Del PLD victima vs. victimario
Hay quienes se esfuerzan para enlodar y empañar la imagen del Dr. Leonel Fernández, uno de los líderes de mayor trascendencia en la historia reciente de la Republica Dominicana. Hay quienes procuran con malicia dañar su trayectoria y pensamiento político de alto vuelo, una figura que se ha convertido en el plano internacional en una marca país, solo por el hecho de haberse erigido en estandarte de la democracia y la defensa de nuestra Carta Magna.
Hay quienes no perdonan que existan líderes capaces de sintetizar la voluntad mayoritaria de un pueblo que en más de un 80% no quiere que se violente la Constitución, y estado de derecho solo para complacer ambiciones continuistas de poder de un hombre.
Hay quienes buscan meter en un mismo saco a la víctima y al criminal. Como abogado que soy, no he visto en tribunal alguno en que a la víctima se le dé el mismo trato que al victimario. A la víctima que es martirizada y al martirizador que hace el daño. A la víctima que se busca sacrificar por defender a la patria en peligro, y al victimario de la democracia que tanto nos ha costado.
Y eso es lo que pasa cuando queremos homologar a quien defiende la Constitución y al estado de derecho con aquel que busca mancillarla, violentarla calificándolo como una lucha de poder entre peledeístas. Nada más lejos de la verdad. Se trata de una lucha entre quienes asumen el compromiso con la historia, con el país, con nuestra institucionalidad, y estado de derecho y quienes hacen intentos de torcer nuestro rumbo democrático por vía non sanctas.
¿A quiénes les conviene o beneficia que los reeleccionistas no se salgan con las suyas? A la democracia, al estado de derecho, a la sociedad en sentido general. No es a Leonel ni a ningún grupo en particular, y si no, que se lo pregunten a Abinader que marchó hacia el Congreso Nacional bajo el lema de que se respete la constitución. Que se lo pregunten a los organizadores de la marcha anti reeleccionista de este domingo, de amplio abanico sociopolítico. Que se lo pregunten a las miles de personas y partidos emergentes que diariamente están estampando su firma frente al Congreso Nacional para abortar la reforma constitucional. Que se lo pregunten a las autoridades de la iglesia católica, y a la iglesia evangélica en persona de sus máximos dirigentes.
De verdad, que hay que tener una gran reciedumbre moral y una gran fortaleza de espíritu para resistir sin perder la compostura. Hay que estar armado de la coraza de la paciencia, la prudencia, la tolerancia y la sensatez para soportar la embestida de la calumnia y el ataque inmisericorde a través de bocinas pagadas y medios sobornados.
Hay que ser de un gran material humano para no sucumbir ante las piedras lanzadas por la infamia, el odio y el resentimiento de aquellos que no perdonan que puedan existir hombres que no se doblegan ni se rinden, ni dan marcha atrás cuando el poder desenfrenado quiere perpetuarse a como dé lugar y mancillar nuestra carta magna.
Hay un hombre que le ha dejado a sus detractores todas las cosas que envenenan el alma y la conciencia, porque él no pelea sucio en el cuadrilátero de los golpes bajos. La diatriba y la maledicencia no tienen espacio en su espíritu, y es por eso que les deja a sus persecutores la andanada de insultos y agravios, para que sean ellos quienes se intoxiquen con la carne del tiburón podrido y de los peores sentimientos humanos. Pese a la andanada de insultos e irrespeto contra él su grandeza de espíritu solo le da espacio para decir “siento un profundo respeto por el presidente de la República (Danilo Medina) y por todos los miembros del Comité Político, del Comité Central y por todos los estamentos del Partido de la Liberación Dominicana”
Él se queda en la trinchera de la defensa de la democracia, los principios y los ideales más puros, dejando a sus contrincantes debatiéndose en el lodazal de las bajezas más abyectas. Y es que, como dijo el inmenso escritor cubano José Martí, que “cuando hay muchos hombres sin decoro, siempre hay otros que tienen el decoro de muchos hombres”.
Por eso, al ver su situación y la manera aviesa en que es combatido y detractado, cual cristo de la libertad y de la democracia, pagados con la traición de los Judas Iscariote de hoy, no nos queda menos que admirar la grandeza y la nobleza de los valores que defiende el Dr. Leonel Fernández.