Desafíos de la ciencia, la tecnología e innovación en RD

La reciente solicitud de registro de una patente internacional hecha por la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PCUMM), para una invención en el área de la nanotecnología, no sólo constituye un hito en el desarrollo de la ciencia y la tecnología en la República Dominicana, sino una fuente de orgullo nacional.
No obstante, los logros obtenidos por el país en ese aspecto durante las últimas dos décadas, no resultan particularmente halagüeños. Eso supone la necesidad de concentrar mayores esfuerzos en esta área que resulta clave para un mejor futuro de la sociedad dominicana.
El registro de patentes y la publicación de trabajos científicos en publicaciones de prestigio internacional, representan dos indicadores importantes del nivel de innovación alcanzado por un país determinado.
En el mundo actual, el crecimiento económico, la capacidad de generación de empleos, la producción de riquezas, el desarrollo sostenible, la competitividad y la productividad dependen, básicamente, del desarrollo de la innovación.
Los países con mayor nivel de desarrollo a nivel internacional son aquellos que resultan más avanzados en materia de ciencia, tecnología e innovación; y lo mismo ocurre al revés, es decir, los menos avanzados son aquellos que resultan más atrasados en esas áreas del conocimiento.
Por consiguiente, en la brecha entre países ricos y pobres, o desarrollados y en vías de desarrollo, también existe una divergencia en materia de investigación, desarrollo e innovación.
Es tan grande la brecha en ese sentido, que los países desarrollados como Estados Unidos, Japón, Alemania, China, Reino Unido y Francia, concentran cerca del 90 por ciento de las patentes registradas ante la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI), y la Oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos (USPTO), con lo cual su capacidad y poder en esa esfera resultan incontrastables.
Innovación en América Latina
Estudios realizados sobre patentes registradas internacionalmente por países de América Latina, ponen de relieve los avances alcanzados por las empresas, los centros de investigación y las universidades de algunos de esos países, así como el rezago de la República Dominicana con relación a los demás integrantes de la región, y por lo tanto, los desafíos que tenemos por delante como nación.
De diecisiete países evaluados, Brasil ocupa el primer lugar para los años que van de 1990 al 2011, que es hasta donde se disponen de cifras estadísticas, seguido de México y Venezuela. En el caso nuestro, República Dominicana, desafortunadamente ocupamos el lugar 16, sólo por encima de Haití.
Con respecto a las empresas, las que mayor cantidad de patentes han registrado son Intevep, que es la unidad de investigación y desarrollo de PDVESA, la entidad petrolera venezolana, y PETROBRAS, que, a su vez, es la empresa de petróleo de Brasil.
Ese hecho, de que la mayor cantidad de patentes registradas internacionalmente por empresas latinoamericanas sean las petroleras, contrasta significativamente con la tendencia prevaleciente a nivel mundial, en la que predomina el registro de patentes en las áreas de tecnología de la información y la comunicación; la de semiconductores; la microelectrónica; óptica; la tecnología médica, y productos farmacéuticos.
Por supuesto, la concentración de la investigación científica y tecnológica en América Latina, fundamentalmente en petróleo, revela que todavía el enfoque prioritario de la región en materia de innovación y transformación productiva sigue siendo el de los recursos naturales.
Eso ha determinado que durante la última década, desde el 2003 al 2013, el auge económico de la región, esencialmente de América del Sur, haya dependido de la capacidad de exportación de productos básicos o commodities a China, con escaso valor agregado.
En la medida en que ha habido una desaceleración del crecimiento de la economía china, como resultado del impacto de la Gran Recesión sobre el comercio internacional, en esa misma proporción se han visto afectados los países de América del Sur, cuyas economías han experimentado una tendencia hacia la baja en los últimos dos años.
Ahora bien, a pesar del marcado interés en el sector petrolero, las empresas brasileñas han logrado también un notable éxito en materia de innovación al desarrollarse en sectores de gran trascendencia como la energía y los biocombustibles, a través de la producción de etanol, la agricultura y la aeronáutica.
