrático del pueblo dominicano.

Los que presenciaron el asalto manifestaron que al parecer los matadores siguieron un plan bien estructurado para acabar con la vida de Guzmán Espaillat. Se decía que el diputado era hombre fiel a sus ideas, cuyo temple irreductible mostraba clara la visión sobre lo que debía ser el futuro del pueblo dominicano en términos institucionales.

Con su muerte perdía el país una de las promesas políticas de mayor brillo de la época. A más de un siglo de ese lamentable suceso podemos evaluar lo que ocurrió posteriormente en el territorio nacional y concluir que de haber llegado Santiago Guzmán Espaillat a la presidencia, quizás la sociedad dominicana fuera distinta y que pudo haber sido el mejor estadista del siglo 20 para el pueblo dominicano.

 No lo sabemos, de lo que si estamos seguro es que la historia tiene sus giros.

JPM

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Carlos McCoy
Carlos McCoy
6 Años hace

Excelente José. Desgraciadamente, nuestra historia está llena de casos como ese. Mira lo que dijo Jose Gabriel García, refiriendose al golpe de estado que sacó del poder a Ulises Francisco Espaillat. que también pudo haber sido «El mejor estadista del siglo 20» «La locura de un pueblo que a fuer de apasionado e ignorante, ha tenido siempre la desgracia de renunciar a los hombres buenos, a los que aspiran a labrar su felicidad, para convertirse en esclavo de los que no aman la patria, de los que no hacen más que jugar con su destino