De igual manera, en otros países del área, como México, Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica y Uruguay, ha habido una tendencia hacia el registro de patentes en el área de la química, especialmente en lo que atañe a la ingeniería química; la química de materiales, la química de alimentos, la biotecnología y la elaboración de productos orgánicos.
Todo eso demuestra que realmente ha habido un gran empeño e importantes logros en América Latina durante los últimos 20 años en aplicar una agenda de desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación, que se ha manifestado por un registro cada vez mayor y más diversificado de patentes a nivel internacional.
Pero, de igual manera, en comparación con lo que acontece en los países del mundo desarrollado, la necesidad de diseñar políticas públicas, construir redes y apoyar a las empresas, universidades y centros de investigación, que permitan a la región alcanzar mayor productividad, competitividad e innovación.
El desafío dominicano
La solicitud de registro de patente a nivel internacional, por parte de la PCMM, resulta estimulante porque se trata tan sólo de la tercera hecha en las últimas dos décadas, lo que coloca a la República Dominicana a la cola de los demás países de América Latina, en el puesto número 16 de 17 naciones de la región.
Para enfrentar esa situación, ha habido desde los inicios de la pasada administración, algunas iniciativas nacionales de importancia, como ha sido, por ejemplo, la puesta en acción del Plan Estratégico de Ciencia, Tecnología e Innovación, 2008-2018, elaborado por el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología.
Pero, de igual manera, la formulación del Plan Nacional de Competitividad Sistémica, confeccionado por el Consejo Nacional de Competitividad y lanzado oficialmente en el 2007, contempla, entre sus atribuciones, la creación de un Sistema Nacional de Innovación y Desarrollo Tecnológico.
Ese sistema de innovación funciona a través del Consejo de Innovación y Desarrollo Tecnológico, presidido por el Ministerio de Educación Superior e integrado por las universidades e instituciones de educación superior del país; por los centros de investigaciones científicas y tecnológicas; los representantes de los distintos sectores productivos; y las instituciones del gobierno relacionadas con las áreas de desarrollo tecnológico e innovación.
En el 2005, el antiguo Instituto Dominicano de Tecnología Industrial (INDOTEC), se transformó en el Instituto de Innovación en Biotecnología e Industria (IIBI), el cual tiene como objetivo el desarrollo tecnológico en áreas como la biotecnología y otras ciencias aplicadas, para promover la competitividad de los productos nacionales en el comercio exterior.
Desde ese mismo año, esto es, 2005, el Ministerio de Educación Superior, a través del Fondo para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología (FONDOCyT) ha financiado diversos proyectos de investigación con instituciones como el Instituto Superior de Agricultura (ISA); el Instituto Dominicano de Investigaciones Agropecuarias y Forestales (IDIAF); el Centro de Biotecnología Vegetal (CEBIVE); el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC); la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD); y la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PCMM).
Algunos de esos proyectos de investigación, financiados con fondos públicos, por vez primera en nuestra historia, han empezado a dar frutos, como es el caso, ya mencionado, de la solicitud de registro de patente internacional de la PCMM, de una invención sobre nanotecnología.
Otros proyectos han dado lugar a solicitudes de registro de patentes, de diseños industriales y de modelos de utilidad por ante la Oficina Nacional de Propiedad Intelectual (ONAPI), la cual, durante la última década ha recibido cerca de dos mil peticiones de registro de patentes por invención, por parte de instituciones nacionales.
Eso, naturalmente, difiere de las tres que hasta ahora se han solicitado en el plano internacional durante los últimos veinte años y que nos colocan a remolque de las demás naciones de la región.
En todo caso, por los resultados de la evolución de la economía mundial, el mensaje es que estamos compelidos al avance del progreso y el bienestar por la vía del conocimiento, la tecnología y la innovación.

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